n Alberto Aziz Nassif n

La democracia extraviada

El tránsito democrático, como meta, ha dejado de ser un objetivo evidente: para unos ya ocurrió, y las pruebas son la falta de mayoría en la Cámara de Diputados y los diez gobiernos de alternancia que ya existen; y para otros, todavía le faltan algunas piezas, como la derrota del PRI en la Presidencia de la República. Según el discurso presidencial, ''México vive ya en la democracia'' (La Jornada, 6/02/99). Estas visiones no ven los problemas que pasan y se resisten a empujar lo que falta. Parece que estamos ante una democracia extraviada.

Uno de los obstáculos para que en México se consolide la democracia es el arreglo partidocrático que está vigente hoy en día; se trata de un equilibrio inestable de intereses cupulares, muy costoso para el país. Con este proceso se ha tratado de sustituir la vieja forma de organizar la política y la legitimidad, pero no se han logrado desterrar los viejos modos que aparecen casi todos los días, ni tampoco se ha logrado construir la estabilidad necesaria para que puedan generarse consensos y pactos, indispensables para construir un proyecto de país. El desarrollo de la vida política muestra grandes deficiencias, tanto en las bases como en las élites, en el espacio ciudadano, como en la conducción de los poderes públicos.

Las pasadas elecciones en Guerrero no pasarían los requisitos de unos comicios limpios y equitativos en un sistema democrático; son una expresión clara de los problemas que tiene el país para construir ciudadanos que viven en la extrema pobreza, en donde el viejo fraude de robarse las urnas se ha sustituido por la compra y la coacción del voto rural; hoy, quizá la única novedad sea la magnitud de ese gasto millonario del PRI para ''ganar'', que cada vez es mayor. Pero no sólo se quiebra la frágil condición ciudadana, que vale lo mismo que una despensa, sino que se violan las reglas del juego porque se rebasan por mucho los topes de campaña, sin que los organismos electorales locales controlen y sancionen ese gasto. De esta forma, la equidad y la transparencia están ausentes. Sin duda, éste será el reto del año 2000.

Otro indicador de nuestra incipiente democracia se encuentra en el Congreso, pero los resultados no son mejores. El hecho de que ningún partido político tenga mayoría absoluta (50 + 1) ha sido motivo para la polarización y el desencuentro, en lugar de ser factor de alianzas y de reformas. Una buena parte de las piezas que le faltan al país para ser una democracia se encuentran atoradas en el Congreso de la Unión. ƑDónde está la reforma laboral? ƑQué pasa con el derecho a la información? ƑQuién ganó y qué se perdió con el criticado arreglo sobre el Fobaproa? ƑHay avances en la vigilancia y transparencia del gasto público, o seguimos con mecanismos rutinarios e ineficientes? ƑFueron los deficientes liderazgos de la oposición los que frustraron la alianza reformadora que prometieron los votos en 1997?

Los tiempos de la sucesión devoran las posibilidades de establecer cualquier pacto político para superar la polarización que se vive en el país. Los actores siguen girando en su propia órbita y sin posibilidad de establecer pactos para el futuro. El presidente Zedillo habla de establecer una ''plataforma común'', pero durante más de cuatro años se ha dedicado a navegar en contra de un pacto, aferrado a defender un deficiente modelo económico, que hoy tiene una de sus últimas tuercas en la iniciativa de privatizar la industria eléctrica. Los dos principales partidos de oposición, PAN y PRD, quemaron la oportunidad legislativa de una alianza reformadora, con estrategias que alimentaron la polarización. El PRI sigue amarrado a sus viejas prácticas, como lo acaba de demostrar en Guerrero. Y la supuesta democracia mexicana que hoy tenemos, está más cercana a las visiones inmediatistas de coyuntura que a la estabilidad y la certidumbre de un proyecto de largo plazo para el país. Hay un predominio de los precandidatos sobre los proyectos; los personajes son el mensaje.

La democracia mexicana permanecerá extraviada mientras no logre generar instituciones fuertes, cuentas claras y consensos políticos para enfrentar los grandes problemas de pobreza y justicia.