Bruno Bichir: sacudir al espectador

 

La utopía de Bruno Bichir, en su estreno como productor de la película Crónica de un desayuno, es que ''el cine deje de serlo como lo conocemos y pase a formar parte de una experiencia de espectáculo audiovisual que, esperamos, sacuda al espectador". Por eso dice, le interesa hacer un filme ''trepidante, no de efectos especiales, sino emocionante en el sentido de que mueva emocionalmente al público, y diga, 'está a toda madre' y regrese a verla tres veces".

Entusiasmado, sumamente excitado con la propuesta que comenzará a concretarse el lunes en el foro uno de los Estudios Churbusco ųdonde permanecerán tres semanas filmando y luego estarán dos por las calles de esta ciudadų, el actor cuenta que es ''muy mal productor" porque se ha dedicado a proporcionar todo lo que requiere la historia, para que salga y vibre en las pantallas cuando se exhiba. Por eso, se construyó el set íntegro, un departamento completo donde se narrará la obra de Jesús González Dávila y que será ''más en beneficio del fotógrafo que del director, ya que podrá moverse, manipular, controlar una serie de cosas muy locas que van a pasar ahí. Había problema para conseguir la locación ideal y ésta, construida en una palataforma, permitirá tener profundidad de altura cuando nos acercamos a la ventana e iluminar cosas que de otra forma hubiera sido difícil lograrlo".

 

Revalorar a González Dávila

 

Además tendrá la ventaja de no lidiar con ''el ruido infernal" que tendría un espacio real, porque hay texto ''hasta en 90 por ciento de la película y es importantísimo que se oiga bien y porque Benjamín Cann ha estado planteando un tono de trastocar la realidad como la conocemos. No es una película realista, en sentido estricto, aunque sí lo es en el contexto nacional, en nuestra incomunicación como familia muégano incapaz de comunicarse. Empujados por la palpitación de México, sentimos la necesidad de contar esta historia, de estos seres complejos que somos, de ese caos que vivimos: ésa es la apuesta".

Bichir se enamoró de esta historia, desde que intervinó en Rojo amanecer y escuchó a María Rojo platicársela a Jorge Fons. ''Me atrapó, además siempre he sido fan de González Dávila, uno de los autores más fantásticos del país. Era una deuda que tenía con él desde que leí por primera vez un texto suyo y pensé que era uno de los autores de teatro más cinematográficos que existen y al que debemos revalorar. Por eso le entré, entre otras muchas razones, aunque la primera haya sido que requería poco tiempo de filmación y cinco actores. Creció poco a poco, pero estamos dispuestos a llevarlo hasta sus últimas consecuencias".

Afirma que ha sido un placer compartir el enloquecimiento de todos los involucrados en esta aventura. ''Todos están locos, asustados pero le entran como si les hubiéramos dicho 'Ƒqué tienes ganas de hacer?, vamos a divertirnos'. Una de las cualidades de la película es que ninguno de los actores ha hecho antes su personaje, ni María (Rojo) que lo hizo en teatro, porque aquí va a ser otra. Parte del juego es que nos estamos descubriendo, enseñando nuestros calzoncitos, descubriéndonos las tripas y eso nos va a doler. Pero está padre, porque también nos va a marcar". Lo siguiente, concluye, será tratar de filmar Sótanos, del mismo dramaturgo, ''que es más chiquita y siempre dije que si podíamos hacer Crónica... realizábamos las demás que ha escrito, porque ésta es la más difícil. A ver qué pasa". (Raquel Peguero)