n Visitó México con motivo de la publicación de su más reciente libro
Marcos me atrae como metáfora de
la modernidad: Vázquez Montalbán
n Escribí Y Dios entró en La Habana con el bagaje de toda una vida, señala el escritor
César Güemes/ I n No hay sitio que pise sobre el que no haga un libro. Su cercano viaje a Cuba, por ejemplo, dio por resultado siete centenares de páginas de su nuevo trabajo Y Dios entró en La Habana (Aguilar). De modo que no resultaría extraño que después de su más reciente estancia en nuestro país, su paso por Chiapas y su encuentro con Marcos, quede todo ello consignado por escrito. Manuel Vázquez Montalbán, narrador, poeta, periodista, dejó por unos días su casa en Barcelona y estuvo en México.
ųAcaba de llegar de Chiapas, don Manuel. ƑCon qué nación se encontró?, Ƒvio la realidad que esperaba?
ųTengo un conocimiento de México derivado más de lo que he leído que de lo que conozco. He hecho algunos viajes pero pocas veces he conseguido superar la mirada de turista, que es una forma de observar que casi nunca logra establecer niveles auténticos de conocimiento o de comunicación. Me interesa lo de Chiapas como fenómeno mexicano, pero también como fenómeno universal, en el sentido de que surge un desafío de propuesta de cambio, una nueva manera de entender la política y la aparición de un nuevo sujeto histórico con el que no se contaba, que es el indígena. A propósito de ello me pregunto hasta qué punto ese sujeto tiene una existencia real luego de que también es una metáfora. Hablo de una metáfora de esa parte de ciudadanos del mundo cuyos derechos están por reconocerse. Toda esa experiencia que ha girado en torno de Chiapas me ha parecido de interés global.
Reivindicación ética de la política
ųHa mantenido usted correspondencia con Marcos desde hace tiempo, parte de la cual publica en su más reciente libro. Podemos decir que la cercanía que ofrece la comunicación epistolar ha regresado.
ųCorrespondencia quizá sea una palabra excesiva. Correspondencia la que tuvieron Gide y Rilke, que sabían cartearse. Pero sí cruzamos Marcos y yo alguna carta con motivo de ciertos libros míos que leyó, más otros que le envié. He reproducido, en efecto, al menos una carta suya y mi respuesta.
ųƑVino ex profeso a encontrarse con él?
ųUno se encuentra con tantos que luego no sabe a quiénes ha visto. Además, es muy difícil afirmar que uno se ha encontrado con Marcos, porque con pasamontañas todos se parecen.
ųSaber de su presencia en un sitio equivale a pensar que prepara un nuevo libro. ƑEstá trabajando en uno sobre el subcomandante en particular?
ųNo, porque creo que ese tendría que hacerlo un mexicano. Lo que sí me atrevería a hacer es un opúsculo o un panfleto, en la línea de Panfleto desde el planeta de los simios, un texto que me consta que a Marcos le gusta. Y no trataría de meterme en un territorio donde los intelectuales mexicanos se sentirán más seguros que yo. Me interesa mucho Marcos como metáfora de una nueva modernidad. No me parece que sea el último estertor revolucionario del siglo XX, sino el anuncio de lo que puede ser una actitud revolucionaria en el futuro, que es una reivindicación ética de la política; en segundo lugar, una convocatoria a la sociedad civil para un protagonismo crítico y fiscalizador de la conducta política; más las convenciones democráticas que en principio sobre el papel y por escrito implican igualdad para todos. En este sentido, Marcos o lo que significa el movimiento zapatista es de sumo interés no sólo para México, sino para el frente cultural que se establecerá entre globalizadores y globalizados.
Nueva óptica de la cuestión indígena
ųƑQué tanto diría que se sabe en España de lo que está sucediendo con la vida política del sureste mexicano?
ųLa información llega filtrada, primero, mediante los corresponsales, luego por las secciones internacionales de cada diario, que a veces están incluso más a la derecha que los corresponsales. Hubo un primer momento de descontrol, no se sabía qué era aquello, entonces se coló absolutamente todo y creó una gran expectativa. Luego vino el filtraje, que no termina de contrarrestar el primer efecto de euforia y de simpatía por lo que significaba el levantamiento. En España, incluso, no han tenido éxito intentos de devaluar a los zapatistas ni al obispo Samuel Ruiz. Eso no ha prosperado porque lo que resta de una conciencia de izquierda avanzada en España ha adoptado también lo que significa el zapatismo, no como última esperanza sino como renganche con ésta. España no asume al zapatismo como al sobrante de un naufragio, sino como un nueva posibilidad política y ética. Además, está el trabajo de las personas que han venido a observar, lo cual ha creado centros de difusión espontáneos por todo el país, sin contar lo que ocurre en otras naciones, como Italia. Esto es muy interesante por toda la información que aportan a una conciencia europea que no acaba de entender lo que pasa. Por ejemplo, una nueva lectura del indigenismo, no en clave proteccionista ni paternalista, sino aclarando que es una cuestión atrasada. Después de todo lo que hicieron los españoles y los criollos para machacar y exterminar a los pueblos indígenas y no lo consiguieron, entonces esa realidad hay que abordarla desde una perspectiva nueva.
