n Presentará en México Caracol y otros cuentos


En Panamá prevalece la idea del escritor bohemio: Jaramillo Levi

César Güemes n A lo largo de los más recientes 30 años, Enrique Jaramillo Levi ha escrito y publicado exactamente 141 cuentos, material con el cual ha conformado Duplicaciones, El búho que dejó de latir, Ahora que soy él, El fabricante de máscaras y Tocar fondo. En esta ocasión regresa momentáneamente a México, a fin de presentar su nuevo libro, Caracol y otros cuentos, con el que se convierte en el primer autor de nacionalidad panameña en el catálogo de Alfaguara. Con él, quien ha trabajado buena parte de su obra en nuestro país, es la plática.

ųDos de los tres apartados de Caracol y otros cuentos fueron escritos en México, particularmente en Querétaro, y el restante en Panamá. ƑInfluye en el ánimo narrativo la situación geográfica donde se trabaja?

ųResidí del 81 al 93 en la ciudad de México, luego regresé a Panamá y posteriormente vine a vivir a Querétaro del 93 al 95. En esta segunda estancia hice los cuentos que corresponden a los apartados de Fisuras y Tocar fondo, que aquí se recupera. En ellos veo varios elementos presentes con referencia a esto que mencionas: son textos en donde priva la nostalgia, recreo ahí el ambiente de mar, de playa, de costa. Otra característica es que algunos de los trabajos hechos en Querétaro son el resultado de ejercicios de taller que le ponía a mis alumnos, ejercicios a los que yo mismo me sometía. Cuando doy cursos o dicto talleres, trato de bordar mucho sobre la asociación de ideas. Por ejemplo, les pedía a los compañeros que escribieran un cuento a partir de una línea común que yo les decía. Eso implica que a partir de cualquier hecho se puede hacer una historia, porque dentro de uno hay referentes e imaginación.

ųƑPermitió que pasaran algunos datos autobiográficos al volumen?

ųDe cierta forma sí. El vendedor de libros, uno de los relatos más amplios del volumen, versa sobre un escritor que soy yo mismo en el fondo. En los países centroamericanos, donde el aspecto promocional de la literatura casi no existe, los que escribimos tenemos que ser editores y promotores de la propia obra. El único camino es salir del país, obtener un premio o algo similar. Es lo que me ha pasado a mí. Cuando vine a México me di cuenta que algunos escritores se quejaban mucho de la falta de difusión de su obra aquí. Pero México para un escritor centroamericano es un paraíso. Finalmente, aquí hay un Conaculta, que a pesar de todos los defectos que se le noten realiza trabajo en favor de los escritores. Algo así sería impensable en Centroamérica. El Estado no invierte para nada en literatura.

ųPoco antes de comenzar la entrevista me hablaba de ostracismo hacia las letras en Panamá, una manera muy directa y muy cruda de calificar el hecho.

ųNosotros en Panamá tenemos excelentes escritores, sobre todo poetas y cuentistas. No contamos todavía con la gran novela, salvo dos casos, El ahogado y El desván. Aparte de eso hay muy buen nivel en los otros dos géneros, pero sólo se conocen ahí dentro. Con excepción de los lectores de siempre, las personas en general no han logrado hacer la conexión entre literatura y vida, se mantiene la idea de que el escritor es un bohemio que no sabe qué hacer con sus ratos de ocio y se pone a llenar páginas. No les resulta claro que la literatura es un reflejo de la vida que va detrás de la fachada de las cosas. En Panamá estamos esclavizados por la subcultura de la televisión y los juegos de video. No se lee. Esta realidad es muy difícil de combatir en un país como el mío, con menos de tres millones de habitantes, fundamentalmente dedicado al comercio y los servicios. Hasta hace poco fuimos una nación colonizada, ahora con los nuevos derechos sobre el canal vamos a ver qué hacemos con la soberanía recuperada y si sabemos manejarla.

ųUn sello a lo largo de las tres áreas del libro es que son cuentos intimistas. La apuesta es doble: no hace novela y no retoma el nuevo auge de la narración de aventuras.

ųNi tampoco la veta histórica, que es algo también en boga. No tengo vocación de historiador. Siempre he sido intimista y es totalmente cierto que en este momento puede ser muy difícil acceder a un público que está acostumbrándose a otra temática. Aunque sabemos que las modas y las tendencias van y vienen. Creo que el ser humano siempre lo es y Caracol... es mi libro más cercano por todo lo que tiene que ver con mi vida. Aunque he tratado de disfrazar o ficcionalizar algunos hechos, ahí está mi vida. Muchos de los cuentos aquí reunidos han sido una terapia, si bien trato de hacer una obra decorosa para que cualquier lector pueda seguir a los personajes e identificarse con ellos.

ųDiga por último qué lo ha detenido de hacer novela si cuenta con todos los ingredientes.

ųTengo una, escrita hace 24 años, Ciclos de acecho, que es el nombre del primer cuento de Duplicaciones. Al paso del tiempo me ha dado flojera revisarla y veo que está rebasada temáticamente, habla de mis años de estudiante en Estados Unidos durante los años de la guerra de Vietnam. Tendría que rehacerla. La estructura de esa novela es que cada capítulo es un cuento. Prefiero construir algo nuevo. No me ha nacido la necesidad de hacer una obra larga.

ųEs, entonces, un acto de voluntad alejarse de la narración larga, Enrique.

ųAlgo así, aunque tampoco sé si es un defecto, pero puedo decirte que soy un escritor de corto aliento. Mis cuentos tienden a ser muy sintéticos, de unas cuantas páginas hasta un párrafo. Toda distancia guardada y dicho con todo respeto, pero Horacio Quiroga hizo siempre lo que deseaba y nunca trabajó una novela. Soy cuentista y luego poeta y ensayista. No me arrepiento. Seguiré con el relato hasta que ya no pueda más.

(Caracol y otros cuentos se presentará este miércoles a las 19:30 en el Centro Cultural Juan Pablos, con los comentarios de Francisco Segovia).