Está confirmado: Compañía Interamericana de Entretenimientos (CIE) -el consorcio que controla tanto Organizadora de Conciertos y Espectáculos Sociedad Anónima (OCESA) como la red de taquillas de preventa llamada Ticket-Master- ha llegado finalmente a un acuerdo con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) para hacerse cargo de la Unidad Artística y Cultural del Bosque (UACB) a partir del 15 de febrero.
Tal como se temía, los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky -autores del espantoso Centro Nacional de las Artes (CNA)- ejecutaron el proyecto ``ganador'' (de un concurso que al menos públicamente jamás se llevó a cabo), que echará abajo los antiguos y marchitos teatros Orientación, El Galeón, Julio Castillo, El Granero, Xavier Villaurrutia, y de la Danza, antes de edificar el nuevo complejo turístico y comercial que arrebatará a los artistas mexicanos uno de los laboratorios de experimentación escénica más importantes del Distrito Federal.
En los últimos días, Mario Espinosa, director del Departamento de Teatro del INBA, exhortó a los trabajadores de la UACB a ``capacitarse'' en el manejo de los equipos de iluminación, sonido y efectos especiales que serán instalados en los nuevos teatros, una vez que el inminente esperpento arquitectónico esté terminado.
Sin embargo, ni los trabajadores, ni los estudiantes de las escuelas de teatro y danza de la unidad, ni los artistas que en ese lugar siguen efectuando sus tareas cotidianas, hasta el momento, han tomado una decisión final: a principios de la semana entrante, reunidos en asamblea, resolverán si optan por la resistencia pacífica con el fin de impedir la entrada de los bulldozers (que ya están en el Campo Marte), o simplemente claudican.
Por su parte, Gerardo Estrada, director del INBA, ha ofrecido a los trabajadores, en un gesto que raya en la desesperación, ``pagarles'' (así dijo) un peritaje para ``demostrarles'' que los edificios de la avenida Juárez, a donde planea trasladar al personal, están en óptimas condiciones, y ``asegurarles'' que no se caerán por causa de otro sismo, tembleques y maltrechos como quedaron después de los terremotos de 1985.
El desenlace de esta larga novela de misterio, mentiras, hipocresía y engaños de parte de Rafael Tovar y de Teresa, titular del CNCA, y del propio Estrada, culminará aparentemente con una ratificación de lo que destacados creadores de la escena pretendieron evitar: el autoritarismo del Estado mexicano.
En octubre de 1998, un conjunto, que no grupo, de distinguidos actores, dramaturgos, directores de escena, coreógrafos y bailarines presentó a Tovar y de Teresa un documento en el que exponía sus bien fundadas preocupaciones acerca del futuro de la UACB, y llamaban a las autoridades a conducirse con transparencia en todo lo tocante a la ``privatización'' de ese espacio.
Ese documento fue publicado íntegro en esta página del tonto del pueblo. Y desde el día que apareció ha concitado el apoyo de más de 7 mil personas del público en general, pero también de la gente del teatro y de la danza, de las y los estudiantes de la UACB, de los padres de familia y de los trabajadores de Bellas Artes.
Las demandas más significativas de aquel texto se referían al valor comercial de los terrenos en que se encuentra la unidad y subrayaban el temor de que la ``remodelación'' encubriese en realidad una maniobra especulativa. Por el celo que Tovar y Estrada pusieron en ocultar lo que debía ser prístino a los ojos de todo el mundo, hoy cabe suponer que detrás de todo esto hay un jugoso negocio para inversionistas y empresarios.
En el escrito de marras, asimismo, se recordaba a los promotores de la idea que la unidad responde, fundamentalmente, a las necesidades recreativas de la población capitalina de menores recursos económicos. Y se insistió, con toda claridad, en que la ley de 1949 que creó el INBA señala -y está vigente, pues no ha sido reformada hasta la fecha- que el manejo de la UACB es una función específica del gobierno federal, por lo que no se puede transferirla a particulares sin el consentimiento del Congreso de la Unión. Lo que sin duda Estrada y Tovar no hicieron.
