La Jornada sábado 13 de febrero de 1999

Luis González Souza
Preguntas a Clinton

Señor presidente Clinton: han pasado casi dos años desde su última visita a México. En esa ocasión nos atrevimos a escribirle, en estas mismas páginas, un par de cartas que, como lo suponíamos, nunca recibieron respuesta. Ni siquiera una respuesta indirecta, porque los verdaderos problemas entre su país y el nuestro siguen agravándose.

Yo sé que uno es nadie junto a usted, pero de todos modos debería interesarse en visiones no oficiales ni oficiosas sobre el estado que guarda la vecindad México-EU. Y precisamente en esas cartas le ofrecíamos una visión crítica y propositiva que, además, compartimos muchos ciudadanos, incluyendo a no pocos estadunidenses.

No me lo tome a mal, pero esta vez le escribiré muy corto, y no una carta sino un interrogatorio. Tal vez usted no sabe que México todavía cuenta con una buena reserva de dignidad. Pero bastaría con echarle una buena mirada (no colonialista ni pragmática) a la insurgencia zapatista. Por esa misma dignidad nos vemos obligados a escribirle breve, en estricta correspondencia a la brevedad de su visita: menos de 24 horas, y allá lejos, en las hermosas tierras de Yucatán.

¿En serio le interesa a su gobierno mejorar la vecindad con México? ¿Cree en la dialéctica al grado de impulsar mejoramientos con puros agravamientos? Paso a dos o tres ejemplos-límite. ¿Se siente usted orgulloso de la operación Casablanca? ¿De veras no sabe, o le importa peanuts que dicho operativo violó descaradamente tanto la soberanía de México como el derecho internacional y los acuerdos bilaterales para combatir el narcotráfico? ¿Y todavía espera que nos quedemos callados? ¿Todavía se atreve no sólo a negar la extradición de sus funcionarios delincuentes, sino a exigir la de quienes escaparon a su operación vandálica? ¿Así es como piensa mejorar la cooperación entre nuestras naciones?

Respecto al asunto migratorio, ¿qué pasó con sus bellas promesas de impulsar un enfoque humanista, distinto al de los republicanos? Su represiva legislación al respecto, el Acta de 1996, ¿no es una calca amplificada de la Iniciativa 187 del racista Pete Wilson? ¿Qué clase de humanismo reflejan sus operativos de muerte (Bloqueo, Guardián, Salvaguarda)? ¿De plano se busca un silencioso genocidio contra los inmigrantes mexicanos, cuyo delito se reduce a buscar un rinconcito en el mercado dizque global? ¿Cuántos asesinatos de compatriotas aguantará el resurgimiento del antiyanquismo más incendiario? ¿Y así mejorará nuestra vecindad?

¿Hasta dónde se promoverá, o se dejará crecer el antimexicanismo en el paraíso de la libertad-tolerancia-democracia? ¿Ahora resulta que México es su enemigo? Si de afrentas (históricas y presentes) se trata, ¿quién es más enemigo de quién? ¿Dónde quedó la calidad de socios ofrecida con el TLC? Por cierto, ¿Por qué EU viola olímpicamente este tratado en las pocas áreas donde México parece más competitivo? ¿No es demasiado dialéctica la fórmula escogida: mejores vecinos entre más confrontados y agraviados?

La dignidad incluye el cumplimiento de las promesas. Prometimos brevedad y aquí le paramos, aunque nos sobran preguntas para usted. Pero de interrogatorios ya debe estar harto (por culpa de Mónica). Y así como lo cortés no quita lo valiente, lo digno sabe llevarse con la amabilidad.

PD aclaratoria: Las ofrendas de la electricidad privatizada y del nuevo plan antidrogas no son del pueblo mexicano, sino del grupo no muy digno que nos gobierna.

PD autocrítica: Las culpas finales de una vecindad tan atrofiada están de este lado y son el déficit en dignidad gubernamental así como en combatividad ciudadana.

PD reincidente: Aceptadas nuestras culpas, ¿hasta cuándo ustedes dejarán de alimentarse con la sangre de los caídos y de los agachones? ¿Hasta cuándo serán congruentes con sus prédicas sobre la libertad y la democracia?