Ya tengo tres muertos
Que no cambio por nadie.
Ramón mi primo el poeta
Jaime mi padre el torero
Galo el periodista mi
hermano mayor.
Escribo sus nombres
en riguroso orden
de desaparición.
Como los nuevos niños
los nuevos
muertos también se van
poco a poco
tirando del burro.
Qué mierda.
Las cosas que se aprenden...
Al verme aplastado por esta muerte que me ha hecho perder a uno de mis mejores cómplices, el alto mando de La Jornada me da instrucciones inapelables. Obediente y confundido, me siento en el interior de un pequeño avión lleno de políticos mexicanos, que van a lo suyo, y de turistas argentinas, muy jovencitas y poco agraciadas en verdad, que hablan y hablan y hablan, asomando la cabeza por el pasillo y por encima de los asientos. Hora y media después, cierro por dentro la puerta de una habitación alfombrada, con dos camas matrimoniales, bar, televisor con películas porno en el canal 26, baño con tina, una mesa redonda, una sola silla y una terraza panorámica en el piso 18 de una torre, de la cual saltaré, me lo prometo, si esta noche tiembla en Acapulco.
Abajo, las luces de colores de la costera Miguel Alemán puntean la curva de la bahía. Tengo que darme un regaderazo, ponerme ropa fresca, salir por ahí, cenar, buscar un teléfono, que sé yo, hablar con alguien. Por suerte he traído la extraordinaria novela de Joanni Hocquenghem, A la sombra del Quinto Sol (Le stade azteque, en la versión francesa), publicada en México por Plaza & Janés, y hago en consecuencia lo peor que se le podría ocurrir a alguien en esta bella y espantosa ciudad-discoteca. Puesto que no me da la gana bañarme ni cambiarme de atuendo, entro en un elevador supersónico y con este libro debajo del brazo me pongo a caminar hacia el centro, hacia los vestigios del antiguo Acapulco, buscando los merenderos de birria y pozole que tanto le gustaban a mi abuelo paterno.
Qué pesadilla es esto. A cada paso hay un bar, atestado de gringos con músculos californianos, vistosos letreros en inglés y en español, y potentes bocinas que retumban con los bajos monótonos y absurdos de la música techno a todo volumen. A la entrada de cada establecimiento, por si faltara ruido, hay invariablemente un chilango con un megáfonos que berrea prometiendo la mejor diversión y los mejores precios, mientras en las banquetas, a la sombra de los teléfonos públicos, puñados de mujeres nahuatlacas, garapiñadas de niños, piden limosna hipnotizadas por el escándalo.
Este es el Acapulco que en los días terribles del huracán Paulina, el doctor Zedillo decretó que era necesario reconstruir antes que las barracas de los miserables de los cerros. No por nada, me dice una voz interior, en las recientes elecciones del 7 de febrero, el PRD, aquí en el puerto, superó al PRI por una diferencia de 40 mil votos. Aunque el PRI, merced a un fraude escandaloso, se adjudicó 18 mil votos de más para conservar la gubernatura. Cosa, replica mi voz interior, que aún está en veremos...
Félix Salgado Macedonio, el ex candidato del PRD, según esto, ``derrotado'' en los comicios, tiene tres elementos en su contra que opondrán toda la fuerza de sus respectivos poderes, para impedir que se le reconozca su legítima victoria en las urnas: a) la abierta animadversión personal del presidente Ernesto Zedillo; b) la oposición de los caciques, encabezados por Rubén Figueroa Alcocer; c) el narcotráfico -ligado a los gobernadores del sureste- que antenoche, en Ciudad Altamirano, capital de la Tierra Caliente guerrerense, asestó un primer golpe de muerte, con la clara intención de generar inestabilidad en Los Pinos, ahora que en el PRI ha empezado la lucha por la silla grande.
a) Prueba incontestable del desafecto que el titular del Ejecutivo federal abriga respecto de Salgado Macedonio, es la anécdota publicada el 24 de octubre de 1997 por el diario El Sur de Guerrero (hoy La Jornada-El Sur), que dirige el periodista Juan Angulo. Estaba el doctor Zedillo supervisando las tareas de rescate en uno de los barrios más dañados por Paulina en Acapulco, cuando un niño se le acercó a decirle que el agua que distribuía el Ejército le causaba dolor de estómago. Rodeado de funcionarios y reporteros, el Presidente lo increpó.
