Quien resulte electo presidente del PRD en la capital del país, va a enfrentar una situación en extremo compleja y retos sin precedentes.
Junto con su equipo dirigente, el que resulte de los comicios internos del 14 de marzo, necesitará hacer gala de inteligencia y visión políticas, además de capacidad para generar iniciativas que unan a este partido en el DF, más allá de los grupos existentes. Sólo así será posible que el PRD en esta zona del país se proponga con realismo conservar la mayoría en las elecciones del año próximo y elegir un gobernador salido de sus filas.
No es fácil. Debe decirse, por el contrario, que es muy difícil. Tanto por la situación política, la dureza de la confrontación con el PRI el PAN y los pequeños y medianos poderes -que tuvieron en sus manos la ciudad durante casi 70 años y hoy son un obstáculo poderoso-, como por la situación misma del partido. Este, debe decirse, ha estado muy lejos de las expectativas creadas por sus buenos resultados en las elecciones de julio del 97: desaprovechó el enorme capital político de esa movilización ciudadana que con su voto llevó a Cárdenas a la jefatura del gobierno.
La nueva dirección del PRD iniciará sus funciones cuando se intensifica la disputa por el gobierno de la ciudad y se redoblan los ataques al gobierno de Cárdenas con el propósito de hacerlo fracasar y cancelar la posibilidad de que repita en el DF un gobierno perredista o una coalición de centro izquierda.
En la ofensiva contra el gobierno de la capital se ha creado un verdadero eje que va del PRI al PAN pasando por Antorcha Popular o las mafias que dominan lo mismo al sindicato de trabajadores del DF que las que controlan de manera corporativa y con prácticas clientelares a numerosas organizaciones sociales. Mientras que el blanquizul y el partido oficial bloquean financieramente al gobierno de Cárdenas oponiéndose en la Cámara de Diputados a elevar su techo de endeudamiento, las organizaciones sociales priístas provocan en las calles de la ciudad o en la Central de Abasto. Todo esto con un fuerte y malintencionado eco en los medios electrónicos de comunicación: los noticiarios del escandaloso Javier Alatorre, de Televisa o el de Pedro Ferriz de Con. Su objetivo es claro: desestabilizar al gobierno y la vida de la ciudad, y minar --aunque sin éxito por ahora-- la fuerza de Cárdenas.
Tales acciones sólo pueden detenerse mediante la acción política de masas y la movilización social, de la cual el PRD debiera ser el motor principal. Pero no podrá hacerlo si este partido en la capital del país no define con claridad sus responsabilidades frente al gobierno de Cárdenas, ni se reconstruye como partido organizado en el cual todos sus miembros tengan espacio para su actividad. No podrá cumplir con esas responsabilidades si se mantiene como un partido en el cual sólo existe la actividad de los aparatos y tienen un peso muy grande, incluso determinante, los grupos de interés con prácticas corporativas y clientelares principales.
El 14 de marzo los miembros del PRD van a decidir si eligen una dirección capaz de recuperar la credibilidad perdida y sientan las bases para volver a ganar el año próximo, o por el contrario se imponen los grupos de interés y se frustran las posibilidades de este partido.
Un par de precisiones: en mi artículo anterior, del sábado 20, señalo que sería saludable un debate entre todos los candidatos a la presidencia del PRD y entre éstos y los militantes del PRD. Hubo un error en la mesa de redacción al incorporar el artículo a la página y corregirlo: se omitió el nombre de Rosa Albina Garavito. Hago la aclaración para evitar interpretaciones equivocadas.
La siguiente precisión: en las listas de candidatos al Consejo Nacional del PRD, dadas a conocer a través de su órgano oficial, el semanario Propuesta, aparece mi nombre en la planilla que encabeza Raúl Alvarez Garín. Se trata de un error del equipo de Raúl o de un abuso inadmisible. En ningún momento fui consultado por nadie y mi posición sobre ese proceso es conocida. Además, por ahora ningún candidato me parece convincente.