Vil y soez estreno
Trainspotting: humor negro que enfrenta el pasón
Fabrizio León n Trainspotting es la visión o el estado de pasón en que se queda el yonqui o heroinómano, pensando que frente a él pasan los trenes. La palabra se refiere a un juego inglés para comprobar que los trenes pasaban a cierta hora. Un juego de niños y grandes que en los jóvenes se hizo un lugar común, para expresar que están hastatrás, sentados y acostados junto a la vía del tren. Esta visión se hizo anécdota de novela y luego cine en Europa, y ahora Gabriel Retes, Lourdes Elizarrarás, Demián Bichir, Gabriela Roel, Roberto Sosa y Jesús Ochoa, serán los responsables de un montaje teatral que se estrenó el martes y desde ahora en el Salón México se escenifica.
El Salón México quedó convertido en una bodega grafiteada. En un almacén o callejón sin salida, relleno de pintura de espray haciendo una atmósfera muy bandosa. La Asociación Torpe hizo un trabajo mural de excelencia, para este experimento que recuerda las sesiones teatrales de Tepito Arte Acá, de Cleta y el teatro callejero y estudiantil, un gran esquechote, hecho por actores consagrados en la nueva telenovela y que sin duda el oficio les ayuda, para llevar el ritmo que necesita una obra llena de drogadictos. Lo vil y soez del lenguaje y el mal gusto que se necesita para hablar de la mierda. Un humor negro medio hediondo, que gusta y molesta.
Mas de 700 veces se menciona a la verga. Como 357 ocasiones sale a relucir el culo, como expresión, y nos describen un baño con dos centímetros de espesor en el suelo de una mengambrea que rodea un excusado rebosante, donde Bichir tiene que buscar un par de supositorios de opio, que se acaba de meter y, por olvidarse de ello, por la premura de cagar, tiene que buscarlo por saber que es la única solución al dolor que deja la abstinencia después de haberte metido durante meses un caballo o dos al día.
Jesús Ochoa lleva un protagónico especial. Ha logrado hacer su propio personaje, a ese norteño torpe, macho y broncudo que se mete duro con el público. Nos insulta y en el clímax de su monólogo, cuando describe un aborto por jugar por chicuelinas, a nadie le hace gracia. El público se calla y enfrenta el mal gusto y nos dice y " ora por qué no se ríen, Ƒhe?, está cabrón o Ƒqué?". También la hace de dealer, un diablo ridículo. Pero la única manera de evadir el ridículo es haciéndolo.
Con una función llena de invitados y prensa, varias veces quebraron la sonrisa o era forzada por la insistencia de un drama que sabemos, pero no conocemos. La angustia de estar en el éxtasis pleno del viaje en heroína, donde dicen que es mejor que cualquier orgasmo, o varios juntos, a un lado de la sensación de no tener nada y buscar un pico a como dé lugar, porque si es cierta la cara de Roberto Sosa y Bichir, ha de ser de la chingada esa cruda y dependencia. El personaje de Bichir se quiere limpiar, quiere estar clean, pero no se puede.
Una obra de teatro llena de misoginia que Gabriela Roel logra por momentos detener y seguramente lo hará mejor con el paso de las funciones. La Roel representa ese pasaje del hijo muerto. Ella clavada en el caballo se desgañita e insulta por la muerte del bebé. Los demás se quieren desafanar en una serie de incoherencias, que finalmente nunca se entienden si la lógica es no saber lo que pasa con el pasón.
Desconcertado el público, feliz su director por haber hecho la travesura, circunspecto Vicente Leñero, apenada Ana de la Reguera, ausente el doctor Perez Amor, divertidos los meseros y una larga fila para que el valet parking entregara los carros, Trainspotting se atreve. En los baños del Salón México varios papeles están tirados, o se les acabó o de plano lo tiraron al excusado, porque no vaya a ser.
Sí habrá que verla, aunque cause pesadillas o nos remita al chiste de los pingüinos en la tina del baño .