-¿Tú cómo te llamas? ¿Félix Salgado Macedonio?
-No, me llamo Javier -contestó el niño.
-¿Cómo ven al Félix? -dijo el Presidente-. ¡Andale, que te entrevisten los muchachos, haz un oso!
b) En vísperas de las elecciones guerrerenses, el ex gobernador Rubén Figueroa, autor intelectual de la matanza de Aguas Blancas -que por otra parte sirvió para forzar a Esteban Moctezuma a renunciar a la Secretaría de Gobernación en 1995-, se puso a recorrer frenéticamente el estado, diciendo a voz en cuello: ``¡Oiganlo bien! Si gana Félix, nos lleva la chingada a todos''.
Ahora que el fraude electoral ha sido consumado, y que el candidato del PRI, René Juárez Cisneros, ha sido recibido por el doctor Zedillo en calidad de ``gobernador electo'' -suerte que, en cambio, no ha tenido Leonel Cota Montaño, que el mismo día ganó limpiamente la gubernatura en Baja California Sur-, el Consejo Consultivo de Transporte de aquella entidad, es decir, el pulpo camionero de Figueroa, publicó el jueves 4 de marzo un desplegado en contra de Andrés Manuel López Obrador, dirigente nacional perredista, y lanzó una grave advertencia: ``Ellos (los líderes del PRD en abstracto), y nadie más, serán los verdaderos responsables de los daños que sufran la paz, la convivencia y el estado de derecho en Guerrero''.
c) El mismo 4 de marzo, por la noche, una vez que los caciques se hubieron lavado las manos con el desplegado en cuestión, dos pistoleros vestidos ostensiblemente con uniformes de la Policía Judicial del Estado, acribillaron a Aurelio Peñaloza, dirigente perredista de Ciudad Altamirano, que fue sorprendido en la puerta de su casa cuando regresaba de organizar a sus paisanos para el Exodo por la Democracia, que mañana domingo iniciará su larga caminata hacia la ciudad de México para impugnar pacíficamente el fraude electoral.
El asesinato de Aurelio Peñaloza García se produjo horas después del discurso pronunciado por el doctor Zedillo en el Distrito Federal, durante la conmemoración del 70 aniversario del PRI. En ese mensaje, el Ejecutivo fustigó con dureza a Manuel Bartlett y Roberto Madrazo Pintado, sin mencionar desde luego los nombres del ex gobernador de Puebla y del ``gobernador'' de Tabasco.
En círculos de la oposición hay quienes creen que Zedillo pospuso, erróneamente, un anuncio espectacular, según el cual el PRI estrenaría un mecanismo ``democrático'' -algo realmente asombroso- para escoger a su candidato a la Presidencia de la República mediante una competencia basada en elecciones internas.
Estaba tan cantada la carambola que incluso un periodicucho de la ciudad de México, que se exhibe en las esquinas dentro de unas misteriosas cajas de metal, se pasó la semana proclamando en un titular de grandes letras a ocho columnas: ``El PRI se la Rifa''. Inmerso en esta atmósfera ``aperturista'', tan cara a él, la mañana del miércoles, en un desayuno con senadores del grupo Galileo, el ex presidente Luis Echeverría intentó lucirse al recomendar, precisamente, una ``consulta abierta, (como) vía para elegir al candidato del PRI'' (según lo reflejó la carátula de La Jornada del 4 de marzo).
Pero llegó el momento estelar del cumpleaños del partido autoritario más antiguo del planeta, y el discurso presidencial que debía marcar un ``parteaguas histórico'', por decirlo de alguna manera, se quedó en una serie de vaguedades, postergando para mediados de mayo la fijación de las reglas que definan ``el marco de la competencia''. Horas más tarde -¿en señal de respuesta?- caía abatido Aurelio Peñaloza, víctima de una acción criminal diseñada para complicarle todo, antes que a nadie, al Presidente de la República.
Friedrich Katz, la máxima autoridad en el tema del generalísimo Francisco Villa, documenta en su magistral biografía del caudillo del norte que en México, hacia 1904, un sexenio antes del estallido revolucionario, había en nuestro país dos entidades federativas en las cuales la dictadura de Díaz concentraba sus esfuerzos en aniquilar a los opositores al régimen: Chihuahua y Morelos.