Por la premura, la oscuridad y la improvisación con las que Tovar y Estrada armaron su montaje, ni el CNCA ni el INBA tomaron en cuenta a las y los estudiantes de las escuelas nacionales de Teatro, Danza y Danza Folclórica, enclavadas dentro de la UACB, jóvenes talentos que, a toda prisa, fueron confinados en espacios ``alternativos'' donde difícilmente podrán continuar su preparación en condiciones idóneas.
De todo lo anterior, nada fue considerado por los ``protectores'' de la sagrada voluntad del dinero. Hoy, la arbitrariedad, brutal, salvaje e irresponsable, característica de toda la ``obra pública'' del actual ``gobierno'' es la carta que finalmente queda sobre la pretendida mesa de ``diálogo'' de Estrada y Tovar.
Pero los autores del documento aquí reseñado y los 7 mil ciudadanos que lo respaldaron con su firma no son dueños de todas las voces que se manifestaron al respecto. Desde el mes de mayo, por lo menos, la noticia de que iba a ser privatizada la UACB dio origen a una serie de tumultuosas y entusiastas reuniones en la Casa del Teatro, en las cuales actores y dramaturgos, jóvenes en su gran mayoría, examinaron los pros y los contras, hasta aburrirse de repetirlos en voz alta.
Cuando la cantidad de asistentes desbordó el cupo de la Casa del Teatro, la asamblea de los lunes -día de la reunión- se mudo al llamado ``ensayódromo'' de la UACB. Y cuando los jóvenes creadores convergieron en ese espacio con los trabajadores sindicalizados y los padres de familia, y empezaban a planear acciones de resistencia civil y pacífica, un grupo de quince o veinte personas, ligadas con la Casa del Teatro, se fue por la libre y, a espaldas de los demás, publicó una carta en La Jornada, hablando a nombre de la ``comunidad teatral'', para condicionar la privatización de la UACB al hecho -risible, se dijo entonces- de que los firmantes del mensaje fuesen consultados por el CNCA y por el INBA, respecto de las medidas que se iban a tomar.
Estrada y Tovar, desde luego, los aceptaron como interlocutores de todo el gremio, y se comprometieron a mostrarles la maqueta y los planos del proyecto, informarlos sobre la secreta identidad de los inversionistas, así como pedirles su parecer acerca de detalles tales como la ubicación de las taquillas de los nuevos teatros, etcétera, etcétera. No obstante, a la hora de la verdad, a ellos también los engañaron.
En palabras de Tovar y de Teresa, la ``remodelación'' de la UACB costará mil millones de pesos (a precios de octubre de 1998). El argumento que esgrimió para invocar la participación del capital privado es el mismo que ahora ha hecho suyo el Presidente de la República al exponer los motivos que lo impulsan a privatizar la industria eléctrica nacional: el ``gobierno'' carece de recursos financieros para cumplir con sus obligaciones constitucionales.
El caso de la UACB, se dirá con buen criterio, es insignificante frente al despojo que supondría para el país la pérdida, así sea parcial, de una industria estratégica como lo es la que se encarga de la producción y el suministro de la energía eléctrica. Sin embargo, el 26 de enero de 1995 el propio ``gobierno'' se comprometió clandestinamente a venderla mediante una carta al Fondo Monetario Internacional.
En ese ``Memorándum de políticas económicas'', enviado por Guillermo Ortiz, entonces titular de Hacienda, y Miguel Mancera Aguayo, a nombre del Banco de México, la administración de Zedillo informó a Michel Camdessus, director-gerente del FMI, que ``el gobierno de México (É) permitirá la competencia nacional y extranjera en el sector de telecomunicaciones (y) promoverá la inversión privada en plantas de generación de energía eléctricaÉ'' (De nuevo en el Fondo, Carlos Fernández-Vega, La Jornada 5/02/99).
El valor de la evidencia hallada por el periodista demuestra que, así como ocurrió hace apenas algunas semanas con el atraco del Fobaproa, ahora, tanto en el caso del sector eléctrico como en el de la UACB, el régimen lleva una agenda secreta cuyos objetivos no son el bienestar de la población, la modernización de la economía ni la consolidación del crecimiento, sino, abierta y descaradamente, el saqueo del patrimonio nacional, de lo que por historia, tradición y derecho nos pertenece a todos.
