Masiosare, domingo 7 de marzo de 1999


MICROSCOPIO


David Brooks y Jim Cason/Washington

La otra cara del sueño americano


Los siguientes datos fueron obtenidos de un reportaje del New York Times:

El uso de drogas continúa con la misma incidencia que en 1988: Las estadísticas oficiales más recientes, calculan que 14 millones de personas habían usado una droga ilegal durante el último mes, casi exactamente el mismo nivel que en 1988.

Un arresto por drogas cada 20 segundos: Agentes de seguridad pública en este país detienen una persona cada 20 segundos por violar una ley antinarcóticos.

Uno de cada cuatro negros que nace hoy acabará en la cárcel: Uno de cada 20 estadunidenses que nazcan este año cumplirán una condena penal, según cálculos del Departamento de Justicia. Para los estadunidenses negros el cálculo es peor: uno de cada cuatro que nacerá este año cumplirá algún periodo de cárcel.

Cada semana se construye una nueva prisión: Para dar cupo a todos los detenidos, en este país se construye, en promedio, una nueva prisión o cárcel cada semana.

Por cada hombre negro en la universidad, cinco están en la cárcel: El estado de California ha construido 21 prisiones desde 1984 y sólo un nuevo campus universitario. Por cada negro que está en el sistema universitario estatal hay cinco en el sistema de reclusorios penales de ese estado.

Los maestros tienen sueldos inferiores a los de guardias de prisiones: Un maestro de primer año de trabajo en el estado de Pensylvania gana 18 mil 500 dólares anuales, un guardia de prisión en su primer año de capacitación gana 22 mil 300.



EL SONORO RUGIR


La coalición de los
chuecos

por Luis Javier Valero Flores

¿PRI, PAN y PRD juntos? Lo lograron los autos chuecos o chocolates que circulan en Chihuahua. El dato duro: 15% de los votantes de esa entidad -donde las lides electorales se resuelven por márgenes estrechos- son propietarios de un vehículo ilegal

Un un hecho insólito, la mayoría de los diputados integrantes del Congreso de Chihuahua rompieron las cadenas del corralón de la delegación local de la Secretaría de Hacienda y sacaron siete vehículos de los denominados chuecos, decomisados unas horas antes por un grupo de policías fiscales, cuyas órdenes eran las de decomisar camionetas tipo Van ``en buenas condiciones'', y sobre todo automotores que contaran con engomado expedido por el Gobierno del estado.

La respuesta al operativo fue unánime y vigorosa: funcionarios estatales, dirigentes de todos los partidos, organizaciones de propietarios de ``chuecos'' y cientos de ciudadanos salieron a rescatar los vehículos decomisados.

Por las calles chihuahuenses circulan más de 200 mil vehículos internados ilegalmente. Una parte importante de la economía gira alrededor de ellos, en un tráfico, al tiempo que imparable, ventajoso para todos quienes participan: los pasadores, que se encargan de conducir los autos de El Paso a Juárez, cobran entre 20 o 30 dólares por auto; los agentes aduanales reciben entre 50 y 200 dólares por cada unidad, que generalmente dejan pasar en convoy, los vendedores sacan hasta 50% de ganancia. Y el comprador obtiene un vehículo a la mitad de precio de su similar ``nacional''.

Concebida como una maniobra para asegurar el voto de ``20 millones de campesinos priístas'', como lo prometiera el Tigre Posadas, entonces líder de la CNC, el gobierno federal autorizó a ejidatarios sólo la importación de camionetas Pick up. No se cumplieron ninguna de esas expectativas.

Todo fue al contrario. Poco más de cinco años después de la entrada en vigor del TLC, por la vía de los hechos, cientos de miles de propietarios de chuecos, han acelerado la compraventa de autos usados provenientes de Estados Unidos.

El número de estos autos se duplicó en menos de dos años. En 1997 ascendían a 120 mil. Mientras en las fiestas decembrinas de ese año ingresaron, mediante la importación temporal, poco más de 14 mil unidades, en diciembre de 1998 lo hicieron 24 mil, casi 70% más.

Sorprenden las medidas de los funcionarios de Hacienda. Con tan elevado universo de vehículos, le ordenaron a un pequeño grupo, integrado por 40 policías fiscales, la realización del operativo.

La respuesta de la sociedad fue ejemplar. Obligó a las autoridades estatales a asumir la defensa de los propietarios de los chuecos y ha dado lugar a un enfrentamiento entre los funcionarios de Hacienda y el gobierno estatal. Parece muy lejano el año 2019 para que se dé lugar al libre intercambio de autos entre México y los Estados Unidos.

Las respuestas del gobernador y diputados priístas asombran, pero tienen una explicación: la competencia política entre el PRI y el PAN se resuelve por diferencias mínimas y los dueños de los chueco representan cerca de 15% del electorado.

Las paradojas son enormes: mientras que para productos como frijol, maíz, manzana, madera, carne congelada y algodón, la frontera con Estados Unidos está abierta, para los vehículos estadunidenses y la mano de obra mexicana, no.

¿La diferencia acaso será que los productores agropecuarios son mexicanos y los dueños de las empresas automotrices, estadunidenses?

No hay otra opción: deberá liberarse el comercio de vehículos; probablemente con esa medida contribuyamos a homologar los salarios y prestaciones de los trabajadores de la industria automotriz nacional, cuyos ingresos representan la décima parte de sus contrapartes estadunidenses.

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El dedo y quien lo puso

Ruptura no, sana distancia sí. Una actitud ``pasiva'' respecto del PRI, con el ``inquebrantable compromiso de no intervenir en lo absoluto en su vida interna''.

Eso prometió Ernesto Zedillo en 1994. Un lustro después, ni una cosa ni la otra.

Entre uno y otro cumpleaños del PRI, donde siempre fue orador, el presidente se mochó el dedo y mudó el discurso una y otra vez.

``Sabré mantener al poder público respetuoso y justo frente a todos los partidos políticos; sabré sostener una relación trasparente al escrutinio ciudadano sin intervenir en los procesos internos y sin interferir en las decisiones que deben emanar de la militancia y la dirigencia del PRI'', dijo en marzo de 1995.

Al año siguiente, no se acordó de la sana distancia: ``es el partido de mi orgullo, de mis convicciones y de mis principios (É) con el que me unen ideales, respeto y solidaridad''.

En marzo de 1997, justo cuatro meses antes de las elecciones federales: ``Necesito el apoyo de un PRI vigoroso, triunfante, mayoritario...''.

Hace un año, ya con las derrotas en el DF y la Cámara de Diputados a cuestas: ``Todos los ciudadanos, todos los partidos políticos saben que mi afinidad ideológica está con el PRI, que mi convicción política está con el PRI. Todos los ciudadanos saben que aprendí a servir a México en el PRI. Fui electo Presidente de la República con la plataforma política, los principios y el programa del PRI...'' (documentos donde se incluye, por ejemplo, el carácter intocable de la industria eléctrica como patrimonio nacional).

Esta semana, los años de la sana distancia quedaron para siempre en el olvido.