Margarita no despega la vista del suelo.
``Le supliqué muchas veces -cuenta-, pero dijo que mis problemas no importaban, que se iba a hacer lo que él había ordenado''.
Ese viernes de diciembre de 1998, el supervisor condicionó el pago de su sueldo a cambio de que sostuviera relaciones sexuales con él.
Ninguna súplica fue escuchada.
``Me puso la pistola en la cabeza. Dijo que si quería en ese momento me podía matar y decir que había intentado robar''.
Se queda callada. Respira fuerte.
``Me puse a pensar en mis hijos... Y accedí. Soy sincera. Accedí''.
Guarda silencio de nuevo. Para ese momento, Margarita no es la única con la vista fija en el suelo.
Día Internacional de la Mujer.
En el Distrito Federal hay un millón 329 mil trabajadoras, 73% de ellas asalariadas. ¿Cuántos casos como los de Margarita existen?
En lo que va del año la Dirección de Mujeres y Menores en el Trabajo del gobierno capitalino ha recibido 60 denuncias, 16 de ellas por hostigamiento sexual, 24 a causa de despidos por embarazo y dos de violaciones, entre otras.
La punta del iceberg. La investigadora Jenny Cooper, de la Red de Mujeres Sindicalistas, dice que la mayor parte de los hechos no se denuncian.
``Es parte de la cultura laboral. Estas actitudes no se cuestionan, se toman como algo normal. Son tan comunes que ya no se ven''.
Aclara: la falta de denuncias no quiere decir que el problema no exista. Por el contrario, se trata de un asunto grave, especialmente el hostigamiento sexual.
``Si partimos de la base que el acoso es un comportamiento no deseado, como las insinuaciones, exhibir material pornográfico o los contactos físicos, entonces todas las trabajadoras de este país han sido víctimas''.
La Organización Internacional del Trabajo señala que los hostigamientos ``suman millones en todo el mundo''. En Canadá, por ejemplo, se calcula que 90% de las mujeres trabajadoras padecieron alguna vez el acoso de los jefes.
Cuando Avon llama
Reyna Pimentel recuerda la primera vez que asistió a una cena de gala de Avon.
``Todos íbamos vestidos con trajes típicos. Había música, casino, comida muy rica. Pensé que había caído en la mejor empresa del mundo''.
Estaba feliz: ``Veía todo con ojos de admiración. Entonces se me acercó una compañera, de las más viejitas, a prevenirme: `Mijita, todo esto lo vas a pagar con lágrimas de sangre'''.
La advertencia se hizo realidad.
Reyna era consejera de la empresa -responsable de un grupo de vendedoras- cuando, a principios de 1998, el gerente de la sección Rubí, Carlos Servín Morgenroth, ``empezó a insinuarse y a tocarme de forma muy molesta. Al principio pensé que yo tenía la culpa, hasta que de plano me pidió que tuviéramos relaciones''.
La consejera se negó. En represalia el gerente empezó a presionarla. ``Se portaba muy prepotente, y aunque cumpliera con mis metas de ventas siempre encontraba el mínimo defecto para molestarme''.
En noviembre la gota que derramó el vaso. El gerente le ordenó que asignara productos muestra a vendedoras que no los habían solicitado.
``Después en la compañía dijeron que quien hubiera hecho eso sería despedido. Le pregunté al gerente pero me repitió la oferta: o accedía a sus propuestas o me iba de la empresa. Decidí renunciar''.
El de Reyna no es el único hostigamiento que se denuncia en Avon, pues lo mismo ocurrió a la consejera Angélica Juárez, también subordinada de Servín Morgenroth.
Los problemas para ella empezaron cuando informó a su jefe que estaba embarazada. El embarazo de Angélica era de alto riesgo, pero a pesar de ello ``el gerente me exigía que trabajara más de la cuenta. No podía hacer otra cosa, porque en ese entonces mi esposo no tenía trabajo y dependíamos de mi sueldo''.
La consejera tenía a su cargo a 500 vendedoras de los municipios de Chalco, Amecameca y algunos más de Puebla. Todos los días, cuenta, ``los recorría casi todos, a pesar de las molestias del embarazo''.
