UNA AGENDA INCOMPLETA
De las declaraciones de los voceros del gobierno estadunidense sobre el contenido de las conversaciones que sostendrán, a partir de hoy, los presidentes Zedillo y Clinton en Mérida, Yucatán, se desprende que la agenda pública bilateral presenta más huecos que contenidos.
En efecto, se formulan vagas promesas sobre el establecimiento de mecanismos para la realización de operaciones encubiertas transfronterizas y para prevenir la repetición de los problemas y las tensiones suscitados por la Operación Casablanca. Además, resulta muy probable que los mandatarios aborden el espinoso y ofensivo tema de la certificación estadunidense de los esfuerzos mexicanos en la lucha contra las drogas.
A no ser que, como sucede muchas veces, la parte reservada de las conversaciones sea más importante que la pública, tal parece que la visita del aliviado --y en parte renacido-- Clinton será más bien formal y tendrá como asunto prioritario el combate al narcotráfico.
Por otra parte, no debe descartarse que el encuentro de Mérida sirva a Washington en sus labores de prospección y medición del ambiente socio-político mexicano, dada la importancia de este año preelectoral.
Sin embargo, muchos temas cruciales en las relaciones de México con Estados Unidos no serán incluidos en la agenda oficial de los mandatarios, o serán tratados sólo de manera limitada o tangencial. Tal es el caso, por ejemplo, de las continuas violaciones de los derechos humanos de los indocumentados mexicanos en los Estados Unidos y la alarmante cantidad de muertes de connacionales --500 de 1994 a la fecha-- que se han registrado a raíz del establecimiento de operativos antinmigrantes en el vecino país. Tampoco parecen ser del interés de los presidentes problemas como las barreras y las medidas restrictivas impuestas por las autoridades de la Unión Americana --pese a la vigencia del TLC-- a numerosos productos y servicios mexicanos, el crecimiento del racismo y la xenofobia contra las comunidades mexicanas en amplios sectores de la sociedad estadunidense e, incluso, las dificultades económicas de nuestro país originadas por la crisis financiera internacional, la caída del precio del petróleo, así como los próximos y cuantiosos vencimientos de la deuda externa mexicana.
Como lo ha señalado incluso el vocero de Los Pinos, Fernando Lerdo de Tejada, numerosos asuntos serán soslayados durante la agenda del encuentro porque las conversaciones darán prioridad al tema, ciertamente importante, del narcotráfico. Pero, en el entendido de que las relaciones bilaterales son --y deben ser-- mucho más que el establecimiento de acuerdos de índole policial.
La presencia de Clinton en México debería dar lugar a una exposición clara de los múltiples y complicados problemas que aquejan a nuestro país en su relación con el vecino del norte, así como al análisis, la discusión abierta y la difusión de propuestas firmes, equitativas y respetuosas de solución de los mismos.