ųHable un poco de su encuentro con el subcomandante. ƑSucedió, pues?
ųMe encontré a alguien que se parecía mucho a él. Conversamos sobre temas que seguramente le interesarían a él. Y después de haber platicado y de haber leído mucho de lo que se ha escrito y dicho sobre Marcos, observo asombrado que nada más empezar el año, Letras Libres le ha dedicado una cantidad considerable de páginas a la cuestión zapatista, lo cual indica que aquí pasa algo. Y eso me sugiere una imagen curiosa: los zapatistas están sitiados, pero el poder en México está sitiado por los zapatistas. Es una curiosa manera de lo que conocemos por estado de sitio. Eso me recuerda aquella situación en una película de Chaplin, en la cual captura a todo el ejército del káiser, le preguntan cómo lo ha hecho y él contesta: los rodeé.
''De modo que la circunstancia me interesa mucho. Preveo que en cómo se resuelva la cuestión zapatista está la clave del futuro político mexicano: se resuelve bien o se resuelve mal y qué quieren decir esos dos enunciados. Creo que hay suficientes elementos indestructibles en el zapatismo, como el que no tengan una propuesta de dar la vuelta a la cosas, sino de llevar hasta las últimas consecuencias a la democracia, lo cual es interesantísimo. De todo ello se deduce que me inquieta mucho lo que aporta Marcos y que estoy considerando la posibilidad de escribir alguna cosa en esa dirección".
ųEn su libro Y Dios entró en La Habana hay una monografía amplia que seguramente había comenzado a elaborar mucho tiempo atrás. ƑEse es su método de aproximarse a la realidad, con una extensa indagación previa al encuentro con el mundo?
ųDepende. Cuando escribo una novela que no necesita documentación, que no requiere un saber externo para abordar el argumento, pues escribo con la libertad de estar ante una obra abierta. Cuando hago un libro en el que tengo que dar información, aunque ese no sea el valor determinante, he de saber lo que pasó. En el caso del nuevo título hubo en efecto documentación para hablar con conocimiento de causa de la Revolución cubana, pero también es toda una vida. Recuerdo que tenía 19 años cuando Castro entró en La Habana, y eso significó para nosotros un choque mental. Convertimos a esa revolución en nuestra, como esas parejas que no tienen vástagos y deciden adoptar un niño. En España la historia no nos había concedido una revolución y adoptamos a la cubana como propia. Esto hace que durante 40 años me haya dedicado a saber qué pasaba ahí, a leer todo lo que salía. Por ejemplo, cuando vi clarísimamente que tenía que escribir este libro, repasé en mi biblioteca el material con el que contaba. Y me encontré con hallazgos casi incunables como el libro de Sartre, Huracán sobre el azúcar, que supongo ahora ya no tendrá nadie. Todo esto demostraba que había seguido el proceso paso a paso, así que cuando me dije que debía hacer un reportaje del momento actual de la Revolución cubana, en parte provocado por esa extraña visita del Papa, me di cuenta que tenía no sólo la documentación sino que en juego estaba un asunto vivencial, mi biografía está unida a esa revolución.
Roto, el paradigma socialista de Cuba
ųPese a los problemas de Cuba desde que entró en su nueva era, Ƒserá la suya todavía una revolución posible?
ųEl problema que tienen ante todo los propios cubanos es de qué revolución hablan. Claro, hay una revolución nacional patriótica que es la del comienzo; después una revolución implicada y marcada por la guerra fría, por la lucha de clases a nivel internacional y la política de bloques, además bajo un prisma muy novedoso en parte formulado por el Che y por Castro de que los Estados socialistas ricos debían ayudar a sus similares pobres a cumplir su objetivo. Eso permitió el ensayo de una revolución asistida por los países del Este. Y luego hay una tercera revolución, que es cuando se produce la quiebra de estas países, y naciones como Cuba se plantean el problema de cómo salvar el proyecto propio. En estos momentos creo que hay una cierta distancia entre el imaginario que sugiere la palabra revolución y la realidad. Cuando se habla de revolución en boca de los dirigentes cubanos, parece que siguen hablando de la misma, pero tú miras la realidad y hay tantas quiebras en ella que se verían obligados, en mi opinión externa, a hacer un serio examen sobre qué revolución posible es de la que están hablando ahora.
ųEsto equivale a ver a Cuba como el fin del socialismo.
ųCreo que está roto el paradigma socialista tal y como ellos lo habían concebido, y al menos tendrían que plantearse si deben sustituirlo por otro paradigma, socialista también.