Creación de Elisa Lipkau
En las ruinas del Templo Mayor, el espectáculo Visiones
Jaime Avilés n Cuando "aún no había espacio ni tiempo, y todo estaba en suspenso, y no se manifestaba la faz de la tierra, y sólo estaba el mar en calma y el cielo en toda su extensión, Omecihuatl y Ometecutli, de cuyo principio no se supo jamás, engendraron cuatro hijos: Xipe Tótec, o Tezcatlipoca Rojo, dios de los desollados; Tezcatlipoca Negro, el segundo y peor; Quetzalcóatl, señor de la noche, y Huitzilopochtli, señor del hueso...
"Entonces los dioses engendraron cuatro soles para que alumbrasen la tierra: Atobatiuh, sol de agua; Ocelotonatiuh, sol de tigre; Quiautonatiuh, sol de fuego, y Ehecatonatiuh, sol de viento. Y antes que hubiese día, se reunieron los dioses en Teotihuacan y formaron a Ollin Tonatiuh, el sol del movimiento, nuestro sol...".
Con estas palabras mágicas, en el silencio espectral de las ruinas del Templo Mayor, al conjuro de un sacerdote indígena que soplará un caracol, "volteando hacia los cuatro rumbos del cosmos para pedir permiso a los dioses del pasado y del presente", hoy, noche de luna llena, a partir de las 19:30, y si los dioses en efecto lo permiten, comenzará la primera representación de Visiones, el espectáculo de poesía y danza y teatro y música y video y acrobacia y rapel, con más de 30 actores en escena, concebido a partir del dolor de la joven maestra Elisa Lipkau, creado por ella y por su madre, la reconocida coreógrafa Graciela Henríquez, para iluminar y devolver a la vida los horribles delirios que sufría el rey Moctezuma antes de la invasión de Hernán Cortés.
Musicalizada por Jorge Reyes, Antonio Zepeda y José Navarro, con un vestuario de Jarmila Dostánova diseñado a partir de los códices Mendocino y Florentino, la puesta se sitúa en las dos puntas del tiempo, el tiempo de Moctezuma y el tiempo nuestro, cuando, ahora como entonces, todo lo conocido se disuelve en la oscuridad y la luz engendra formas aterradoras que anuncian un futuro insoportable.
A lo largo de hora y media de constante bombardeo a los sentidos del público, en un escenario de tres planos que integran una doble escuadra en torno del Templo Mayor --el sitio más sobrecogedor e imponente de la ciudad de México--, Visiones apela a todas las manifestaciones de la belleza para condensar la tragedia que dio origen a nuestra cultura: la conquista militar, con sus caudalosos ríos de sangre indígena, y la conquista religiosa, con su aplastante carga de castración y de culpa eterna, que auspiciaron sin embargo la cruel amalgama de nuestro mestizaje.
Arte zapatista, en la medida que hace de su discurso de lenguajes múltiples un alegato a favor de la pluralidad incluyente, pues culmina con una explícita exhortación a la esperanza de "un mundo en donde quepan todos los mundos", Visiones contempla con ojos didácticos los mitos fundadores de la "unidad nacional", como instintiva respuesta, quizá, a las evidencias de todo aquello que la globalización está diluyendo.
Inscrita en el XV Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México, Visiones será representada hoy y mañana a las 19:30 y 21:30, y se despedirá el domingo a las ocho de la noche. Boletos en Ticket Master y en la taquilla del museo del Templo Mayor (a espaldas de la Catedral Metropolitana).