n Pese a las sanciones que la delegación ha impuesto, los trabajos no cesan


Continúa la construcción del edificio que amenaza al jardín de Barragán

n Señalan vecinos de Tacubaya posibles corruptelas; "todo está en regla", dice el dueño del predio

Adriana Malvido n Una de las expresiones más valiosas del patrimonio artístico mexicano del siglo XX es la obra de Luis Barragán. México ya perdió los derechos de autor del arquitecto que adquirió una empresa suiza. Pero su obra está aquí. Y una de las más bellas, el gran jardín que diseñó para su primera casa, en Tacubaya, pide auxilio desde hace diez meses, ante un edificio ųsin licenciaų que se erige a su lado.

Desde entonces, la delegación Miguel Hidalgo escucha su grito; el eco alcanza al Instituto Nacional de Bellas Artes; lo registran las secciones culturales de los medios, y la Fundación de Arquitectura Tapatía ųque custodia el acervo del arquitectoų continúa su lucha. Sin embargo, las obras de construcción en la calle de Francisco Ramírez 28 no se han detenido.

Continúan, a pesar de los sellos de clausura, ya cuatro veces impuestos; de las multas, que empezaron en 3 mil 500 pesos y alcanzan ya los 28 mil; de la inconformidad de los vecinos; de la inexistencia de una licencia de construcción, y de la invasión visual que significa para una de las obras maestras de Barragán.

A paso de hormiga y según el testimonio de los vecinos, los trabajos continúan y se extienden. De día en la fachada. De noche, y por encima de los sellos de clausura, en el edificio posterior que colinda con el jardín de la llamada Casa Ortega, aquella que habitó Barragán antes de mudarse a otra en la misma calle, y que hoy se conserva como museo. Antes de irse, diseñó ese jardín que se ha mantenido, durante casi medio siglo, como un espacio prodigioso.

 

Timoratas acciones institucionales

 

Pasan los días y los meses. El trabajo, aunque sea de hormiga, le gana la carrera a la legalidad que asegura imponer la delegación Miguel Hidalgo y al Instituto Nacional de Bellas Artes, el cual informó en noviembre que se haría una "declaratoria preventiva" y "de emergencia" para convertir aquel espacio en patrimonio artístico y pugnar por la demolición del edificio "que agrede visualmente al monumento". La declaratoria preventiva, "que sale en 24 horas", según aseguró entonces Maya Dávalos, directora de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble de esa institución, no ha visto la luz hasta hoy.

Mientras se hacen los trámites, poco a poco el gris ha tomado el lugar del verde, y el concreto borra lo que un día fueron la copas de los árboles. No es cualquier jardín y lo saben los ojos de quienes lo han visitado, como los de José Saramago, que recorrieron deslumbrados los 2545 metros cuadrados de ese sitio donde dijo encontrar "nada menos que al universo entero".

Cabe mencionar que de los 3050 metros cuadrados del terreno, 505 equivalen al espacio construido. Lo demás es misterio, silencio, árboles, ramas gigantescas, escalinatas, esculturas que con los años han aprendido a mezclarse con la naturaleza.

Y hacia arriba, el cielo, sin dato alguno que se refiera al mundo exterior. Salvo el nuevo edificio. La información recabada resulta contradictoria. A la vista, hombres trabajando en la fachada de la construcción, a pesar de los sellos de clausura. Al teléfono, la voz del dueño del edificio y del terreno en forma de letra "L". Su nombre es Rogelio Solís. Su declaración: "No estamos trabajando. Tenemos todo parado desde hace diez meses. Ya pagamos la multa que nos impuso el DDF (sic) por la obra y por eso quitamos los sellos. Están en regla todos los documentos y tenemos ya una licencia de construcción. Ahora estamos trabajando en la fachada para ampliar el área de estacionamientos. Lo único que queremos es terminar los acabados para ocupar la casa en mayo".

El arquitecto Mario Sánchez de los Reyes, vecino de Solís y representante suyo ante la delegación, asegura: "Pagamos las multas y ya tengo la licencia de construcción. Arreglé esto hace 15 días, es decir, el pago y la revisión del proyecto. ƑCon quién? Con el jefe del departamento de licencias". Cuando se le preguntó por el número de licencia y el nombre de quien la otorgó, el arquitecto dijo no tenerlos a la mano por el momento.

