El poeta William S. Merwin transmite con su sola presencia una notable serenidad que contrasta con los jadeos y ansiedades de otros poetas ocupados en la feroz tarea de empujar, dar codazos y piquetes de ojo para ubicarse en las páginas consagratorias del canon literario que periódicamente elaboran las distintas iglesias y sectas de los escribas, fariseos y humildes plumíferos. El prodigioso patio del Instituto de Bellas Artes de San Miguel de Allende fue el escenario en el cual se movió por unos días un grupo de poetas estadunidenses y mexicanos observados con interés, compasión y un poquito de sorna por los alumnos de la Semana de Poesía organizada con precisión imaginativa por Jennifer y Barbara Clement. Estas tres actitudes combinadas son las más recomendables para escuchar a los poetas en plena efusión verbal. El interés solo, la compasión sin matices o la pura sorna no son útiles. En cambio la suma de las tres, administradas en las proporciones justas, da a una semana entera dedicada a leer, escuchar, estudiar, sufrir y gozar poemas, un tono agradablemente humano y una interesante prestancia artística. Aridjis, Mendiola y el bazarista fueron los locales, Merwin, Clement, Snodgrass, Schulman, Shikab y Nye representaron las distintas regiones del melting pot, y Go Poh Seng trajo, desde Singapur y Vancouver, su propia voz y la de su pueblo agredido por déspotas foráneos y folclóricos. Martha Black Jordan, poeta y traductora, leyó sus poemas y con pericia y generosidad trasladó al alma de la lengua inglesa las palabras de sus compañeros mexicanos. De esta experiencia obtenemos algunas regocijadas conclusiones: 1. La presencia de Merwin pasó totalmente inadvertida para los diarios de la ciudad capitalina. El sereno poeta viajó de su isla hawaiana a California y a León. No pasó por la magna y única caja de resonancia y, por lo mismo, su palabra en tierras mexicanas no resonó. Esto le produjo un gran regocijo y la delicada sensación de inexistencia que tanto contribuye al perfeccionamiento de la modestia y al desprendimiento del ego que, a veces, contribuye a enriquecer el trabajo poético, pues permite un oportuno distanciamiento. No olvidemos que es necesario huir de los poetas que no paran de hablar de sí mismos, pues por lo general su autobiografía es más aburrida que sus poemas. Así pues, recomendamos a los escritores que no estén interesados en la publicidad y en la aparición de su vera efigie con fondo de libros bien empastados, que eviten el paso por la ciudad de México-Tenochtitlan. De esta manera, podrán participar en toda clase de mesas redondas, recitales, conferencias y demás impudicias públicas y todo quedará oculto en el ``rinconcito provinciano'', ese lugar que para el monstruo plomizo, ensimismado y tentacular es algo más lejano y exótico que el territorio de la Mongolia interior. 2. Este tipo de reuniones y de intercambios tiene una moderada utilidad, tanto para los poetas como para el público y los inscritos en el curso. Escuchar y gozar la lectura de los poemas escritos por compañeros de otras latitudes y participar en el proceso de traducción, son actividades que rompen el ensimismamiento y abren el alma a influencias y nuevas presencias enriquecedoras. En estas reuniones se trabaja en serio. ``Lo demás es vanidad de vanidades, soledad de soledades que dijo el Eclesiastés'', advertía Machado en su ``Poema de un día''.
