Elmer Mendoza: partir de la mitología
César Güemes n Con toda seguridad, Un asesino solitario provocará numerosos comentarios, luego de ser ųdesde ahoraų la primera obra de ficción, la primera novela que aborda a partir de la mitología que envuelve al asesinato político, hechos muy cercanos en la historia del país. Tan próximos que aún no tienen solución cabal o creíble. La portada del volumen, publicado por Tusquets, es elocuente. El título también, aunque habla no del asesino solitario, como se manejó en los medios en su momento, sino de un asesino, lo cual deja abierta la posibilidad de que existan al menos dos, asunto inquietante por donde se le mire. El autor de la obra, Elmer Mendoza (Culiacán, 1949), dramaturgo y profesor de letras clásicas en la Universidad Autónoma de Sinaloa, tiene en su haber los volúmenes de cuento Mucho qué reconocer (1978), Trancapalanca (1989) y El amor es un perro sin dueño (1992), más dos libros de crónica con el tema común de la violencia, En cada respiro que tomas (1992) y Buenos muchachos (1995).
Especulaciones e historias paralelas
ųHable de la anécdota central que da pie a Un asesino solitario. ƑQué tanto retoma de un hecho político conocido para luego hacer su propia interpretación literaria?
ųLos hechos generan información. A partir de ahí todos creamos una mitología. Suceden dos acontecimientos en el país, asesinatos políticos, uno en Tijuana y otro en el Distrito Federal. A partir del primero las personas inventan una mitología. De tal suerte que dos días después todo mundo tiene su interpretación de los hechos, se desatan las especulaciones y las historias paralelas. Así que como escritor no parto del hecho, sino de la mitología. Es algo que escucho en todos los ámbitos. Es una interpretación que va desde quien pretende hacer un análisis frío del atentado hasta quien cuenta los primeros chistes al respecto. Y hay en el medio personas que especulan con elementos que pudieran ser ajenos al crimen político, pero cercanos a la interpretación literaria. Toda esa serie de posturas son las que me llevan a pensar en escribir una obra de ficción. Por otra parte, existe una definición en la dramaturgia, que es la del personaje simple. A partir de eso empecé a pensar en un personaje que no tuviera más complicaciones que realizar un trabajo, y ya que me muevo en el terreno de la imaginación, elijo un sitio en donde este sujeto va a cometer su atentado y empiezo a escribir la historia.
ųSeguramente nos referimos al mismo personaje: el gatillero. Sólo que lejos de ser simple, me permito sugerirle que es un profesional y con ello no hay simpleza posible.
ųEs un asesino, quizá no profesional. Es un gatillero que igual puede hacer trabajo ''legal" empleándose para cuidar espaldas, o aceptar encargos de eliminar personas.
"Es un hombre que participa de un país en donde suceden cientos de hechos simultáneamente, y sobre todo en el cual se dice que pasan unas cosas cuando en la realidad ocurren otras. Esa es una manera de ser de la nación. Así que el personaje participa de esas informaciones que se dan en el país, a partir de las cuales él también puede llegar a sus propias conclusiones. Por ejemplo, cuando piensa en el conflicto de Bosnia su pregunta fundamental es 'Ƒy a éstos, quién les paga?' Parte del razonamiento de que a él le pagan un dinero por cometer un homicidio, y no entiende que pueda haber conflictos de orden religioso, étnico o político".
ųEn los antecedentes del libro están sus tres volúmenes de cuento y dos trabajos de crónica, En cada respiro que tomas y Buenos muchachos. Hable de éstas como acercamientos a la novela.
ųParto de lo que las personas inventan a partir de los hechos reales. Vivo en un estado que se señala como uno de los sitios donde inició el cultivo y la elaboración de ciertas drogas con el fin de exportarlas a Estados Unidos. Se sabe que esto sucedió al principio con un viso legal durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Y después el negocio continuó, al parecer con financiamiento estadunidense. Esto se convierte en una forma de producción de acciones ilegales. Es decir, todo queda fuera de la ley. El caso es que cualquier trabajo ilegal, hecho en la sombra, genera misterios y leyendas. Dentro de En cada respiro que tomas rescato, no esa parte de la historia, sino lo que sería el perfil de un joven que se dedica a ese negocio, como él mismo lo califica. Un personaje un poco víctima de las circunstancias, pero también víctima de la fantasía del poder y el dinero.