El precio fue alto. Ocho días después del parto su bebé murió ``por sepsis neonatal, debida al estrés por el trabajo y la mala alimentación''.
En marzo del año pasado la consejera se volvió a embarazar, y esta vez, sin ninguna contemplación, la despidieron. ``Cuando le pregunté la razón al gerente me respondió que me corrían porque estaba embarazada''.
Angélica y Reyna presentaron una demanda laboral contra Avon. No les va muy bien. Para sentarse a negociar, los abogados de la compañía exigieron que las ex consejeras se disculparan públicamente por los agravios cometidos contra la empresa.
Cuerpomático
Cuando el jefe de Graciela supo que estaba embarazada quiso despedirla, pero la chica protestó.
Entonces él, propietario de un consultorio médico, la tomó de los cabellos y estrelló su cabeza contra el escritorio. Luego la obligó a firmar un papel en blanco, y la echó a la calle.
Graciela denunció el caso a las autoridades laborales, pero apenas recibió el primer citatorio, el médico golpeador presentó -con el papel firmado en blanco- una denuncia por abuso de confianza contra la trabajadora.
Angela, secretaria de una fábrica de ropa, le pidió al dueño que pagara los gastos médicos que generaba su embarazo de seis meses, porque no tenía Seguro Social.
En respuesta, el patrón la acusó de robar mercancía y el 21 de diciembre pasado, junto con su hermano, encerró a la secretaria en su oficina para obligarla a firmar un pagaré.
Angela se negó, y entonces los sujetos advirtieron que la harían pagar ``con cuerpomático'', y después contrataron una patrulla de la Secretaría de Seguridad Pública para que la llevara ``de paseo''.
De regreso a la fábrica los patrones encerraron a la secretaria por
casi 6 horas. Cuando la sacaron de la oficina, Angela firmó todo lo
que le pusieron enfrente.
``¿Qué le costaba, seño?''
Martha dormía en el cuarto de servicio cuando los tres niños que
cuidaba entraron sigilosamente.
El mayor, de siete años, vació una botella de alcohol en la cama de la
niñera y después le prendió fuego.
La travesura costó a Martha quemaduras de segundo y tercer grado en
las piernas, y el regaño de su patrón que, al regresar a casa, reclamó
que permitiera jugar con cerillos a sus angelitos.
Después la llevó a un consultorio particular donde le proporcionaron
los primeros auxilios. Fue la única ayuda médica que recibió en 20
días, pues el patrón la mantuvo encerrada en su habitación sin
medicinas ni analgésicos.
Finalmente una tía de Martha se presentó al domicilio, en la
delegación Gustavo A. Madero, y como pudo rescató a la niñera.
Regresó una semana después a entregar un citatorio al patrón, pero
éste, en lugar de recibirlo, metió el papel en la boca de la
señora.
Lucía, representante de una empresa de telefonía celular, sufría el
acoso permanente de su jefe, casado y de 40 años.
``Me llamaba a la casa en los días de descanso para invitarme a
salir. Cuando contestaba mi mamá le decía que era mi novio''.
Lucía nunca aceptó las invitaciones del sujeto. El rechazo le salió
caro. El mes pasado fue acusada de robo por el hostigador junto con
otros dos compañeros.
``Cuando iba en la patrulla los policías me dijeron `híjole, le
hubiera hecho caso y se ahorraba estos problemas. Hasta lo hubiera
podido acusar de violación. Ya ve, que le costaba, seño''.
Lucía permaneció seis horas en los juzgados cívicos de la delegación
Gustavo A. Madero, pero nunca se le pudo comprobar la acusación. La
experiencia, sin embargo, dejó huellas: ahora la muchacha vive
prácticamente encerrada en su casa, temerosa de que pudiera ser
detenida de nuevo.
Una conducta normal, dice Jenny Cooper, en las mujeres que son
víctimas de tales injusticias.
``El hostigamiento sexual afecta muchísimo la productividad de las
trabajadoras, por el estrés a que las someten'', dice. ``El origen de
todo es el poco valor que se da al trabajo de las mujeres''.
-¿Donde es más común el hostigamiento?
-Está muy vinculado al poder, pero hay varios factores: la edad de la
trabajadora, si se trata de su primer empleo o regresa de una ausencia
larga... El condicionamiento social también influye, mientras menos
educación tenga es una víctima más propicia para el hostigamiento.