Hace unos meses, en la sede del excelente Instituto Cultural Mexicano de San José de Costa Rica, el bazarista (que agredió a los atentos y corteses ticos con un recital compartido con el ingenioso e inteligente poeta peninsular, Luis Alberto de Cuenca, y dio una prolija charla de la que salió más o menos bien parado Ramón López Velarde), el poeta Jorge Valdés-Díaz Vélez (Director del Instituto que, gracias a su acción y entusiasmo, ocupa ya un lugar importante en la vida cultural del Valle Josefino), y los amigos y amigas de un país que lleva la democracia en el alma, nos sentamos a hablar de Eunice Odio, su poesía, su vida en México, sus amores y desamores, su muerte y su permanencia en algunas memorias. Pronto publicaremos unas visiones y revisiones de Eunice Odio. En ellas se hablará de la amistad, la belleza femenina, la poesía y el alevoso destino. HGV
¡No hagan olas! Este grito, más allá de la escatología que remite a un mal chiste y más acá de la famosa ola mexicana en los estadios, es el que lanzamos desde esta abrumada Redacción. La cantidad de textos de todos colores y sabores, géneros y subgéneros, superextensos y casi haikuescos o monterrosianos, nos está literalmente ahogando. La capacidad de pergueñar escritos de nuestros lectores y potenciales escritores y/o colaboradores es muy superior a nuestra facultad de lectura y dictamen. Esto, por supuesto, habla muy bien de los primeros -y de la literatura mexicana en general-, y muy mal de los segundos. Sin embargo, a manera de frágil disculpa les hacemos notar que, por causas de fuerza mayor ($$$$), desde hace tiempo La Jornada Semanal bajó de 20 a 16 páginas. Así pues, les pedimos a nuestros colaboradores espontáneos que nos permitan ponernos más o menos al día, dándonos un receso de cuatro meses, es decir: por favor, no nos envíen textos no solicitados expresamente, porque no podemos ni siquiera almacenarlos. Gracias. Una fé de herratas para Alforja. En nuestra sección ``Fichero'' del número anterior (207) se nos fue el avión a la hora de buscarle casa editorial al número VII de la revista de poesía Alforja y la encontramos en el colofón, donde aparece el crédito de Juan Pablos. Su editor (de la primera, claro), José çngel Leyva, nos habló para aclararnos amablemente que Juan Pablos sólo les maquila la impresión, y que la revista pertenece a la Fraternidad Universal de Poetas y su dirección es colectiva. Vaya pues una disculpa para Alforja y, por supuesto, para nuestros lectores. Vale. Los poetas de Cuadrivio. Este es el título de un ciclo de conferencias que nuestro amigo, colaborador y poeta Eduardo Milán impartirá en la Casa del Poeta (çlvaro Obregón 73, col. Roma) todos los jueves de marzo a las 19 hrs. Milán propone una relectura de los poetas que aparecen en el libro de Octavio Paz, empezando el primer jueves 4 con Rubén Darío; el 11 tocará el turno a Ramón López Velarde; el 18 hablará de Fernando Pessoa, y cerrá el ciclo el 25 con Luis Cernuda. Las conferencias se llevarán a efecto en el Salón de Usos Múltiples de la que fue casa de López Velarde y la entrada es gratis; sólo se requiere buena voluntad y una insaciable curiosidad. Un artista salvadoreño de la caricatura. El Conaculta, el INBA, el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte de El Salvador y el Museo José Luis Cuevas lo invitan a usted, tiralíneas (de puntilla y tinta china, no de política) lector(a), a la inauguración de la exposición Toño Salazar. La caricatura como metáfora. Esta tendrá lugar el martes 2 de marzo, a las 20 hrs. (y durará hasta el 16 de abril, por si no puede llegar), en el susodicho museo, que se encuentra en Academia 13, Centro Histórico. Habrá valet parking, coctel y conductor designado, así que no se la pierda. (Además, acá entre nous, El Fisgón dice que el maestro Salazar, ya fallecido, es un chingón. Usted dirá.) Intimidad de los felinos. Lectorum y el Instituto Cultural Helénico lo invitan a usted, gatófilo(a) lector(a), a la presentación del libro de la colección Marea Alta, El sueño de los gatos, de Edmée Pardo. La cita es en la Capilla del Instituto Cultural Helénico (av. Revolución 1500, col. Guadalupe Inn) este jueves 4 de marzo, a las 19:30 hrs., y participan: Rafael Cauduro, Aline Pettersson, Hebe Rosell y la mismísima autora. Jazz con la NDR-Big Band. Este viernes, a las 20:30 hrs., en la Sala Nezahuacóyotl, se presenta esta banda de jazz que es ya un clásico contemporáneo, y está formada por 18 músicos de primera clase, entre ellos, Christof Lauer. El conjunto ha sido invitado por la Dirección de Actividades Musicales de la UNAM. Para gozar de este espectáculo usted sólo tendrá que apoquinarse con 120 casi luznacionalizados para segundo piso, 180 de pan-con-lo-mismo en orquesta-coro y 250 fobaproanos en primer piso. Claro, con riguroso descuento de 50% para estudiantes y profes de la UNAM y miembros del INSEN con credencial y seguro de vida actualizados. CG-T texto:
