n El artista neoleonés presenta en la ciudad de México su Obra reciente


La plástica de Larios, impulso teatral

Angélica Abelleyra n Según Francisco Larios (Guaymas, 1960), el collage ha sido el medio "fresco" e "inmediato" que le permite hacer de sus pinturas una especie de telón en el que hace concurrir paisajes, historias y personajes, en un marco de teatralidad.

Mediante recortes de revistas, la inclusión de trozos de tela y una gestualidad en el trazo, nos ofrece el impulso, la inmediatez y la parquedad que caracterizan a lo abstracto sin adorno superfluo.

En la exposición de su Obra reciente ųprimera que realiza en el DFų, que por estos días cuelga en los muros de la galería Nina Menocal, Larios apuesta de nuevo por llevar a la superficie pictórica la reconstrucción de los recuerdos de su infancia que no ha querido dar por gastados.

Lo hace de la mano de su formación en el diseño gráfico, de sus referencias visuales del cine, del cómic, del Libro Vaquero y del Vanidades, y transita con ellos junto con las marcas que le dejaron Jackson Pollock y el dripping (uso de la pintura directa sobre la tela), Franz Kline y la violencia expresiva del action painting, así como la atención caligráfica de Mark Tobey.

Autodidacta, Larios es hijo de un pescador ya retirado, tras 35 años de convivir con el mar y fantasear con calamares y tiburones gigantes. Es hijo también de una costurera, de quien aprendió la labor manual, la vocación artesanal y el gusto por las telas y los hilvanes.

De ambas herencias, el pintor asimiló anécdotas y destrezas para confeccionar pinturas "a medio terreno entre la figuración y la abstracción, entre lo popular y lo trendy, entre el set de televisión y los encajes de Chanel, entre la autorreferencialidad y el simulacro, entre lo moral y lo fatuo.

Una especie de burla, de ejercicio travesti contra la obsesión genérica de la pintura representativa, contra su historia como emblema de status, como domesticador de conducta, como doctrina heroica...", sustenta el crítico de arte Osvaldo Sánchez en un texto para la exposición que Larios presentó a fines del año pasado en el Museo de Monterrey, parte de la cual se exhibe ahora en la ciudad de México.

En su reflexión, el especialista cubano señala una particularidad en el arte del sonorense: "No es común en la plástica mexicana actual la exaltación del ornamento como un antídoto eficaz, por paradójico, ante cualquier pretensión canónica y ante cualquier intento de sugestión narrativa complaciente al espectador".

Y es la supresión de lo anecdótico lo que Larios busca en cada pintura: "Uno siempre busca tener una imagen clara de sí mismo. Por ello, cuando asumes que las influencias existen, es sólo el trabajo el que te permite diluir poco a poco las anécdotas, los recuerdos, las influencias directas, hasta que echas tierra sobre ellas y se aligeran".

Larios ganó en 1997 el Gran Premio de Adquisición en la tercera Bienal del Museo de Monterrey, hecho que lo situó en un lugar más visible para algunos críticos de arte atentos a su trabajo, el cual define: "Lo gestual es importante. El impulso, lo inmediato, son gestos donde se concentra lo más humano. Y eso es lo que busco por medio de la pintura: sacar mi perfil humano, lo más humano que se pueda".

La primera exposición de Larios se efectuó en 1983 en la Presidencia Municipal de Torreón. Tres años después se trasladó a Monterrey, donde actualmente reside, para trabajar como diseñador gráfico. Fue hasta 1991 cuando Guillermo Sepúlveda lo invitó a exponer en la galería Arte Actual Mexicano, y en el 94 incursionó en la galería Ramis Barquet.

 

Limitada difusión en Monterrey

 

En torno a los incentivos culturales que la capital neoleonesa le ofrece, comenta: "En realidad Monterrey no otorga muchas alternativas culturales. Es una ciudad dedicada al trabajo en serie, en masa; por su misma naturaleza no hay espacio para el ocio". Abunda que a pesar de la difusión constante que hacen galerías y museos regionales del arte local, de la misma manera que muestran el arte contemporáneo del mundo, espacios como el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (Marco) no han ofrecido con permanencia algún sitio de exposición de la pintura regiomontana.

Subraya: "El Marco nació como un niño grandote, mimado y burguesote, lleno de juguetes enormes, que son sus grandes figuras y firmas. No sé si siempre seguirá en esa línea, pero tal vez en algún momento organizará un programa de exposiciones con material regiomontano. Ya existen autores y material suficiente", resalta el autor que menciona a sus colegas Rosario Guajardo, Gerardo Azcunaga y Silvia Medrez como pintores que, entre muchos otros, cuentan con una trayectoria para acceder a más museos de la región donde confrontar su obra.

Mientras continúa abierta la muestra de Larios en la galería Nina Menocal (junto con la de Laurie Litowitz, hasta el 25 de febrero en Zacatecas 93, colonia Roma), para noviembre próximo la galería Ramis Barquet, de Monterrey, le prepara una exposición con obra que realizará en lo que corre de este 1999.

Posteriormente, la sede neoyorquina de este mismo espacio regiomontano, asociado a la Robert Miller Gallery, abrirá sus salas para montar otras piezas del sonorense a principio del año 2 mil. Mucho antes, en este mes, viajará hasta Madrid una pieza suya para conformar parte del acervo de la Feria de Arte Contemporáneo Arco.