Presuntas irregularidades

 

La versión del vecino inmediato, Claus Gilly, recogida desde una terraza de su terreno que da de frente con la nueva casa construida muro con muro de la suya, es otra: "Trabajan poco a poco, han ido creciendo y ya alcanzaron los cinco niveles. Les han clausurado unas cuatro veces y siguen trabajando; así, van a terminar haciendo todo un edificio cuando el promedio de pisos en esta zona no pasa de tres".

Su denuncia: "Este es un caso claro de impunidad y corrupción. Que alguien en la delegación o en el gobierno está coludido, no hay duda.

"Cuando pusieron los primeros sellos el edificio tenía un piso menos. Cuando intervinieron la segunda vez envolvieron la varilla con los sellos, pero los quitaron y siguieron adelante. Ya para la tercera vez que vinieron pusieron los sellos en las ventanas, de forma vertical y sobre los vidrios de manera que no se interrumpiera la obra".

Pero lo más grave, según su denuncia y la de su empleado que ahí pernocta, Marcos Ruiz, es que "trabajan de noche y madrugada haciendo grava y son camiones de la propia delegación los que recogen el cascajo".

El subdelegado de Obras Públicas de la delegación, Manuel Sánchez Carmona, acaba de asumir el cargo cuando responde al teléfono. Desde abril de 1998, cuando esta instancia tomó cartas en el asunto para clausurar la obra el 12 de mayo, Sánchez Carmona es el tercero en ocupar este puesto. Pide tiempo para informarse y esa misma tarde responde tajante:

"La delegación no ha girado licencia de construcción alguna. Al contrario, se han impuesto sellos de clausura en varias ocasiones y éstos han sido rotos. Cada vez que se incumple se duplica la multa. Si la primera fue de 3 mil 500 pesos, la última ya fue de 28 mil".

Ese mismo día, según informó, se había girado ya una nueva orden de clausura la cual ųadvirtióų sería definitiva. Según dijo, ni tienen licencia ni han pagado todas las multas que deben. Dicho pago, advierte, tampoco les permite seguir construyendo.

Ahora, de violarse nuevamente los sellos, "el siguiente paso será el Ministerio Público y la detención de los obreros hasta que se identifique quién es el responsable, es decir, se trata ya de un procedimiento administrativo".

El subdelegado asegura que se revisará escrupulosamente los planos de la obra, y "si lo que se construyó está fuera de normatividad exigiremos la demolición". Sin embargo, dice, hasta hoy no han recibido los planos requeridos ni los dueños del edificio han presentado la documentación que se les ha pedido.

Los días pasan. El viernes por la mañana se constató que se impusieron nuevos sellos de clausura a la construcción. No obstante, los trabajos continúan sin necesidad de romperlos, porque fueron puestos de tal manera que no entorpecen maniobra alguna.

José Manuel Bárcenas, representante de los dueños de la Casa Ortega, dice desde el jardín afectado visualmente: "Yo, como representante, he pedido que se cumpla con los reglamentos. Exigí clausurar las ventanas del edificio que daban al jardín y que no están permitidas legalmente y las taparon. Está claro, si no tienen licencia de construcción están trabajando irregularmente".

Ahora, desde el jardín, se aprecia un agregado más a la construcción, atrás del edificio y cubierto con techo de lámina.

Junto con Norma Soto, directora de la casa-museo Luis Barragán, y la funcionaria del INBA, Maya Dávalos, Bárcenas denunció ante el entonces subdelegado de Obras Públicas Miguel Rubio que la obra no cumplía con las normas de construcción de la ciudad de México (colindancias, altura, apertura de vanos sobre propiedades colindantes, etcétera).

Esto sucedió a principios de abril de 1998. El 12 de mayo la delegación les informó que la obra no contaba con licencia y que se procedería a su demolición. Días después colocaron los primeros sellos de clausura. En junio volvieron a denunciar que los trabajos continuaban y en octubre insistieron con llamadas y documentos. Se repusieron los sellos. Pero la historia se repite una y otra vez.

Norma Soto, directora del museo expresa su preocupación: "Pasan los meses, los días, las horas y la construcción no se detiene". Y aclara: "Sí, nos preocupa el jardín de Barragán, pero también se atenta contra la fisonomía de este espacio urbano que pertenece al antiguo barrio de Tacubaya".