n Luis Hernández Navarro n
Privatización eléctrica: las canonjías
Conforme el tiempo pasa, la iniciativa del presidente Zedillo para privatizar el sector eléctrico se topa con más obstáculos. Desde que se anunció la medida era evidente que no había un consenso nacional sobre el tema. Ahora es claro que la oposición a la reforma ha crecido y se ha diversificado.
Un termómetro para medir tanto el nivel de resistencia a la propuesta como sus inconsistencias internas es la intervención del director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en la Cámara de Senadores, el pasado 24 de febrero. La presentación de Alfredo Elías Ayub dejó en muchos de los legisladores, incluidos los del PRI, un mal sabor de boca y más dudas que certezas. Estuvo llena de errores técnicos y grandes lagunas informativas, y no respondió a importantes cuestionamientos que se le hicieron. El senador del PRI José Trinidad Lanz Cárdenas, uno de los presidentes de las comisiones unidas dictaminadoras de la Cámara, tuvo que señalar que no es intención de su partido sacar el proyecto a "rajatabla", y que no había un compromiso para aprobarlo en el próximo periodo ordinario de sesiones.
En la reunión con los senadores, Elías Ayub deformó la realidad del sector eléctrico, pretendió maquillar los problemas que acarrearía la privatización del sector y evidenció un gran desconocimiento de la institución que preside. Por ejemplo, señaló que la CFE se creó para "acelerar la cobertura del suministro", cuando se formó con el objetivo de cubrir las enormes deficiencias de las empresas privadas que controlaban la actividad a finales de la década de los treinta.
Con el afán de disminuir las cualidades de la empresa estatal, el director de la CFE indicó que "la productividad, eficiencia y calidad del servicio público de electricidad que presta la comisión se han mantenido en niveles comparables con las buenas prácticas internacionales", cuando es un hecho público que los niveles que tiene en estos rubros son en realidad superiores al promedio internacional.
Desconocedor del sector, Elías Ayub afirmó que "en cumplimiento de las políticas energética y ambiental del gobierno federal, se han adecuado algunos generadores de vapor para el uso de gas natural como insumo energético, lo que aumenta la eficiencia en el uso de los equipos y reduce de manera muy significativa las emisiones al medio ambiente". En contra de lo que el titular de la empresa dice, los estudios técnicos muestran que un generador de vapor que quema gas tiene una eficiencia 4 por ciento menor que con otro combustible. Otra cosa son las plantas generadoras de ciclo combinado, pero en ese caso no debería hablar de "generadores de vapor".
Con escasos conocimientos técnicos, el funcionario de la CFE asentó que "50 por ciento de la capacidad de generación tiene una antigüedad mayor a 15 años, además de que existe diversidad de componentes de las centrales generadoras, lo que propicia obsolescencia tecnológica de refacciones..." Olvidó decir que las plantas generadoras se diseñan para tener una vida útil de 30 años y muchas trabajan 50, y que las refacciones no existen, pues la mayoría de las plantas se fabrican a la medida.
Tratando de estrenarse como prestidigitador, Elías Ayub presentó una serie de problemas que la comisión debe enfrentar escondiendo que éstos no pueden ser resueltos por la reforma del Ejecutivo. Ese es el caso, al menos, del fondeo de los pasivos laborales de los trabajadores electricistas, y del elevado nivel de subsidios de las tarifas en México. Obviamente, diga lo que diga el funcionario, ninguno de estos dos problemas serán solucionados por la privatización del sector. El señalamiento de que los inversionistas privados deben asumir mayores riesgos y se les debe alentar "a reducir costos e invertir en tecnología de punta mediante la competencia" es puro rollo.
La lista de equívocos cometidos por el titular de la CFE en su reunión con los Senadores llena varias cuartillas. Abarca lo mismo afirmaciones sobre la situación de la empresa que acerca del papel de la iniciativa privada en el sector. Si su objetivo era "vender" a los legisladores la propuesta de privatización aún a costa de la verdad, el resultado fue otro. Mostró que, tal y como lo señaló el SME, las verdaderas canonjías (cargo de mucho provecho y poco trabajo) en todo este asunto no son --como Elías Ayub lo afirmó-- las prestaciones de los trabajadores electricistas, sino el que él se encuentre al frente de un sector que no conoce. Habrá quien diga, sin embargo, que eso no importa.
Después de todo, no llegó allí para mejorar la empresa, sino para liquidarla.