n En esta zona, no ser del PRI convierte a los indígenas en presuntos zapatistas
Se recrudece el hostigamiento militar en la selva Lacandona
n Detenciones injustificadas, interrogatorios, revisiones corporales y malos tratos en los retenes
Hermann Bellinghausen, enviado, Vicente Guerrero, Chis., 13 de febrero n Conforme se acerca la consulta nacional convocada por el EZLN, se han intensificado el hostigamiento militar y las detenciones injustificadas en la selva Lacandona. En los retenes y puestos del Ejército federal, como el instalado en esta población tojolabal, se revisa acuciosa, y con frecuencia agresivamente, a campesinos de la región identificados como presuntos zapatistas (para lo cual basta no ser ''priísta'').
Así le pasó a un señor de Chayave, una ranchería en la montaña, no lejos de aquí. Según todos los que lo conocen, esta persona no pertenece a ninguna organización, ''nada más es campesino''.
No obstante, hace dos días fue detenido, interrogado, vejado y amenazado durante varias horas en el puesto militar de Vicente Guerrero. Y todo por una gorrita que traía ''y a los soldados se les hizo sospechosa'', recuerda un vecino del lugar de los hechos.
Este señor de Chayave viajaba con decenas de personas más en la caja de un camión de redilas (el medio de transporte de pasajeros más común en estos caminos maltratados). Al llegar aquí, el vehículo fue interceptado ųcomo todos los carros que transitan la regiónų por elementos del Ejército federal, en aplicación de la ''Ley Federal de Armas de Fuego y Contra el Narcotráfico'' (aunque tal ley doble no existe, así dicen los soldados del retén).
La gorrita ''misteriosa''
Como al fin no se trataba más que de indios, los campesinos fueron tratados con malos modos. Los soldados los obligaron a formarse a orillas de la carretera para registrarles ''sus pertenencias y sus personas''. El capitán del puesto señaló al señor de la gorrita y ordenó:
ųA éste, agárrenlo y llévenlo para allá:
''Le quitaron su ropa revisarlo'', prosigue el testimonio del vecino del lugar de los hechos, ''y al luego allí lo tuvieron. El señor dijo, ya me voy, me deja el carro, y los soldados le dijeron: tú no te vas, tenemos que platicar contigo. Tú sabes de la consulta zapatista''.
El carro siguió sin él su camino. En él viajaba también un hijo pequeño del campesino detenido. ''El niño fue y le dijo a su mamá, mamá, aí agarraron mi papá los soldados. Y la señora dejó lo que estaba haciendo y lo fue a buscar su esposo''.
Algunas horas después, la señora alcanzó esta comunidad, y se dirigió al puesto militar donde su marido estaba detenido. Entró, protestando por el atropello, y anunció que se lo llevaba. Los soldados trataron de impedirlo, pero se contuvieron, diciendo:
ųNo se vayan. Esperen el próximo carro.
La señora, con su marido al lado, caminó fuera del pueblo y se alejó, sin esperar el próximo carro.
Aires de inquietud
Otro episodio, que pudo resultar más grave, ocurrió aquí el pasado 2 de febrero, cuando un destacamento del Ejército federal impidió una reunión de los campesinos de Vicente Guerrero (priístas) con un grupo de bases de apoyo del EZLN que se proponía informar sobre la consulta.
Desde el 10 de febrero de 1995, los zapatistas de esta comunidad viven desplazados en otro ejido. No han podido retornar a sus casas en los tres años que lleva instalado aquí un campamento del Ejército.
Sin embargo, los priístas se mostraron interesados en platicar con los civiles zapatistas, quienes anunciaron la víspera que vendrían para hablar sobre la consulta. Promotores similares recorren estos días las poblaciones de la llamada ''zona de conflicto'', tanto las que simpatizan con el EZLN como las que no son zapatistas o no lo son mayoritariamente.
Y hasta la fecha no se han suscitado problemas, al menos entre campesinos, por este motivo.
En cuanto se enteraron los soldados que se efectuaría tal reunión aquí, hicieron lo posible por impedirla.
Un capitán se presentó ante las autoridades priístas y les aseguró que los zapatistas ''iban a atacar la comunidad'' al otro día, que no se prestaran a la reunión. Incrédulos, los priístas esperaron de todos modos a la brigada zapatista, el día siguiente. Decenas de campesinos esperaban en el patio de la escuela cuando se presentaron tres vehículos del Ejército federal, rodearon la escuela y los soldados se apostaron con sus armas, acechantes, para esperar a los zapatistas.
Como es de suponer, dadas las circunstancias, los promotores de la consulta nacional prefirieron no presentarse a la reunión.
Por lo demás, desde la semana pasada el patrullaje del Ejército federal entre Las Margaritas y el viejo Guadalupe Tepeyac se efectúa tres veces al día, en vez de una sola, y como comentó un campesino de San José del Río, unos kilómetros más adelante de Vicente Guerrero, ''los soldados nos están chingando por el motivo de la consulta''.
Ya no hay plaga, sólo nosotros
Además, los vuelos militares sobre esta cañada, que conduce a La Realidad, ofrecen nuevos elementos para la inquietud.
El día de ayer, por ejemplo, los campesinos del ejido Veracruz presenciaron cómo un helicóptero dejaba caer decenas de misteriosas cajas grandes sobre un paraje de la selva.
''Así nomás las cajas volaban, y no sabemos qué es lo que estaban tirando del aire'', refiere un ejidatario que lo vio y que también dice: ''Eso antes no lo veíamos. Bueno, sí, cuando fumigaban la selva por la mosca. Pero no desde helicópteros militares. Y ora no hay plaga, sólo estamos nosotros. Sólo''.