n Desde hoy exhibirá su trabajo en la galería Pecanins
La plástica de Genoves, luz al final del túnel
Merry Mac Masters n El pintor español Francesc Genoves (Barcelona, 1944) recuerda su llegada a Nueva York en 1984:
"Fue un shock. Venía de Andorra, un principado chiquito de 40 mil habitantes, que está entre Francia y España. Allí vivía una vida burguesa y tenía todo, y me voy a un mundo totalmente diferente donde la realidad es tan distinta a como tú te la imaginas. Me sentía inseguro y todo me daba miedo. Me fui a vivir a Nueva York en una época en que, por el cambio de la peseta frente al dólar, todo era carísimo. Entonces, me tuve que ir a vivir a Harlem. Era como si estuviera viviendo continuamente en una película".
Cuando Genoves arribó a la Gran Manzana, su modo de pintar era todavía muy "romántico": "Todo era muy bonito, muy depurado, muy bien pintado, con unas mujeres hermosas y mucho contenido poético".
En la urbe de hierro, no obstante, conoció a la crítica de arte Barbara Rose, que había sido la compañera del pintor Frank Stella, y la invitó a su estudio cuando todavía vivía en Harlem. "Me vio pintar y dijo 'šah, está muy bien!, pero, Ƒqué haces viviendo en Nueva York y pintando así?' No es que está mal, es la pintura europea, bonita y nada más. Pero si Nueva York no te aporta nada, vete, porque no veo la influencia de la ciudad. Es como si tú vivieras en un paréntesis".
Después de ese episodio, Genoves se quedó dos meses sin pintar, aunque pensativo. Había tomado el comentario de Rose como una crítica "positiva", como si le hubiera dicho despiértate, "estás viviendo en una ciudad que continuamente está aportando mensajes, absórbelos y a ver qué sale".
A partir de entonces el artista empezó una nueva etapa de su trabajo. Lo que siguió fue una época de desilusiones, es decir, de las máscaras. "Durante varios años desconfiaba de todo el mundo. Pensaba que todos llevaban continuamente una máscara en su vida, o sea, que el mundo era una gran máscara. Así trabajé mucho tiempo hasta que me di cuenta que había otros valores, que efectivamente había gente que llevaba una máscara, pero de vez en cuando se la sacaba dejando ver su verdadero yo". Así fue como su trabajo empezó a ser una consecuencia de lo que Genoves estaba viviendo.
Algo que tuvo un gran impacto emocional en el pintor fue el haber conocido al fotógrafo norteamericano Robert Mapplethorpe en el final de su vida, cuando ya estaba muy enfermo. De allí salió su Suite Mapplethorpe, de técnicas mixtas sobre tela y lámina, 27 de las cuales serán expuestas a partir de hoy en la galería Pecanins, junto con una tela de tamaño grande.
Genoves se describe como una persona obsesionada con una serie de conceptos, como la muerte, la inseguirdad de las cosas, la fugacidad de los encuentros, así como la impotencia, todo lo cual da pie a sus cuadros.
Su obra expresionista necesita siempre de una connotación figurativa. Al referirse a las figuras que pueblan la Suite Mapplethorpe apunta que lo que impera es la soledad, la impotencia.
Además, el sexo está muy marcado, así como la sumisión ante el mismo, es decir, "toda una serie de situaciones muchas veces vejativas que ese señor pasó, le gustó y están inmersas en su obra. A mí me impactó siempre su trabajo por esa crudeza. También me impactó su propio final, ser tan impotente delante de la enfermedad. Es como si la vida te pasara la factura de todos tus actos. Aquí, en cierto modo, es eso. Si tú miras mis cuadros es como la impotencia del hombre delante de una serie de acontecimientos que le van a caer encima o que le caen. Humildemente es como un homenaje a toda esta vida tumultosa".
Envuelven a sus pequeñas figuras, que no son representaciones de Mapplethorpe, sino que podrían ser "tú o yo", un colorido en general oscuro, tirándole más a la pintura europea, de cierta influencia española, muchos marrones, aunque también hay tonos vivos, como el rojo y el azul.
Genoves, quien se confiesa admirador de Francis Bacon, apunta que en todos sus cuadros siempre hay puntos de luz como la salida del puente oscuro en el cual a veces estamos metidos.
Señala: "A mí me gusta la pintura que constantemente te aporta emociones. Para mí un cuadro no tiene que ser un elemento muerto, más bien tiene que ser un elemento como la música que depende de estados de ánimo. Cuando acabo mis obras generalmente viven conmigo un tiempo y si todos los días me dicen lo mismo las elimino".
(Francesc Genoves. Suite Mapplethorpe, será inaugurada hoy, a las 19:30, en la galería Pecanins, Durango 186, colonia Roma.)