n Vive el país la democracia mas persiste la pobreza, expone

Plataforma común

prelectoral, plantea

Zedillo a partidos

n La crisis quedó atrás; la nación, "por el camino correcto", asegura

Rosa Elvira Vargas y Salvador Guerrero, enviados, Querétaro, Qro., 5 de febrero n El presidente Ernesto Zedillo presentó hoy a la nación un sumario de compromisos, metas y convicciones para cuyo cumplimiento ofreció ejercer "recta y juiciosamente" sus facultades constitucionales, prohibió a sus colaboradores lucimientos personales y distracciones vanas, pidió a las fuerzas políticas mesura, tolerancia y respeto, ratificó que acabará con la lacra de las crisis de cambio de sexenio y llamó a elaborar una "plataforma común" que postule aquello que quieren los mexicanos en materia de libertades, normalidad democrática y crecimiento económico.

"Mi gobierno no perderá el paso ni perderá el piso", resaltó el mandatario en el Teatro de la República de esta ciudad, donde fue el orador central en el 82 aniversario de la Constitución. Ahí, al convocar a la práctica de una ética política y al apego a la ley y a la civilidad, pidió que ''entre todos escuchemos la gran variedad de voces de México''.

En esa suma de propósitos, comprometió que los dos últimos años de su gestión serán de un esfuerzo extraordinario para que los mexicanos iniciemos el siglo XXI con instituciones fuertes, una administración pública ordenada, cumplida y trabajando, con buenas obras terminadas o en marcha y, con cuentas claras.

Sólo en 1995, apenas dos meses después de haber tomado posesión de la presidencia, Zedillo había hablado en esta ceremonia. Aludió a las condiciones que dictaron el contenido de aquel discurso, pero en el de hoy, resaltó enfático que pasados cuatro años ''México vive ya la democracia'', aunque en contraste también admitió que el más grande reto del país es la pobreza que persiste como resultado de rezagos ancestrales y de la desigualdad.

En tono optimista, dijo que en breve habrá un repunte de la actividad económica, aunque ciertamente asumió que hoy están pagándose los costos de la desaceleración económica, entre los que se encuentran los recortes al gasto público, la disminución de ''algunos subsidios'' y el ''alza temporal de la inflación''.

En veintidós cuartillas, Ernesto Zedillo formó un discurso que incluyó aspectos concretos de la actividad pública en áreas como la educación, la salud, el campo y el federalismo; planteó definiciones políticas; defendió una vez más su iniciativa para privatizar el sector eléctrico y abordó lo relativo a la ''deuda por saldar'' sobre la seguridad pública, para apuntar que ''no daremos punto de reposo a los criminales''.

Todo lo anterior fue dicho ante los representantes de los poderes Legislativo y Judicial, la mayoría de los gobernadores del país, los integrantes de su equipo de gobierno y los líderes de los Congresos locales. En esa agrupación de políticos que se encontró en el teatro de la República, los había del PRI, PAN y PRD, aunque de la oposición se registraron dos notables ausencias, Cuauhtémoc Cárdenas, jefe de gobierno capitalino y Vicente Fox, gobernador de Guanajuato.

El mandatario convocó también a todas las fuerzas políticas del país a diseñar, acordar y asumir una plataforma común que quede lista antes del próximo proceso electoral federal y en la que, sin menoscabo de diferencias ideológicas o partidistas, subrayó, se postule aquello que quieren los mexicanos: soberanía nacional, libertad, derechos y deberes, primacía del derecho e igualdad ante la ley, normalidad democrática, condiciones claras para el crecimiento económico, igualdad de oportunidades y justicia social.

Fue una ceremonia breve en la que Zedillo habló después del Ejecutivo local, el panista Ignacio Loyola. Rememoró la ocasión de hace cuatro años cuando ante la emergencia que vivía el país, debió plantear al país que las metas propuestas en su llegada al poder, ''exigirían un esfuerzo mucho mayor''. Hace tiempo, continuó, aquella crisis quedó atrás y hoy los mexicanos no están paralizados ni mucho menos en retroceso y la nación no está estancada y ''avanza por el camino correcto''.

Enfático, habló de los avances en aquello que denominó ''la plena normalidad democrática'' lograda, entre otras, con las reformas al Poder Judicial y en el que ya se acabaron los tiempos de los nombramientos políticos y la influencia del Ejecutivo sobre esa instancia, porque aquél ''no debe, quiere o puede intentarlo, ni ese poder lo toleraría''.