La boca del lobo
Margarita duró 47 días en su empleo, un taller mecánico donde se
realizan conversiones de autos nuevos.
Llegó gracias a un amigo que conocía al supervisor. Madre soltera de
30 años, trabajaba más que sus compañeros varones, porque no
descansaba los fines de semana.
Los primeros días le pagaron horas extras. Margarita estaba muy
contenta. ``Pensé: `caray, las mujeres podemos hacer todo igual que
los hombres, es cuestión de maña, no de fuerza'''.
A la tercera semana, sin embargo, las cosas cambiaron.
``Ese viernes (el supervisor) me mandó hablar a su oficina donde
siempre nos pagaban, me dijo `ten, allí está tu paga'. Eran 200
pesos. Le pregunté por qué, si nunca había faltado''.
-¿Cuánto le pagaban?
-500 pesos a la semana y supuestamente por los sábados y domingos iba
a ser una compensación fuerte. Por eso me pareció muy poco y le
reclamé, porque había estado trabajando duro. Y fue cuando me dijo que
si yo quería mantener mi trabajo y mi salario... tenía que acostarme
con él.
``Tienes de aquí a la hora de la salida'', sentenció el supervisor. Y
le dejó los 200 pesos.
Dos horas después regresó el sujeto. Margarita suplicó. ``Le dije que
cómo quería que se lo pidiera, por favor, de qué manera, que me
comprendiera, le expliqué la situación de mis hijos. Pero el nomás se
reía, me dijo que mis problemas no le importaban''.
Fue entonces que le apuntó a la cabeza.
``Después de eso me trató peor, me humillaba. Cuando le quise decir a
mis hermanos lo que pasaba ya era tarde, porque ya habían entrado a
trabajar también ellos. Y luego me puse a pensar no sólo en mis hijos
y en mí, sino en todos los muchachos que habían entrado''.
``Y por eso fue que accedí. Hubo días en que ya no me importaban, ni
mis hijos ni mi vida ni nada. Estuve una vez dispuesta a aventarme al
Metro, pero no sé si mi cobardía me hizo reaccionar y a lo mejor
gracias a eso estoy todavía aquí''.
El 4 de enero Margarita llegó al límite. El supervisor le ordenó que
hiciera un inventario de la herramienta del taller y sin esperar a que
terminara empezó a insultarla.
``Ya no aguanté más. Me le fui a los trancazos hasta que me
separaron... Después el dueño le habló a mi amigo (el que la contactó
con el taller) para decirle que estaba despedida porque le pegué al
jefe''.
Días después, todos sus amigos y familiares que trabajaban en el
taller (9 en total) también fueron despedidos.
-¿Por qué no denunció el abuso sexual?
-No, es meterme en la boca del lobo.
-¿Por qué?
-El dueño tiene muchas influencias. Además yo veía que a cada rato
llegaban judiciales a cargar y descargar paquetes... Quién sabe que
era, pero luego quedaban en los carros las boronas de
mariguana...
-¿Y su familia la apoya?
-Pos... Mi mamá piensa que yo soy la de la culpa.
Los nombres de las víctimas , excepto las
trabajadoras de Avon, fueron cambiados para protegerlas de posibles
represalias.
En México el hostigamiento sexual equivale a una falta
administrativa:
El artículo 259 bis del Código Penal del Distrito Federal establece:
``Al que con fines lascivos asedie reiteradamente a personas de
cualquier sexo, valiéndose de su posición derivada de sus relaciones
laborales, docentes, domésticas o cualquier otra que implique
subordinación, se le impondrá sanción hasta de 40 días de multa''
``Si el hostigador fuese servidor público y utilizase los medios o
circunstancias que el encargo le proporcione, se le destituirá de su
cargo. Solamente será punible el hostigamiento sexual cuando se cause
un perjuicio o daño. Sólo se procederá contra el hostigador a petición
de la parte ofendida''.
Así, en materia de legislación sobre el tema México es uno de los
países más atrasados del mundo. En Canadá, por ejemplo, los patrones
están obligados a impedir el acoso sexual contra las
trabajadoras. Incluso países como Costa Rica cuentan con una ley
específica.
administrativa