La Jornada sábado 6 de marzo de 1999

IGUALDAD DE GENERO: PROPUESTAS Y REZAGOS

Aunque durante la segunda mitad del siglo XX se han registrado avances significativos en el ámbito de la igualdad entre los géneros, en el mundo todavía persisten graves injusticias y prácticas discriminatorias que limitan o francamente impiden a las mujeres el ejercicio pleno de sus derechos y sus libertades.

Al describir la situación de la mujer en este fin de siglo, datos provenientes de una organización tan mesurada como el Banco Mundial muestran un panorama terrible e intolerable: la violencia contra la mujer es una causa de muerte tan importante como el cáncer y provoca tantos padecimientos como los accidentes de tránsito y el paludismo combinados.

En nuestro país, a pesar de los esfuerzos oficiales, de numerosas organizaciones civiles no gubernamentales y de las propias mujeres, la condición femenina está, en diversos ámbitos de la sociedad, más cerca de la que imperaba en el siglo pasado que de las libertades y prerrogativas que deberían caracterizar al siglo venidero. Dos ejemplos de ello son la explotación a la que se ven sometidas las trabajadoras de numerosas plantas maquiladoras y la marginación que agobia a incontables mujeres campesinas.

En lo relativo a la violencia intrafamiliar, aunque en México no se cuenta con datos precisos sobre ella, estudios realizados por el Conapo revelan que 60 por ciento de la población habría sido víctima de ese tipo de violencia en algún momento de su vida. En gran parte de los casos, son las mujeres quienes padecen más esta indignante situación. No es de extrañar, por tanto, que México sea el segundo país del continente en cuanto al número de niñas y niños abandonados o que huyen del hogar, con grave daño para sí mismos y para la sociedad en general

Por otra parte, pese a que ųsegún estudios de Paloma Bonfil, consultora del Unicefų 33 por ciento de los hogares mexicanos están a cargo de mujeres solas, éstas reciben menores salarios y prestaciones sociales que los varones y deben educar y alimentar a sus hijos tratando de superar esa discriminación inaceptable y socialmente desestabilizadora. El hecho de que un tercio de las familias se encuentren en desventaja no sólo es una muestra de la conculcación de los derechos de millones de mexicanos sino que, también, compromete el desarrollo social, democrático y económico del país. La igualdad de oportunidades para ambos géneros debería, así, ser considerada como un asunto prioritario en la agenda nacional.

Con todo, las leyes penales en vigor castigan frecuentemente a las madres que se ven obligadas a abortar por no poder mantener a sus hijos o porque el embarazo podría poner en peligro su vida, dado su nivel de desnutrición o su escasa salud. En este sentido, cabe destacar la propuesta que diversas instituciones y organizaciones llevarán a la Asamblea Legislativa del DF para que el Código Penal vigente en la capital de la República permita el aborto -como ya sucede en la legislación de Yucatán y en la de diversos países europeos- por razones económicas o cuando la salud de la madre se encuentre en riesgo.

No se puede hablar de una real democracia cuando la mitad de la población, por razones de género, es discriminada y debe soportar fuertes cargas sociales que le impiden su desarrollo y amenazan su salud física y mental. Por ello, toda iniciativa política, legislativa, económica o educativa que coadyuve a que las mujeres ejerzan a plenitud y en igualdad de circunstancias sus derechos y libertades, y cuenten con los apoyos para revertir las inequidades que las aquejan, representa una medida esperanzadora y conveniente que debería ser apoyada por toda la sociedad.