Hoy, mañana y el domingo, en el Salón 21
Rubén: el piano, mi juguete; se pierde el son tradicional: Ibrahim
Ernesto Márquez n En Cuba las paradojas brotan con tanta fuerza como la vegetación. Mientras un puñado de petulantes funcioanarios de la cultura oficial se afana en posicionar en el mercado internacional las nuevas ofertas de la salsa cubana, un grupo de veteranos músicos olvidados o subempleados siguen dando la pauta con una música de sabor tradicional y maneras de hacer correctas.
Con el pianista Rubén González y el cantante Ibrahim Ferrer a la cabeza, leyendas de la musifilia cubana, como el timbalero Amadito Valdés, el bongocero Roberto El millonario García, el trombonista Aguaje Ramos, el enorme contrabajista Orlando Cachaito López y el trompetista Manuel El Guajiro Mirabal, le dieron la vuelta a la manija y reinsertaron a Cuba en el mapa musical.
Ry Cooder les grabó un disco, el multicitado Buenavista Social Club con el que ganaron un Grammy, luego debutaron triunfales en el Carnegie Hall, para más adelante realizar una gira maratónica por países de Europa.
En aquella ocasión se dieron tiempo para visitar el DF con dos sendas presentaciones en el Hard Rock Live y el teatro Metropólitan. Hoy de nueva cuenta se encuentran en México dispuestos a refrendar el éxito y sus actuaciones se anuncian para hoy, mañana y el domingo en el Salón 21, sito en Andrómaco y Molière, Polanco.
Los jóvenes salseros cubanos opinan que lo de estos hombres es una especie de afortunado accidente, mientras que los viejos soneros dicen estar viviendo algo así como un encantamiento. "Es increíble, chico --exclama Ibrahim Ferrer, uno de estos héroes--, todavía hace unos meses yo andaba limpiando zapatos y, mira, ahora soy toda una personalidad".
Presente en la charla, don Rubén González ríe. Para este hombre de rostro afable y espíritu irredento, lo que está viviendo ahora se lo tiene merecido. "Me lo he ganado --dice orgulloso--. He trabajado tanto en esto que no me podía morir sin un reconocimiento de este tipo. No, no ha llegado tarde. Tarde hubiese sido después de la muerte".
Claro que la charla con estos dos grandes de la música afrocubana hubo de esperar a que don Rubén se desocupara, ya que el maestro no hizo más que llegar al hotel e ir corriendo a sentarse ante el piano para "calentar los dedos".
"Si por mí fuera, yo me pasaría todo el tiempo haciendo esto --nos dice con un dejo de niño travieso--. Usted no sabe, pero este instrumento es mi gran cómplice en la vida. El me da respuesta a todo. Y de él me valgo para comunicarme, para decir quién soy".
A punto de cumplir ochenta años, don Rubén asegura que el piano es todavía su juguete del alma. Es bien conocido que desde que la vejez pudo con su último amigo, el cual fue devorado por la polilla, acude allí donde halla cualquier cosa parecida a un mueble de madera con 88 teclas.
"Toco el piano en bares, restaurantes, asilos, en casas de amigos; es decir, en cualquier parte donde se pueda acceder", nos comenta don Rubén entre risillas.
--La música para ustedes lo es todo...
--La música siempre ha sido lo que a nosotros nos ha mantenido en movimiento. La música es el patrón de conducta nuestro. Yo no podría acusarla de ingrata porque siempre me ha tratado bien. Quizá la ingrata sea la gente, pero ni eso, porque donde me paro la gente acude a escucharme, lo que me alegra, ya que, como le decía antes, el público me comenta que mi música les llega muy profundo y que le provoca mucha alegría. Algo que me satisface, porque a mí me encanta la gente alegre.
"La música siempre ha sido nuestra savia --apoya Ibrahim--. Yo nací con el son y esa ha sido una fuente de inspiración. Soy de Santiago de Cuba, Ƒsabe?, y me hice cantando en agrupaciones de todo tipo hasta llegar a Los Bocucos de Pacho Alonso. Yo canto de todo: sones, guarachas, cha cha chá, mambos... Lo curioso es que siempre me ha gustado cantar boleros, pero nunca tuve oportunidad de hacerlo. Estaba destinado para las cosas más movidas y si viera cómo se me escuchan los boleros.
--Me han comentado que en Cuba hay celos de los salseros, por lo que han logrado ustedes.
"La envidia es la forma de reconocer el mérito de otro", apunta Ibrahím con voz pausada y actitud serena. "Yo siempre fui un músico entregado. Realicé infinidad de grabaciones y nunca se me reconoció. Nunca nadie me mencionó en sus discos. Ahora se empiezan a interesar en mí y hasta un cd con mis trabajos están por editar. Se trata de una selección de esas viejas grabaciones que hice con Los Bocucos y en las que nunca me dieron crédito. šQué curioso!, Ƒno?
--ƑY eso cómo lo toma Ibrahim? ƑComo un reconocimiento o una actitud oportunista?
--Como lo segundo, chico, porque qué casualidad que es hasta ahora que se me viene a tomar en cuenta, cuando antes no me tiraban ni un cable.
Narra Ibrahím que él se retiró de la música "por aburrimiento" y también por que ya no había plaza para un músico como él. "Me perdí de la escena y como la situación estaba un poco jodida me empleé como limpiabotas. Y no me da vergüenza decirlo, chico, yo tenía que llevarle de comer a la familia y debía de buscar el modo. Y ese era el modo".
--ƑLos músicos tradicionales como ustedes tienen trabajo en Cuba?
--No hay muchos espacios para la música vieja. Lo que manda ahora en Cuba es la timba, la cosa moderna... y yo no digo que eso esté mal, pero que sí hay que poner más atención a la tradición, que en la misma Cuba se está perdiendo.
Don Rubén asiente con la mirada.
"Gran parte de mi retiro lo dediqué a la docencia. Antes de que la polilla terminara con mi piano daba clases en la casa. Después lo dejé porque los muchachos estaban más interesados en el jazz y a mí no es que me disguste el jazz, pero soy de la idea de que hay que aprender lo de uno primero. Y lo de nosotros es la música cubana.
--ƑLe tienen en Cuba alguna consideración especial, don Rubén?
--No se crea que ya porque ganamos un premio (el Grammy) las cosas para nosotros cambiaron. No. El interés por nosotros viene de afuera. Ahora trabajo poco en Cuba. Lo que hago es ir con los amigos y descargar.
--ƑY cómo le hace para mantenerse en forma, maestro?
--Yo trato de no hacer tonterías. Como sano y no tomo nada de alcohol ni de cigarrito.
--ƑY usted, Ibrahim?
--Tratando de vivir de manera natural, luchando... y cantando .