También resaltó los avances del federalismo y los que se dieron también en materia electoral. Por todo ello, indicó Zedillo, está demostrado que la crisis no hundió ni postró a los mexicanos; supieron remontarla y dejarla atrás. No ha sido ''tarea pequeña'', pero en modo alguno ha concluido.

Orador central en la ceremonia, el mandatario resaltó que ''México vive ya la democracia'', pero en contraste también debió admitir que el más grande reto del país es la pobreza que persiste.

En el tiempo que resta a este sexenio, reflexionó, se requerirá de fortaleza para enfrentar las condiciones externas, ''que en algunos aspectos serán más adversas que el año pasado''.

Fue en este apartado cuando de nuevo expuso su iniciativa sobre lo que llamó ''reforma de la industria eléctrica de México para el siglo XXI'' y resaltó que es indispensable pasar de un esquema que todavía limita la participación, a uno que promueva esa participación en beneficio de la economía nacional.

Dijo que el Ejecutivo se propone trabajar junto con el Congreso para hacer los cambios jurídicos, de regulación, organización y financieros para empezar a trabajar ahora por la electricidad que necesitará México en el próximo siglo.

De igual modo, Zedillo aseguró que en el campo mexicano se acabaron los tiempos de la demagogia y la corrupción y ofreció ''no aflojar el paso'' para cumplir las metas que trazó en el Plan Nacional de Desarrollo, sobre todo la que contempla que la economía crezca a un promedio de 5 por ciento durante el periodo 1995-2000.

El Presidente dedicó también parte de su discurso a la seguridad pública, donde al ofrecer dejar sin reposo a los criminales, aseguró que aquellos serán combatidos, ''como no se había hecho en muchos años'', y dijo que ello podrá lograrse ''porque tenemos una buena estrategia, un programa adecuado y una creciente coordinación''.

En el cierre de su mensaje, de nuevo el llamado presidencial a la búsqueda de acuerdos ''que nutramos todos'', poniendo por delante un ánimo de concordia, confianza mútua y afán productivo; a la práctica de la mesura, la tolerancia y el respeto, a actuar con apego a la ley y la civilidad; con visión de largo plazo y vocación de servicio. Proceder de ese modo, confió, hará ganar a la democracia, al país y al pueblo.

Reiterada convocatoria hizo entonces ''a que nos unamos en torno a aquellos valores y propósitos que deben hermanarnos por encima de cualquier diferencia'' y a diseñar, acordar y asumir una plataforma común ''que sea norma general de nuestra conducta política'' y a través de la cual se logre el país fuerte, próspero, democrático y justo que comprenda el conjunto de principios y objetivos en de creencia común, ''sin menoscabo de la libertad ideológica, la militancia partidista, el credo religioso, la actividad productiva, la pertenencia institucional y la libre opinión de cada uno''.

Esa plataforma, pidió Zedillo, tendría que estar definida antes de que inicie el próximo proceso electoral federal, pues así México iniciará el próximo siglo, a la altura de su destino.

 

El teatro de la República, un claustro

 

El anfitrión de la ceremonia, el gobernador Ignacio Loyola Vera, dispuso para la ocasión de un cerco tal, que más que proteger de una eventual agresión de manifestantes a sus invitados, como ocurriera el año pasado, literalmente convirtió en un claustro el recinto donde ni por sus luces, en menos de tres cuadras a la redonda, algún queretano pudo asomarse.

En su intervención, el gobernador panista señaló que durante muchos años prevaleció en México una tranquilidad social basada en la contención de los intereses de grupo y en la distribución de cuotas de poder para mantener un cierto equilibrio, actualmente ''se encuentra en proceso de cambio'' donde imperan el camino del diálogo y el respeto al derecho, el de la responsabilidad y la democracia.

Al afirmar sobre la renovación que México exige, y que aún no está asegurada, invitó a sus huéspedes a revisar sus convicciones, actitudes personales, compromisos de grupo y normarlos de acuerdo al parámetro que ''nos ofrece la dignidad de la persona, sus derechos fundamentales y el bien de nuestra patria''.

Loyola planteó que la vida plural es una metáfora si no existe como realidad vigente, ''el referente objetivo de la primacía de la persona, de los derechos que se derivan de su naturaleza y del bien de la nación. Si este referente se ausenta de una comunidad o de un país, se abre claramente la posibilidad de una regresión autoritaria''.