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civilización y cultura (II)
En un ensayo de 1830, Mill enumeró, con su habitual claridad, los pros y contras de la civilización. Su lista dice así: la humanidad ganó en multiplicación del confort físico, avance y difusión del conocimiento, disminución de las supersticiones, facilidades en el intercambio con los demás, amabilidad en el trato y los modos de conducta, disminución de guerras y conflictos personales, progresiva limitación de la tiranía del fuerte sobre el débil, grandes trabajos logrados en el mundo con la cooperación de multitudes. Por otra parte, los efectos negativos han sido: pérdida de independencia, creación de necesidades artificiales, monotonía, estrechamiento de la comprensión de lo mecánico, desigualdad, pobreza sin esperanza. Es muy pertinente que este último punto negativo figure en la lista, porque dice que la pobreza desesperada, la miseria de grandes grupos, es creación humana, o, mejor dicho, es error (con un toque de maldad) de nuestra civilización. La miseria no obedece a ninguna fatalidad histórica, social o de otro tipo, y podría no existir. Observa, de paso, que lo que dice Mill que ha traído la civilización difícilmente podría atribuirse a una o varias culturas. Ahora examinemos un poco la tercera pregunta: ¿Piensas que el cambio de hoy es civilizatorio? Creo que, por desgracia, no se puede contestar con un sí rotundo, aunque hay grandes esperanzas de que, a la larga, lo sea. Porque es preciso aceptar que se ha registrado cierto progreso moral. Y, por cierto, me parece importante aceptar que el progreso moral es posible, esto es, que el humano es perfectible. Negar esta posibilidad es caer en un pesimismo tenebroso de corte cuasi fascista (según la definición de Malraux, ``todo pesimista activo es fascista''). Pero tampoco hay que ser ingenuo. El progreso moral se advierte en varios puntos. A saber, una actitud social cada vez más contraria a la violencia o la guerra, que se expresa, por ejemplo, en la desconfianza y repudio colectivo del discurso de patriotismo belicoso, que tantas desgracias ha traído al mundo. ¿Quién se emociona hoy con desfiles y marchas militares que, apenas en 1914, intoxicaban al espectador de estúpido y horripilante fervor? Este es, sin duda, progreso civilizatorio. También se advierte en la proliferación de organizaciones no gubernamentales en defensa de los derechos humanos. Cuando era yo niño no había una sola, nadie se podía meter en nada, y lo que es peor, a nadie le importaba. Otro punto es el alcance internacional de estas instituciones civiles. Y esto del alcance internacional está inaugurando un nuevo y prometedor modo civilizatorio que se expresa, por ejemplo, en la posibilidad de que Pinochet sea juzgado por sus crímenes en Madrid. Y también, por supuesto, en la intervención pacificadora internacional en los conflictos nacionales. Los cascos azules de la ONU están en no sé cuántos países, son muchos, por todo el globo. Pero, claro, la necesidad misma de esa presencia indica que por todas partes hay conflictos violentos y guerras inciviles (como las llamaba Unamuno). Y estos conflictos muestran, con frecuencia, el retroceso a formas nuevas de barbarie. Por ejemplo, el terrorismo, bajo su especie de asesinato indiscriminado de civiles como argumento político. Cuando yo era niño, esto no se practicaba, había otras atrocidades (las de los nazis, por ejemplo), pero éstas, de este tipo, no. El progreso o retroceso moral puede verse, en parte, como formas de ganar o perder sensibilidad, capacidad perceptiva, hacia ciertas cosas. Es progreso que nos estemos haciendo sensibles, por ejemplo, al sufrimiento de los animales y a su protección. Este, sin duda, será gran tema ético del próximo siglo. Es retroceso que haya grupos que consideren que estallar una bomba en un camión donde viajan desconocidos juntados ahí al azar, puede ser un acto político. Es decir, no entender que una sola vida humana, cualquiera, vale infinitamente más que todos los pronunciamientos políticos juntos. Bueno, querido y admirado amigo, podría seguir, pero con esto basta: así, más o menos, es como yo veo la cosa que te interesa. Me despido y ten salud.
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