n Recomendación a la Ssa
Conamed pide que se indague sobre la muerte de bebés en un hospital privado
Angeles Cruz /I n En seis meses llegaron seis quejas a la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed) y hay una más no denunciada. Todas se relacionan con la atención gineco-obstétrica y neonatal del Sanatorio Vista Alegre, que en dos casos concluyó con la muerte de los bebés, mientras en otro el niño tiene secuelas todavía impredecibles en su sistema nervioso.
Luego de las investigaciones y audiencias de conciliación realizadas en la Conamed entre el sanatorio y las mujeres inconformes por la falta de equipo médico y el ejercicio de médicos no especialistas, en un par de casos las partes llegaron a un acuerdo, en otros dos no fue posible ningún convenio y en dos más no se pudo acreditar responsabilidad en los procedimientos médicos del Vista Alegre, además de que por ley los posibles ilícitos ya prescribieron.
Sin embargo, debido a lo reiterado de las quejas y principalmente por los casos en que no hubo conciliación, la comisión asegura que hay suficientes evidencias de irregularidades que deben ser investigadas con mayor profundidad por la Secretaría de Salud (Ssa).
Para ello, la Conamed está elaborando opiniones técnicas sobre dos de las quejas, así como una opinión general por el número de las inconformidades, explicó José Julio Bustos, director de Conciliación de la comisión.
Por lo pronto, la Ssa clausuró desde octubre pasado el área de quirófano, debido a que durante una primera visita de verificación, los inspectores detectaron que la zona de selle (esterilización) está en un piso diferente, lo cual no garantiza la asepsia de los procedimientos médicos.
Además, el sanatorio Vista Alegre no cuenta con área de recuperación. A decir de la directora del nosocomio, Mercedes Ballesté, esto es porque luego de la cirugía, la paciente es revisada por el anestesiólogo y enseguida es trasladada a su habitación.
La Ssa recomendó que estas tres áreas se unan y ubiquen en el mismo piso. A la par, la dependencia del gobierno federal inició una revisión de todo el acto médico realizado en el Vista Alegre. Para ello, solicitó comprobantes del nivel de preparación del personal médico y se realizará una nueva inspección para verificar la calidad, los métodos y medicamentos utilizados en la atención de las pacientes.
De acuerdo con la Ley de Procedimientos Administrativos, la investigación y desahogo de pruebas por parte de la Ssa y el nosocomio concluirá en el mes de abril.
El sanatorio Vista Alegre es propiedad de la médico general Mercedes Ballesté desde hace 22 años, y está especializado en la atención de embarazos y partos. Ofrece a las usuarias un servicio alternativo por el cual disponen de un servicio ''más humanizado. Hay participación activa de las mujeres y vínculos más horizontales entre las proveedoras de los servicios y las futuras madres'', según explica la dueña.
Como parte de ese sistema, el Vista Alegre también favorece la participación de los varones, de hecho se les permite estar presentes en el momento del parto.
Para las usuarias inconformes con los servicios del nosocomio --al que algunas de ellas llegaron vía la organización civil Salud Integral para la Mujer (SIPAM)-- representaba efectivamente una opción de alumbramiento lo menos traumática posible y poder tener a sus hijos con ellas desde el nacimiento.
Incluso se ofrece a las mujeres diferentes posibilidades para dar a luz. ''Una puede escoger la posición que le resulte más cómoda, incluida la de parto bajo el agua (niño delfín)'', informa Ballesté.
Este último procedimiento fue el seleccionado por Lourdes Villalón, para quien se trataba de su primer embarazo, convencida de las bondades del sistema, porque ella misma labora en el sector no lucrativo, Villalón asegura que llegó al sanatorio Vista Alegre a través de SIPAM.
''Tomar esa opción tenía que ver con mis valores, mi deseo por darle a mi hija una atención diferente. Deposité en la doctora Ballesté y en el sanatorio toda mi confianza, pensé que por tratarse de mujeres tendrían más sensibilidad y comprensión con todo lo que me pasara... puse mi vida en sus manos.''
Para las quejosas, todo parecía perfecto. Pero a ninguna le dijeron con anticipación que Vista Alegre --por ser una clínica pequeña-- no podría atender embarazos de alto riesgo y que no todas las médicos responsables son especialistas. Al menos en dos casos surgieron complicaciones que el personal no pudo resolver por falta de equipo y de preparación profesional.
Lourdes Villalón inició su embarazo en octubre de 1997. Llegó al sanatorio Vista Alegre con la doctora Ballesté, quien desde un principio le advirtió que ella no atendería el parto. Sin embargo, se hizo cargo de su control prenatal. La médico le recomendó que no tomara vitaminas y que el desarrollo del bebé estaría garantizado con una buena alimentación.
En entrevista, Villalón aseguró que la doctora tampoco le ordenó que se realizara ultrasonidos durante los nueve meses de gestación. No obstante, ella decidió practicárselos ''para saber si el bebé estaba bien y porque quería saber si era niño o niña''. En el segundo examen ultrasónico el médico detectó que la cabeza del bebé era pequeña en comparación con su tamaño.
El dato no fue tomado en cuenta por la doctora Ballesté y el embarazo continuó. En el momento del parto ''se presentó alguna dificultad que la doctora Gabriela Ibarrola no pudo manejar. Intervino entonces la partera Carmen Quiñones, quien practicó maniobras aparentemente de rotación'' y al final el niño pudo nacer pero no respiró ni lloró de inmediato.
En ese momento la madre observó cómo se llevaron a la bebé para ''resucitarla'' y luego colocarla en una incubadora. Recuerda Villalón: ''al ver que la doctora responsable sólo se dedicaba a llorar y de que no había un pediatra que atendiera a la niña, decidí llevarla al Hospital Infantil Privado''.
Ahí le informaron que la recién nacida había sufrido hipoxia neonatal severa, que había condicionado alteraciones neurológicas graves, las cuales a su vez, se complicaban por presentar malformación congénita de sistema nervioso central, conocida como mielomeningocele. Aunado a lo anterior, las complicaciones cardiovasculares ligadas a la hipoxia condicionaron la muerte de la niña tres meses después.
Otra irregularidad detectada durante el trámite de la queja en la Conamed fue que una médico --Patricia López-- que no tuvo ninguna participación en el parto, firmó el certificado de alumbramiento.
En este caso, la comisión detectó que hubo anomalías en la atención, aunque no quedó claro si el deceso de la niña se debió a los males que tenía o a la calidad del servicio médico, por lo que la Conamed elaborará la opinión técnica. El asunto no se concilió.
''ƑTú sabes para qué sirve el ácido fólico durante el embarazo?'', pregunta Villalón, y ella misma responde: ''yo no sabía y tal vez mi hija de todas formas se hubiera muerto, pero estoy segura que cualquier médico profesional debe saberlo y advertir a sus pacientes. Hasta que mi bebé estaba en el hospital me enteré: el ácido fólico sirve para evitar la malformación del tubo neural... como yo no tomé vitaminas no lo pude prevenir''.