n Rock: invocar con rabia la lucha por la dignidad n
n Hermann Bellinghausen n
El rock chicano llega a México, y México llega al rock chicano. La reunión se está volviendo costumbre de resistencia, y llegado el caso, rebelión. El resultado musical pasa por la inspiración y el virtuosismo. "Nosotros no cruzamos las fronteras, fueron las fronteras las que nos cruzaron a nosotros", cantan los duros de Aztlán Underground, en la cresta de la ola del rock chicano-mexicano de Los Angeles, en una época que hasta Los Lobos han tenido que cerrar filas con los Texas Tornados para volverse los Superseven, y Ozomatli asalta los barrios y el pop del mundo, y los salones de baile correspondientes, con la Cumbia de los muertos.
En tanto Quetzal, un grupo de jóvenes maestros de la fusión romántico-funky-rumbera trepidan los pies de la pachucada con un Cascabel posjarocho y el son-acumbiado Todos somos Ramona. El puritito sincretismo, que hasta violín clásico saca a colación en los zapatos que bailan. El privilegio de la voz femenina de Quetzal da una intensidad fuera de serie, llena de soul ''al borde de la vida", en Politics y amor, una declaración de amor política que hace pensar que los tiempos están cambiando. O bien dicen: Look your self familia, directa o indirecta. Despierta. Don't you know who you are? Can't you see it? Your anger is your gift, en un momento bopero de su primer disco, llamado Quetzal.
Romper cadenas y barreras
El sentido de fiesta de la música mexicano-americana tiene claro antecedente en el rock chilango y norteño de Maldita Vecindad, Tijuana No, Café Tacuba y Los de Abajo, a contrapelo del hip-hop de derecha, que hierve en Monterrey. Uno de los precios que paga el sistema con la globalización es que la música ha roto las cadenas y las barreras en el mundo entero, y nadie la puede parar. Aztlán Underground es escuchado con el vértigo de la admiración en todo Estados Unidos y la Europa meridional.
Y Quetzal vuelve hit mundial nuestra vieja conocida: ''La barca en que me iré/ lleva una cruz de olvido". Y es que, si algo tienen en común los roqueros chicanos, es que nada les causa rubor.
Aztlán Underground sale de los eléctricos barrios bajos de LA para engancharse a las 16 demandas del EZLN en su disco Sub-verses. Ya desde el anterior Decolonize, la banda angelina puso las tripas en el asador para decir que no y resistir. ''Sin papeles no tengo justicia,/ vivo como esclavo escapando milicias".
Le andan metiendo un sonido de huéhuetl al hard core, pero no sólo por eso se expresan más mexicanizados que Rage Againts the Machine, del cual heredan el uso metálico del hip-hop y la estridencia que da al tímpano tratamiento de tambor dinamitado, invocando con rabia la lucha por la dignidad.
Aztlán endosa cada una de sus recientes rolas a las demandas de los indígenas rebeldes. Ejemplos: a democracia, la canción es ''Justicia". A libertad, ''No soy animal". A vivienda, ''Sangre en tus manos". A tierra, ''Descoloniza" (Xican Records and Film, 1998).
Empezaron por gritar: Super xicanos, keep trucha, and chill, y pusieron locos a los batos del lado de allá. Pónganse truchas y conmuévanse. Su rotundo ''chinge a su madre el sistema" ha hecho pensar al crítico Ralph Gorodetsky en el toque de Public Enemy. El grupo, que tiende a crecer en escena con más músicos y hasta danzantes aztecas, tiene su núcleo duro en Yaotl, Rudy y Bulldog, pero también están el Cheneck y Boby para gritar: ''Zapata vive cabrones".
''ƑCuántas maneras hay de agarrar una bala?", amaga Aztlán Underground. ''No tengo miedo porque de nada me espanto", agrega de inmediato.
ƑQué ríos profundos, underground?, hacen rugir a la banda: ''Nosotros vivimos en Estados Unidos/ así que te preguntarás por qué luchamos contra el Estado/ bueno la respuesta está en el viento zapatista". Según L.A. Weeckly, Aztlán Underground es ''funky, hard y soulful''. La suya es música para juntar la rabia de la tribu y para irritar a otros ''buenos ciudadanos americanos". Si esto suena muy político, ''pues en efecto resulta que así es".
Presentación en sociedad
Hoy desde el mediodía, en el Circo Volador, Quetzal y Aztlán Underground recibirán la alternativa de la ciudad. Los acompañan en el lance las bandas locales Maldita Vecindad, Los de Abajo, Panteón Rococó y una revelación que ya verán, proveniente de Tecate, Baja California: Jambo.
El break-trough del rock angelino llega precedido de la fama de que, en vivo, las nuevas bandas generan un calor tribal verdaderamente eficaz, que tiene preocupada a la derecha racista californiana. ƑYa en cuántas noches han bailado miles de jóvenes de todas las Californias la salsa picante de Quetzal? ''Ramona nos enseña cómo tragar nuestras lágrimas/ y sobrevivir la vida sin dolor/ con esfuerzo y organización". Y las que faltan.
Y para experiencias bizarras, hay que oír al Aztlán Underground rapeando en pesado rock core: ''Pero nuestras raíces indígenas son como el tronco del árbol y eso nunca muere".
Y si no, que lo diga el funk.