n Salvador Aguirre habla de su opera prima
De ida y vuelta, película sobre el
arraigo y la pérdida de identidad
n El rodaje iniciará el próximo lunes en locaciones de Michoacán
Raquel Peguero n Una tragedia sobre el ''arraigo y el desarraigo, lo que significa pertenecer a un pueblo" es lo que Salvador Aguirre contará en su primera película, De ida y vuelta, cuyo rodaje comenzará el próximo lunes en locaciones de Michoacán. Hacer una cinta ''muy mexicana en la que se vea la nueva situación" de los habitantes de poblaciones tradicionales y ''olvidarnos de los arquetipos del pasado", es lo que interesa al realizador.
Egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), asistente de dirección de Felipe Cazals, Paul Leduc y Ridley Scott, Aguirre comenzó a escribir este guión en 1995: ''En ese tiempo ųcuentaų lo de Chiapas estaba más o menos fresco y lo que quería era hacer una película que retratara la realidad mexicana. Fue una especie de compromiso personal". Su escrito permaneció guardado un año hasta que decidió retomarlo. Entonces, pidió la colaboración de Alejandro Lubezki para afinarlo y dejarlo listo para participar en el concurso de Opera Prima del CCC, que este año le ganó a nueve historias más.
Protagonizada por los debutantes en pantalla, Gerardo Taracena y Ricardo Esquerra, cuenta con Tiaré Scanda, Jesús Ochoa y Alejando Parodi con quienes el director realizó ensayos previos, porque ''quería darme chance de experimentar y no cometer los mismos errores de otros trabajos, en los que llegan los actores y ni se conocen por lo que con las prisas de la filmación, los diálogos van en diferentes direcciones".
Eso, asegura, ha servido porque una cosa ''es la imagen, lo que pueda saber sobre el personaje como director, a priori, y otra todos los detallitos y fallas del guión que ves a la hora que el actor le da vida".
Protagonista sin salvación
Con el stress normal de iniciar una aventura, Aguirre afirma que su principal temor es ''hacer una película descontextualizada de lo que es México, y el resultado sea una de esas historias que pasan en Patolandia en donde no hay arraigo, precisamente, a lo real. Esto es un drama y no es tan documental; no vamos a retratar neciamente a la realidad, sino a construir una, que es la de la película". La tragedia fue el género que más se adecuaba a su propósito; lo primero fue ''entender sus reglas y con base en esa estructura colgar la historia pues, desafortunadamente, hay en apariencia pocas posibilidades de encontrar nuevos mundos para estas personas que han perdido la identidad, por eso el protagonista acaba sin salvación".
Michoacán le pareció el mejor lugar para narrar su historia. Su familia vivió ahí, ''y yo iba todo el tiempo. Es impresionante ver cómo en pueblos muy tradicionales tienen pintas cholas; y los chavos, la única esperanza que ven es poder convertirse en hombres y emigrar a Estados Unidos. El regreso siempre me llamó la atención: ver por las carreteras, las camionetas con placas estadunidenses y descubrir que el dinero que mandan los migrantes mantiene al estado. Hay pueblos enteros donde no hay hombres, todos están trabajando allá. Pienso enriquecer la pantalla con símbolos de ese mundo, por ejemplo en muchas iglesias vemos que, junto a los milagritos de la clásica piernita y bracito, hay fotos polaroid y billetes de un dólar pegados en los faldones de Cristo. Eso es la película".
La dirección de arte está a cargo de Guillermo Cossío, quien ''entiende los modos y tiempos de las personas. Tenemos una hacienda que arreglamos, porque estaba abandonada; haremos sólo algunos trucos para construir el espacio de la película". El vestuario lo hizo Bárbara González, quien después de investigar en la región, diseñó y compró en Michoacán, el que se usará.
''El punto es ver esa unión cultural, aparentemente ya asumida, en que una señora con su mandil y rebozo carga al nieto que ya trae una chamarra de los Bulls de Chicago." La foto en el campo, explica Aguirre, ''será muy realista y sobria; los mismos personajes son los que nos llevarán a todas las escenas; seguiremos al protagonista y él dará la pauta de cómo nos acercaremos a la historia, pero no a manera de narrador. La parte de la ciudad será subjetiva para descubrir qué es la metrópoli para cada personaje".
Respecto del habla de los personajes, se trató ''de incorporar los acentos locales, aunque en general va a ser muy neutro, sobrio, porque muchas veces el poder de la actuación se va en tratar de imitar el tonito, en vez de sentir lo que pasa en la escena". Con tonalidades de maíz seco para el campo y un juego de reflejos para la ciudad, la cinta se completará con música compuesta ex profeso, canciones gruperas que fue ''más divertido y barato generar, que comprar los derechos a los Tigres del Norte. Habrá otra basada en la música masónica de Mozart, que se adaptará a la banda de pueblo para las secuencias funerarias".