En lugar de atender las demandas de la gente, Díaz administraba la violencia por medio de los caciques locales con apoyo de la guardia rural, y cuando ésta era desbordada por los brotes de descontento, recurría al Ejército. Nada consiguió por ese camino. Al contrario, de Chihuahua y de Morelos, acabaron surgiendo las llamaradas que terminarían por incendiar al país.
Hoy, en medio de una situación que cada día se parece más a la de entonces, el régimen que se derrumba inexorablemente, tiene de nuevo ante sí dos entidades federativas en las cuales concentra sus torpes esfuerzos en destruir a sus opositores, imponiendo su política sin ley al costo que sea: Chiapas y Guerrero.
En el mitin del domingo pasado en Acapulco, al que asistieron Cuauhtémoc Cárdenas y la plana mayor del PRD, López Obrador leyó un discurso sumamente enérgico para advertirle al doctor Zedillo que el régimen ha incurrido en un gravísimo error, al violentar los anhelos de cambio pacífico y democrático de un pueblo que, salvo los hoteleros de la costera, se está muriendo literalmente de hambre, y que al ver cerrada la opción que ofrecían las urnas, y en alas de la desesperación, tiene la posibilidad de engendrar en sus entrañas una respuesta armada que hará palidecer los espantosos recuerdos que todos guardamos de la insurrección indígena de enero del 94 en Chiapas.
Sin embargo, pese a la severidad del llamamiento de López Obrador, el ``gobierno'' no ha reaccionado sino con nuevas manifestaciones de torpeza. Así, el miércoles, el pequeño Arturo Núñez Jiménez, coordinador de los diputados federales priístas, organizó en la Comisión Permanente del Congreso una suerte de embate retórico en contra de López Obrador, que no llegó siquiera a las primeras planas de los diarios de la tarde, mientras los verdaderos tiburones de la grilla fraguaban el asesinato de Aurelio Peñaloza -un hombre quizá escogido al azar- para acercar la llama a la pólvora.
El Exodo por la Democracia, que mañana sale de Chilpancingo, es a todas luces una medida -probada ya con éxito en Tabasco y años antes en San Luis Potosí- para contribuir a la distensión en Guerrero, difundir en todo México las dimensiones del fraude y exhortar a los supuestos dirigentes del país a revocar un fallo que ha cancelado la lucha pacífica en una entidad donde actúan ya cuatro organizaciones de campesinos alzados en armas y que representa una seria amenaza a la viabilidad de las elecciones presidenciales del 2000.
Es cuando menos un consuelo que, en su anencefálico discurso del jueves, Mariano Palacios Alcocer haya tenido la ocurrencia de decir que ``ya son tiempos de la política''. ¡Alabada sea la taza de café que lo sacó de su prolongado letargo! El Exodo guerrerense coincidirá en el tiempo, y en las carreteras del sur, con las peregrinaciones de los 5 mil delegados zapatistas que el viernes venidero saldrán de los cinco Aguascalientes de Chiapas hacia todos los rumbos de México. Ambas demostraciones de resistencia pacífica habrán de sumarse a las movilizaciones sindicales contra la privatización de la industria eléctrica nacionalizada, a la gesta de los estudiantes contra la desaparición del estatuto universitario que garantiza la educación superior gratuita y a la lucha de los artistas del teatro y de la danza por la UACB...
Todo ello en el marco de la guerra sorda por la Presidencia, que las facciones bandoleras del PRI han inaugurado formalmente, el pasado jueves, con el asesinato de Peñaloza.
En el tranquilo poblado de Tecamacharco, mientras tanto, los campiranos perredistas han tenido una ocurrencia genial para publicitar la olvidada contienda por la dirección nacional de ese partido, que se llevará a efecto de mañana en ocho en todas las plazas públicas del país. Con apoyos conseguidos aquí y allá, organizaron una vistosa carrera ecuestre en la que intervendrán sólo tres monturas, pero vaya qué monturas: los caballos percherones del Circo Loulou de Mixiotepec. Actores aficionados representarán a los contendientes principales: Jesús Ortega, Rosa Albina Garavito y Amalia García. El vencedor, simbólicamente, recibirá un paquete del tamaño del mundo.
-¿El vencedor? ¿Y qué tal si es vencedora? -dice el bobo Bob.
-Es que no habrá vencedora -dice el tonto del pueblo, bebiendo de pie en la barra de El Imperio de los Sentidos, en memoria de Galo Gómez, carajo.