n Señala que no se mantendrá indiferente o marginado de ese proceso


Utilizaré mi autoridad moral en la selección del candidato, dice Zedillo

n Plantea que militantes y simpatizantes elijan delegados que lleven los votos a un recuento final

Rosa Elvira Vargas n Ernesto Zedillo se deslindó formalmente: ''Yo no designaré al candidato del PRI a la Presidencia de la República'', aunque enseguida utilizó un ''pero'' con el que dejó perfectamente claro que en ese proceso no se mantendrá indiferente, ajeno o marginado, y que para ello utilizará ''toda la autoridad moral y política'' y su influencia, en una selección a la que ayer él mismo le fijó reglas y calendario. Todo, con la mira puesta en la ''inquebrantable convicción'' de ganar en el 2000 la elección presidencial y la mayoría en el Congreso de la Unión.

El mandatario planteó puntualmente las que llamó ''ideas'' a considerar en la selección del candidato: utilizar el voto universal, individual y secreto de militantes y simpatizantes del Revolucionario Institucional para elegir delegados a los que se otorgará ''el mandato de llevar los votos obtenidos a un recuento final'' en el que también tendrá participación la estructura sectorial y territorial del PRI.

Se trata de propiciar con esto, expuso, la construcción de un progresivo ''consenso democrático'' que a partir de la suma de las mayorías locales culmine ''en un acto de unidad indiscutible''.

Porque, enfatizó Ernesto Zedillo, para triunfar se requiere de mucha, mucha unidad y que cada priísta reconozca que la mayor prioridad de todos es la unión del partido y trabajar para su fortaleza, sin egoísmos ni ambiciones vanas. Dijo tener ''entera confianza'' en que el sistema de designación que delineó ''dejará a todos los priístas satisfechos'' de la democracia interna y unidos en torno a quien resulte vencedor.

Temprano este jueves, el jefe del Ejecutivo pronunció en el auditorio Plutarco Elías Calles, de la sede nacional del PRI, un discurso de 45 minutos. Ayer se cumplieron 70 años de la fundación del partido en el poder y sus militantes, más que la recordación de la efeméride, esperaban precisamente por aquello que el Presidente aclaró con amplitud: cómo será la designación del candidato presidencial del tricolor.

Antes de esto, sin embargo, recordó en el cónclave priísta cuál ha sido su postura frente a lo que tradicionalmente fue la función de ''gran elector'', hasta apenas el sexenio anterior, del Presidente de la República. ''Me comprometí a no ser ni el gran elector del PRI, ni a actuar unilateralmente para designar a ningún candidato a ningún puesto de elección popular. Así ha sido y así seguirá siendo hasta el último día de mi sexenio''.

Enseguida, Zedillo confrontó a quienes han adelantado los tiempos de la sucesión, y subrayó que es de llamar la atención que algunos militantes del PRI ''últimamente estén reclamando como algo novedoso, e incluso en algunas ocasiones en tono poco comedido, precisamente lo que ofrecí desde mi campaña electoral y que he venido cumpliendo escrupulosamente'', y entonces, llamó a quienes ''ahora tienen este nuevo entusiasmo democrático'' a que contribuyan ''con igual vehemencia'' a la unidad del tricolor.

Insistió: ''No he sido el gran elector del partido ni jamás actuaré contra mis convicciones ni contra la democracia interna que los priístas estamos construyendo''. Palabras después, y tras reiterar que no designará candidato a la Presidencia, el mandatario usó el ''pero'' que aclaró todo: ''No acepto que se pretenda torcer el sentido de lo que he dicho, acerca del papel que en la selección de nuestro candidato me corresponde como Presidente de la República, surgido del PRI y electo por el voto popular''.

Enfático, planteó que quienes utilizan su compromiso de que no designará candidato ''para decir que es un proceso en el que no me voy a meter, que es un proceso del que me mantendré indiferente o ajeno, que es un proceso del que me quedaré marginado, se equivocan por ingenuidad o porque maliciosamente pretenden una ventaja indebida''.

Por el contrario, en absoluto reclamo a la prerrogativa que, argumentó, le asiste como militante de toda la vida, y como presidente electo con la mayor votación de la historia, ''tengo pleno derecho y toda la autoridad moral y política para opinar sobre las características del proceso de selección'', que debe ser democrático, transparente, ordenado y justo, y llegar a la contienda del 2000 ''con un candidato fuerte y con un partido unido''.

En esa descripción del método, el jefe del Ejecutivo destacó también la necesidad de ''penalizar severamente'' el uso de recursos públicos con fines de promoción personal, y al hablar de los tiempos que se seguirán durante el proceso, dijo que los marcará el objetivo final de tener éxito en la contienda del 2000 y no las ''presiones personales o los intereses de grupo''.

Marcó asimismo la primera quincena de mayo próximo, como la fecha en que ųluego de las deliberaciones y consultas correspondientesų los órganos partidistas emitan las reglas, los tiempos y características del proceso de ''selección democrática''.

Una vez más, puntualizó que en una votación popular, su sufragio será ''uno más'' con igual valor al de cada ciudadano, ''pero también hoy vuelvo a dejar perfectamente claro que en el proceso de selección democrática de nuestro candidato, utilizaré toda mi autoridad moral y toda mi influencia político-partidista para que se respete la democracia interna que los priístas estamos construyendo''.

Palabra recurrente en el texto presidencial fue ''unidad''. Esta, destacó, debe ser la mayor prioridad de los priístas. Advirtió también que en la democracia, quienes contienden con lealtad en una competencia equitativa, asumen el compromiso de acatar la voluntad de la mayoría, se comprometen a aceptar y apoyar sus resultados y a preservar y fortalecer la unidad.

''Quien decide competir ųresumióų asume la responsabilidad política de aprovechar los espacios y las oportunidades que el partido ofrece, y asume también la responsabilidad moral de reconocer los resultados y sumarse con entusiasmo al vencedor''. El PRI demanda que todas sus fuerzas y que todos se fijen la inquebrantable convicción de ganar los comicios del 2000 y probar que ese ''es el partido del futuro de México''.

El presidente Ernesto Zedillo, que en su texto había precisado también que su relación con el Partido Revolucionario Institucional es congruente con el desarrollo del país y con un ejercicio de la Presidencia apegado a la ley, y a una ética claramente democrática en una conducta que no variará, afirmó que respeta a todos los partidos políticos, pero que tiene convicción priísta y que el decidido impulso que ese organismo ha dado a la democracia en el país, debe corresponderse ahora ''con un firme impulso a la democracia interna''.

Para abordar las normas de la designación de candidato, Zedillo había recordado que su compromiso de la sana distancia entre el gobierno y los partidos políticos se refería al cumplimiento de aquello que les marca la Constitución como el espacio que debe existir entre ambos, ''y no otra que tendenciosamente se ha querido propalar''.