n Alejandro Nadal n
Las reformas económicas de Luis Téllez
En 1992, el secretario de Energía, Luis Téllez, fue uno de los encargados del gobierno de Salinas para obtener las reformas al artículo 27 constitucional. Se presentaba siempre con aires de autoridad, aunque a veces confesaba ser recién llegado a la problemática del sector agropecuario, y reconocía no conocer el campo mexicano.
Su ignorancia no lo detenía: era necesario aprobar la contrarreforma al artículo 27 como parte de la ''modernización'', para recapitalizar el campo mexicano y aprovechar nuestras ventajas comparativas en el comercio internacional. Hasta el medio ambiente se beneficiaria, porque el funcionario Téllez afirmaba que la contrarreforma garantizaría el uso racional de los recursos naturales.
La historia ya se conoce: el gobierno de Salinas, surgido de elecciones fraudulentas y desprovisto de legitimidad, impuso el cambio de rumbo, desvirtuando decisiones políticas fundamentales cristalizadas en la Constitución de 1917. Para el sector agropecuario, la contrarreforma del artículo 27 destruyó el compromiso del Estado con un proyecto de desarrollo para los habitantes del campo.
Hoy, el secretario de Energía se presenta nuevamente con aires de un supremo conocimiento técnico en el tema de los energéticos. Aunque ya demostró ignorar todo sobre la dinámica de formación de precios en el mercado petrolero, hoy se ostenta como el arquitecto de un nuevo proyecto privatizador para el sector eléctrico.
Es momento de preguntar: ƑCuál es el balance de las reformas en el sector agropecuario que empujó con tanta convicción hace cinco años?
La respuesta es que se tienen ya cinco años de fuertes tendencias negativas en el campo mexicano: una combinación de estancamiento en el crecimiento del PIB agropecuario, déficit en la balanza comercial agropecuaria, descapitalización creciente y, sobre todo, de profundización de la pobreza entre los habitantes del campo. Todo eso combinado con mayor presión sobre el recurso tierra, los acuíferos, y deterioro en la capacidad de manejo de los recursos genéticos.
A precios constantes de 1994, la tasa de crecimiento acumulada del PIB agropecuario es 0.52 por ciento en los últimos cinco años. Este estancamiento se suma al rezago sobrecogedor que ya teníamos en el campo mexicano.
En ese periodo el saldo negativo acumulado en la balanza comercial del sector agropecuario rebasa ya los 2 mil 800 millones de dólares. El TLC ha contribuido en mucho a este triste panorama.
Es decir, en el sector agropecuario, al igual que en el resto de la economía, el proyecto de los gobiernos Salinas-Zedillo, para los que trabaja el funcionario Téllez, no permite ni crecimiento, ni desarrollo de ventajas comparativas.
La contrarreforma se hizo para hacer del productor agropecuario un sujeto de crédito y asegurar la capitalización del campo. Pero en estos cinco años, el crédito al campo cayó (en pesos constantes de 1994) de 37 mil millones de pesos a 26 mil millones entre 1992 y 1998.
En realidad, el cuadro es más grave. Esas cifras contabilizan mañosamente la restructuración de parte de la cartera vencida en el sector agropecuario como crédito fresco (al pasar de cartera vencida a cartea vigente). Descontando ese componente, el desplome del crédito en el sector agropecuario es realmente espectacular. En términos reales, entre 1992 y1998 la caída en el crédito fresco es superior al 45 por ciento.
Precisamente por ese colapso del crédito en el campo, los pagos de Procampo son utilizados como línea de crédito de emergencia por productores pobres que, a través de la cesión de derechos, la destinan al pago de insumos. En muchas regiones, los verdaderos beneficiarios del Procampo son los productores de fertilizantes, plaguicidas y semillas mejoradas. En su cuarto Informe de gobierno, Zedillo festejaba esto, contradiciendo la propia lógica neoliberal, que ve en Procampo un simple apoyo al ingreso, no un crédito.
En síntesis, el balance de la contrarreforma en el campo es totalmente negativo. Pero el funcionario Téllez no puede rendir cuentas, porque ahora el gobierno de Zedillo le ha encargado patrocinar la contrarreforma en los energéticos. Nueva misión muy importante, porque no lo dude el lector, este esfuerzo por abrir las puertas al capital privado en el sector eléctrico es un globo sonda para probar los vientos políticos. Esta prueba dirá si se puede proceder, de una vez por todas, con la privatización de Pemex. Al fin y al cabo, el secretario de Energía sabe que nunca tendrá que rendir cuentas sobre la privatización del sector energético.