''Buenos muchachos no va tanto por la línea del tráfico de drogas, sino que más bien es un retrato de la generación de los años sesenta. Es decir, ciertamente había quienes traficaban droga, pero otros eran cinéfilos o guerrilleros o estaban muy dedicados en enamorar a su vecinas, mientras unos más se ocupaban mucho de las tranformaciones físicas. Ese trabajo versa, entonces, sobre qué pasa con esa generación. Un grupo social que finalmente viene a ser sacudido por el movimiento del 68."
ųUna de las peculiaridades de Un asesino solitario son los giros del lenguaje propios de Sinaloa y particularmente de Culiacán. ƑEscribirla intencionalmente así fue para darle más colorido? ƑEra necesario hacerla en ''idioma sinaloense"?
ųEs un riesgo. Pero fíjate en una cosa: a la hora de pensar en mi personaje me di cuenta que debía apegarse a una forma de entender la realidad, o sea a una forma de decodificar el mundo mediante el lenguaje. Necesitaba, pues, una forma de hablar específica. A la hora de hacer la elección del código lingüístico, no puedo elegir ni uno culto ni uno semiculto, sino que acudí a uno popular. Ahí es donde están los riesgos, porque fácilmente se puede caer en regionalismos. Creo que el acierto, si existiera en la novela, estriba en encontrar el punto de equilibrio para que la obra no se convierta en un discurso local, sólo comprensible por los lectores de Culiacán, sino que se entienda en todas partes a partir de ese justo medio buscado que puede ser un código compartido. Además, elegí echar mano de algunas expresiones sinaloenses que vienen de un par de décadas atrás y que ahora ya son parte del habla común, prueba de ello es que los niños las emplean con frecuencia, ya no es ni siquiera un código de adultos. Entonces, el riesgo se corre, aunque espero reflejar la manera en cómo se habla en el estado, que es lo que da noticia de la manera de pensar.
''Creo que en el noroeste tenemos un cierto código que nos va, que nos funciona. No pude resistir la tentación de replantear mi personaje en términos lingüísticos. Es un sueño, pero me gustaría que no sólo conocieran al estado por la belleza de sus mujeres o la violencia que acá campea, sino por el lenguaje, o sea por la estructura de pensamiento que tenemos. Puede ser un planteamiento romántico, pero válido.''
Descubrir a Saramago
ųFormalmente no existen apartados con guiones para los diálogos. Las frases dichas por un personaje inician con mayúscula después de una coma, algo que no es usual.
ųEsa es culpa de Saramago, que comenzó a hacerlo en la época contemporánea. Dentro de la actitud que muchos escritores tenemos, de la voluntad de estilo, yo buscaba una forma de dinamitar lo que el narrador quiere decir y lo que el personaje piensa. Un asesino solitario, como está contada en primera persona, desaparece el plano de la tercera persona y técnicamente el asunto puede resolverse con mayor sencillez. Yo andaba a la búsqueda de la simultaneidad de discursos que caben en una expresión literaria, sin perder la dinámica y conservando la tensión dramática. Cuando descubro a Saramago me digo: "mira, esto es precisamente lo que yo estoy buscando". Entonces fue cuestión de estudiarlo, leer toda su obra y practicar mucho, porque la literatura no es ocurrencia, sino un ejercicio constante del lenguaje y de la tensión. Sobre todo si hablamos de una obra de largo aliento en que debes invitar al lector a continuar.
ųAl escribir y publicar Un asesino solitario, Ƒalberga algunos temores, Elmer? El tema, el título de la obra y hasta la portada son sugerentes en un sentido muy claro.
ųLo que pasa conmigo es que soy poco apegado a los hechos que ocurren. Desde luego que acudo a los medios impresos y a los electrónicos, pero más bien mi interés está en función de la literatura, esto que te digo: lo que generan los hechos, lo que se deja oír. Es por eso que no tengo temor de recibir ninguna amenaza ni, en el peor de los casos, un atentado. En realidad no tengo la menor idea de qué fue lo que pasó. Son cuestiones que tendrán que resolver la PGR o los que se dedican a la investigación. Lo que quiero es escribir, y en el país hay hechos que dan lugar a toda una serie de mitologías que pienso rescatar. Con ello no creo que afecte intereses de nadie.