¿Dónde ha quedado el ardid propagandístico, según el cual en primavera y en otoño se cambia el horario oficial para ahorrar energía y con ello recursos para fortalecer al sector eléctrico? ¿Dónde las promesas que nos aseguraron en su momento que la privatización de Teléfonos de México traería consigo servicios más eficientes y tarifas más competitivas? ¿Dónde están las falacias que en su momento presentaron a la industria del cobre como una actividad obsoleta (debido a la aparición de las fibras ópticas), cuando hoy esas minas privatizadas tienen el más alto rendimiento del mundo? ¿No es ésta ya la ocasión propicia para hacer un catálogo de todas las mentiras que se nos han dicho, una y otra vez, a la hora de justificar el saqueo del patrimonio nacional en beneficio de unos cuantos?
Y por otra parte, ¿pues no que íbamos tan bien, por el camino correcto, avanzando y creciendo incluso -según la propaganda oficial- a tasas más elevadas que las principales potencias del mundo? ¿Qué ocurriría si el presidente de un grupo financiero, con inversiones en distintas ramas de la actividad industrial, que después de llenarse la boca en cada discurso con frases dignas del estalinismo como ``no hay más ruta que la nuestra'', tuviera que informar a continuación que debido al éxito de sus políticas económicas se ve obligado a vender los activos de la empresa? El consejo de administración lo despediría por inepto. Desde la lógica del neoliberalismo, los ``gobernantes'' neoliberales son los administradores más desastrosos que recuerde la vieja memoria humana.
Quienes hoy ``proponen'' la privatización de la industria eléctrica parecen haber olvidado ya, en tan corto tiempo, a las iracundas multitudes de diciembre que protestaron en la Cámara de Diputados tras la aprobación del Fobaproa. Hoy, desde todos los frentes sindicales, y pronto desde las trincheras ciudadanas, la renovada indignación que ya se manifiesta augura que a partir de las próximas semanas el país atestiguará una formidable movilización política no sólo en defensa del sector eléctrico nacional, sino también como un llamado a cuentas a los responsables de la catástrofe en que nos han hundido.
Por lo pronto, la expectación está concentrada en las elecciones generales del estado de Guerrero que se verificarán mañana. Los ánimos populares en aquella entidad son equiparables a los que latían en la ciudad de México en vísperas del 6 de julio de 1997. Es inútil, desde luego, pedir una vez más la cordura de quienes tienen la posibilidad de detener el fraude desde Los Pinos y la Secretaría de Gobernación. Saben muy bien cuáles son los riesgos que desafiaría una nueva frustración de los anhelos de cambio de la gente. Quizá, incluso, requieren de una nueva hecatombe política, ahora en Guerrero, para distraer a la opinión pública en las semanas que faltan de aquí al 15 de marzo, fecha en que empezará el nuevo período ordinario del Congreso de la Unión.
Ojalá no se equivoquen. Las semanas que vienen prometen ser de emociones fuertes. A la lucha contra la privatización del sector eléctrico habrán de sumarse la Consulta Nacional del EZLN por el respeto a los acuerdos de San Andrés, y la resistencia de los artistas contra el despojo de la Unidad Artística y Cultural del BosqueÉ
Es muy temprano en la mañana, a mediados de octubre de 1996. De pronto suena el teléfono. Es el poeta Jaime Reyes, que habla desde su Isla de raíz amarga. Insomne raíz.
-Te hablo porque supe que la comandante Ramona está enferma, y quería ver si hay chance de verla.
Después de inaugurar el primer Congreso Nacional Indígena, Ramona acababa de ser internada en un hospital para su trasplante de riñones.
-Mira -agregó el poeta-, ojalá me hicieras el favor de conectarme con ella. Dile que yo la puedo curar.
Jaime Reyes murió de gripe. Las banderas de Tecamacharco lo saludan a media asta.