n José Blanco n
Plataforma improbable
El presidente Zedillo convocó a las fuerzas políticas a elaborar "una plataforma común que nos permita participar concertadamente en la construcción de un país fuerte, próspero y democrático", antes del inicio de las campañas del 2000. El Presidente dijo también que en México la democracia ya existe, y reconoció, de otra parte, que el mayor reto del país es la pobreza.
Se trata sin ninguna duda de una iniciativa decisiva para el presente y el futuro de México, que amplía la propuesta presidencial sobre una política económica de Estado para el crecimiento económico, hecha en 1997. Es imposible exagerar la dimensión de la necesidad urgente de la sociedad mexicana por contar con una plataforma común.
Si la propuesta presidencial y la inmediata respuesta en positivo de Porfirio Muñoz Ledo son genuinas, uno podría hablar de dos voces que se expresan con responsabilidad para con la nación. No obstante, contexto y antecedentes no permiten abrazar esperanzas de que los políticos estén en disposición y aptitud de alcanzar un acuerdo en lo fundamental, que conlleve un consenso amplio de la sociedad.
Es claro el consenso respecto a la magnitud y la profundidad de la desigualdad y la pobreza. Este es el más urgente reto. Pero no hay más entre los actores políticos. Si juzgamos por los hechos, no existe ni el mínimo indicio de que partidos y gobierno estén dispuestos a discutir sobre el origen de este lacerante asunto que no parece importarle mayormente a ningún actor político. Sin un consenso, asumido por las fuerzas políticas, sobre las causas principales de la pobreza, no habrá política económica y social eficaz que la alivie. ƑAdmitirá el gobierno su origen histórico en una desigualdad social bárbara e ilegítima, nunca corregida por ninguna política económica en ningún tiempo, y profundamente agravada por los programas neoliberales de ajuste económico?
El negro infortunio que acompañó a la propuesta presidencial de elaborar una política económica de Estado para el crecimiento económico no es extraño: la ubicación de cada actor político respecto a los otros se halla en posición ortogonal, y nadie ha hecho nada por moverse de su lugar. El gobierno y el PRI continúan en la creencia de que esa política económica consiste en admitir la necesidad ineludible de respetar los fundamentals, en sus términos. El PRD redujo su posición hasta afirmar que la política económica es una arena más de la lucha política; que ningún acuerdo es imaginable en este campo. Al PAN este asunto le dice poco. Este partido cree que el centro de la política económica se halla en la relación entre fisco y federalismo. Tres universos lingüísticos cuyas intersecciones siguen siendo arcanas.
Para el Presidente, la democracia se ha vuelto realidad. Para Muñoz Ledo, por ejemplo, actor cuya disposición aparente demuestra respondiendo de inmediato a la convocatoria presidencial, México requiere una reforma de Estado de magnitud tal que se hace necesaria una enteramente nueva Constitución Política que, entre otras cosas, incluya un nuevo diseño de gobierno. Al parecer se trata de la posición oficial perredista. Dentro del listado de reformas de esta posición, las bases de la democracia electoral existentes son sólo de un ítem entre otros.
Pese a todo, nada en este país tiene la urgencia que posee la instalación de una mesa no contaminada por los comicios del 2000, donde los partidos se ocupen de los asuntos nacionales. Que esta idea pueda sonar tan terriblemente boba es una medida de lo remoto e inverosímil de su posibilidad.
La mentalidad de todos los actores aún tiene mucho por cambiar para acercar la posibilidad de acuerdos. La razón política en pos del poder sigue separada de las necesidades de la sociedad. Y no es la razón la que hará cambiar a los políticos sino, acaso, los reveses de su suerte.
Vea usted la mentalidad del señor Téllez: "soberanía es que nuestro país tome decisiones soberanas para que haya electricidad". Es decir, "nuestro país" es sinónimo de Ejecutivo federal: la sociedad es, claro, como todos sabemos, una extensión de la burocracia. Para cambiar esta mentalidad se necesita: una escalera grande y otra chiquita.