Octavio Rodríguez Araujo
Guerrero

Es probable que en Guerrero todas las fuerzas del ``sistema'' defiendan la gubernatura para el candidato del PRI, René Juárez, con motivo de los comicios del domingo pasado. Las fuerzas del ``sistema'' quieren decir el gobernador actual, el ex gobernador Figueroa, el presidente del Consejo Estatal Electoral (quien trabajara para Rubén Figueroa Alcocer), los funcionarios del gobierno saliente, y probablemente altos funcionarios del gobierno federal, todos ellos directa o indirectamente relacionados con los poderosos intereses económicos en el estado.

Guerrero, para el ``sistema'', no es igual o semejante a Baja California Sur, como tampoco lo serían Chiapas o Oaxaca. Los intereses en juego no son poca cosa, y no me refiero exclusivamente a Acapulco. Guerrero, como los otros estados del sur mencionados, es tierra de caciques, con el dato adicional de grupos mafiosos y corruptos que han despojado a ejidatarios y comuneros de sus tierras a favor de inversiones presentes y a futuro que nada tienen que ver con el beneficio de la mayoría de la población de ese estado.

Guerrero es y ha sido por muchos años botín de políticos y socios empresariales (nacionales y extranjeros) principalmente ligados al usufructo de la tierra para fines turísticos, de fraccionamientos y de negocios turbios de diversa índole comúnmente asociados a los llamados giros negros. Perder Guerrero, por lo tanto, significa la posibilidad de que se destapen muchas coladeras que, hasta ahora, han permitido encubrir mucha suciedad, corrupción, complicidades ilícitas, despojos, licencias chuecas, fideicomisos que les permiten a los extranjeros tener propiedades a la orilla del mar, privilegios y todo tipo de ilegalidades que se iniciaron desde los años 50, con la promoción de Acapulco como enclave turístico internacional.

En entrevista de prensa René Juárez, el candidato priísta y del ``sistema'', preguntó si de veras se cree que se pueden comprar conciencias, refiriéndose al antiguo mecanismo de compra de votos vía despensas, materiales de construcción, préstamos para vivienda, etcétera. El lo niega, como lo han negado otros candidatos de su partido en elecciones en otros estados. Sin embargo, para quienes nos hemos dedicado al estudio de los partidos y de las elecciones, incluso con prácticas de campo y de observación, la acusación de compra de votos (que no es lo mismo que compra de conciencias) tiene bases reales y comprobables empíricamente. En el estado de Morelos, por ejemplo, mis alumnos de la UNAM y yo hemos podido comprobar cómo se ha coaccionado el voto y cómo se ha intentado comprar por diversos medios, gracias a la extrema pobreza y a las grandes necesidades de muchos electores. ¿Por qué Guerrero sería una excepción, si yo mismo he visto cómo en Renacimiento, por ejemplo, se iniciaron en enero de este año obras públicas que debieron hacerse como consecuencia del huracán Paulina? Renacimiento, para quienes no están enterados, es una zona antes de las montañas que rodean la bahía de Acapulco, a donde mandó el primer Figueroa a los pobres que vivían en donde no debe vivir gente pobre, es decir, en el llamado anfiteatro de Acapulco... porque afeaban la zona turística (en realidad para fraccionar el anfiteatro y vender a quienes sí pudieran pagar por tener el privilegio de ver el mar desde sus terrazas).

Con la información disponible en la prensa no puedo afirmar, en el momento de escribir estas líneas, que haya ganado Félix Salgado Macedonio, pero sí puedo afirmar que en el supuesto de que así haya sido, se hará hasta lo imposible para que el gobierno de Guerrero quede en manos de encubridores de todos los negocios turbios y de sus beneficiarios, dados los intereses que serían afectados de darse el extraño fenómeno (extraño en México) de que al gobierno del estado llegue un gobernador realmente honesto y preocupado por los más y no por los grupos privilegiados por décadas de priísmo, caciquismo y corrupción.