n Discurso en alusión al Comando Patriótico de Concientización del Pueblo
Sin el pertrecho de la lealtad no puede existir un ejército: Cervantes
n En Chapultepec, el aniversario 86 de la gesta heroica de los cadetes del Colegio Militar
Rosa Elvira Vargas y Jesús Aranda n Sin el pertrecho de la lealtad no puede existir un ejército y no se hace un soldado sólo con el uniforme, aseguró el general Enrique Cervantes Aguirre, secretario de la Defensa Nacional, y remarcó que "ser leal es ser legal''.
Un militar, abundó, se hace dotándolo de una disciplina espiritual inquebrantable, de una ética invariable, de una disciplina férrea, de una convicción inexpugnable y, sobre todo, de una lealtad entrañable a la patria, a su historia, su destino e instituciones.
Una ceremonia breve de imponente marcialidad fue el marco para el mensaje del jefe del Ejército, al conmemorarse ayer el 86 aniversario de la Marcha de la Lealtad. El escenario, como en los últimos años, fue el Castillo de Chapultepec. Asistió el presidente Ernesto Zedillo y todos los miembros del llamado gabinete legal y ampliado, jefes y agregados militares, integrantes de la Armada y cadetes de los planteles del Ejército.
Fue el de Cervantes Aguirre un discurso cuya lectura le tomó apenas diez minutos, pero en el que, sin más que una breve introducción a la efemérides, dirigió conceptos sin otro destinatario explícito que los miembros de las fuerzas armadas.
Fecha para recalcar la lealtad, pero también la primera participación oratoria del general Cervantes Aguirre luego del surgimiento, en diciembre pasado, de un grupo de militares inconformes con diversas leyes, disposiciones y reglamentos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Todo ello fue advertido puntualmente por los invitados al alcázar del histórico castillo, quienes escucharon con interés su intervención.
Los "buenos soldados" de hoy
Los cadetes que en 1913 empuñaron las armas de la República, las de la legalidad, para custodiar al presidente Francisco I. Madero definieron, dijo el general secretario, "a los buenos soldados de hoy''. No tuvo cabida en ellos la tentación deshonesta, el interés personal o la ambición, y brindaron una lección ejemplar y dieron una muestra de solidez de las virtudes militares.
En la acción de lealtad de esos cadetes, añadió, se plasmó el ejemplo que ilustrará por siempre los valores que rigen y animan el espíritu del soldado frente al pueblo que lo nutre y al titular del Poder Ejecutivo que lo manda. Tales valores, indicó, se adquieren, se conocen, se entienden, se asumen y, finalmente, se practican.
Destacó enseguida que la lealtad que hace existir al Ejército es origen de fidelidad, y a ésta se suma la disciplina que debe ser "norma a la que los militares debemos sujetar nuestra conducta siempre, sin excepciones''.
Describió otras características que debe reunir un soldado, tales como el conocimiento del oficio, la destreza en el manejo de las armas, el trabajo en equipo, la condición física, el espíritu de sacrificio, la abnegación y la aceptación de vivir con austeridad y modestia y todo ello, puntualizó el jefe militar, acompañado del "espíritu de cuerpo, que para nosotros es el cuerpo del espíritu''.
Admitió que el cumplimiento del deber militar es a menudo áspero y difícil, y que no pocas veces exige penosos sacrificios, pero es también el único camino asequible para que quien forma parte del instituto armado adquiera plena conciencia de su dignidad y de la importancia de la misión que la patria le ha conferido.
"Los militares ųexpresó entonces en tono firmeų hacemos nuestro, antes que nada, el supremo valor de la lealtad, un concepto profundo y grave en el que no sólo se funda la sociedad o la familia, sino las instituciones de la República. Porque ser leal es ser legal, y la legalidad es el fundamento del Estado para avanzar hacia la justicia, la armonía, la paz activa y libertaria''.
En seguida recalcó, sin embargo, que ese compromiso ético "no queda al arbitrio de quien lo asume''. Involucra, precisó, un compromiso jurídico, un expreso sometimiento a duras leyes y normas tanto comunes como castrenses, y una protesta ante el más elevado símbolo nacional: la bandera mexicana.
Puso énfasis en el "valor supremo de la verdad" y en el cumplimiento del deber. El cual, dijo, es a menudo áspero y difícil y no pocas veces exige penosos sacrificios.
Sin mencionar nombres, pero en clara alusión al grupo de militares disidentes que surgió en diciembre pasado (el Comando Patriótico de Concientización del Pueblo), el titular de la Defensa Nacional se refirió a la gesta heroica de los cadetes del Colegio Militar hace 86 años, quienes "empuñaron las armas de la República y la legalidad" para defender al entonces presidente Francisco I. Madero, quien ųdijo-, a la larga caería víctima "de la traición de malos militares y malos mexicanos.
"No hubo entonces cabida a la tentación deshonesta, al interés personal o a la ambición. Hubo sí, en cambio, una lección ejemplar, una muestra de solidez de las virtudes militares".
Eran tiempos difíciles ųcuando ocurrió la Marcha de la Lealtadų, inciertos, plenos de discordia y amenazas a la unidad de los mexicanos; eran tiempos de definición, y aquellos cadetes se definieron, "y con su ejemplo definieron también a los buenos soldados de hoy", insistió.
Ceremonia marcial que duró 14 minutos, en la que contrastó el "estreno" en el gabinete presidencial del ex gobernador Patricio Chirinos ųahora como titular de Aeropuertos y Servicios Auxiliaresų, con la notoria ausencia del jefe de gobierno capitalino Cuauhtémoc Cárdenas; del presidente de la Suprema Corte, Genaro David Góngora Pimentel; de la canciller, Rosario Green, y la titular de la Semarnap, Julia Carabias. Por cierto que las inasistencias provocaron que los funcionarios de la mesa de honor acomodaron sus sillas, y la tarjeta con su nombre y cargo, para que no se notaran los lugares vacíos.
Ante la presencia del gabinete en pleno y los representantes del Senado y Cámara de Diputados, María de los Angeles Moreno y Porfirio Muñoz Ledo, respectivamente, Cervantes Aguirre enfatizó que "sin el pertrecho de la lealtad" no puede existir un Ejército, porque ésta es origen de la fidelidad, seguida de la disciplina, que es la "norma a la que los militares debemos sujetar nuestra conducta, siempre sin excepciones"; conocimientos del oficio del soldado; el trabajo en equipo; el espíritu de sacrificio; así como "la abnegación misma y la aceptación de vivir con austeridad y modestia".
Sostuvo que los militares "hacemos nuestro, antes que nada, el supremo valor de la lealtad", porque "ser leal es ser legal, y la legalidad es el fundamento del Estado para avanzar hacia la justicia, la armonía, la paz activa y libertaria".
Recordó el general de división que, precisamente, la Marcha de la Lealtad constituye uno de los más significativos y trascendentes hechos de nuestra historia nacional, porque ha sido y es fuente de principios, de actitudes y conductas que definen uno de los pilares fundamentales en que se sustentan las fuerzas armadas, "el supremo valor de la lealtad".
Ahora, dijo, en los umbrales del nuevo milenio, las fuerzas armadas marchan junto a su comandante supremo ųel Presidenteų, quien en tiempos de prueba, "ante situaciones sin precedente, conduce con voluntad, firmeza, perseverancia, rumbo y talento los destinos de México en este convulso fin de siglo, y promueve iniciativas y reformas para que nuestro país enfrente, con buen éxito, retos y oportunidades", para que vivamos en "una economía fuerte, una democracia fuerte y como una sociedad justa y fuerte".