n Las FARC no cierran ninguna puerta a la paz en Colombia: Tirofijo


Los paramilitares, "el principal problema"

Luis Enrique González, Pl, especial para La Jornada, desde las montañas de Colombia n Las conversaciones en torno a la paz y el canje de prisioneros entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fueron congeladas hasta abril próximo.

El legendario Manuel Marulanda Vélez, conocido por su apodo de Tirofijo, expone en esta entrevista las causas de la paralización del proceso, las propuestas de las FARC para regresar a la mesa y el obstáculo para la negociación que representan los paramilitares y el narcotráfico.

Bajo la tranquilidad del despeje castrense en la zona montañosa que la guerrilla controla, sólo interrumpida por el extraño y a la vez frecuente ruido de aviones militares, el jefe rebelde accede a dialogar con Prensa Latina en un apartado lugar de la selva.

Estima necesario explicar los pormenores que llevaron al secretariado de las FARC a considerar el congelamiento de los contactos con el presidente Andrés Pastrana. Una decisión, afirma, obligada por las circunstancias y por las autoridades.

"Siempre supimos que éste iba a ser un proceso complejo, largo y con muchos obstáculos --dice Tirofijo--. Desde el 7 de enero en San Vicente del Caguán lo volvimos a constatar. Las autoridades presentaron muchos problemas para la ceremonia de inauguración de los diálogos en esa localidad. Se negaban a dejar escuchar el himno de las FARC y a izar nuestra bandera. Aunque luego cedieron, eso era sólo el comienzo.

"Si eso fue así, podré imaginar cómo será cuando nos pongamos, si es que sucede, a profundizar en cada uno de los 10 puntos básicos de la plataforma política. Insisto en nuestra voluntad de trabajar por la paz. Soy optimista, pero con límites".

Indica: "Hemos meditado mucho antes de tomar la decisión de detener por el momento el proceso", y recuerda que durante el gobierno de Ernesto Samper "propusimos dialogar con la condición de despejar un municipio del país donde existiera la seguridad tanto para los enviados del gobierno como para la representación de nuestro ejército y pedimos el desmonte de los grupos paramilitares", pero "jamás recibimos una respuesta positiva del gobernante, quien mantuvo la postura de reclamar la entrega incondicional de las armas con ofensivas sin escrúpulos".

Cuando finalizó la gestión de Samper, afirma Marulanda, las FARC reiteraron su disposición al diálogo con quien resultara electo en los comicios presidenciales, aunque ahora era necesario contar con un territorio despejado de cinco municipios, y "el compromiso y hechos concretos del Estado contra el paramilitarismo".

Triunfó al conservador Andrés Pastrana y "desde el comienzo el proceso tuvo sus tropiezos. Las maniobras del presidente y del alto mando militar llevaron a un retraso importante en el cronograma acordado. Sacaron la fuerza pública de cuatro municipios y mantuvieron a unos 200 efectivos en San Vicente del Caguán... Este fue el primer incumplimiento de lo pactado. A finales de diciembre decidieron retirarlos y fue cuando se creó la condición mínima para el comienzo (del diálogo) del 7 de enero. Pero se perdieron casi dos meses".

Con todo, dice el jefe guerrillero, "estamos conscientes del dilema ante el cual estaría el presidente en medio de criterios y asesores como el alto comisionado para la paz Víctor G. Ricardo, los militares y los parlamentarios. (El presidente) declaró la construcción de la paz como una prioridad de su mandato y ahora desconoce cómo marchar hacia adelante".

 

Los obstáculos

 

Señala que "los delegados del presidente siempre llegaron a los contactos con las manos atadas y la orientación precisa de no ceder en nada. De ahí que en las reuniones sostenidas desde el 7 de enero nada se pudo avanzar y se congelaron las conversaciones sin la pretendida agenda para empezar la verdadera negociación de paz. Po-dríamos pensar en una presunta buena fe del presidente, pero son muchos intereses en juego... Hoy, con el desastre del temblor en el eje cafetero, las condiciones son más complejas para Pastrana. Ni aunque quisiera podría destinar los recursos necesarios al proceso de paz".

Así, los obstáculos y maniobras continuaron, pero "un tropiezo crucial fue el de las masacres perpetradas por los paramilitares. Un día después de instalados los diálogos, el país amaneció ensangrentado, pero lo peor de todo es que en medio del rechazo categórico a los vínculos del gobierno o del ejército con estos grupos de derecha, las autoridades continúan indiferentes ante este mal generalizado. No tenemos otra alternativa. Exigimos solución a todos estos problemas antes de regresar al diálogo".

Las FARC, señala, "tenemos poco que negociar, todo lo hemos planteado. Desde 1993, en una de las conferencias presentamos la plataforma de 10 puntos en busca de un gobierno de reconstrucción nacional. Si estos puntos se cumplieran podríamos pensar en un cese del fuego. Pero, aunque somos optimistas, estamos conscientes de que hoy es un imposible".

Y es que "los 10 puntos son rechazados por la oligarquía nacional, los grupos económicos y, sobre todo, los organismos instrumentos de Estados Unidos, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que impedirían la adopción de medidas de corte social por ser parte del gran mecanismo de la política neoliberal para someter a los pueblos. Simplemente porque nuestra plataforma es socialista".

Además de los 10 puntos, las FARC reclaman "una nueva Constitución, la del pueblo, que acabe con el hambre y la pobreza, que garantice las necesidades del pueblo, la educación, la salud, el empleo, vivienda, desarrollo con justicia social. Una Constitución que defienda nuestra soberanía e independencia", señala Marulanda Vélez.

También añade que "ratificamos nuestra concepción de la necesidad de un nuevo ejército basado en el criterio bolivariano de destinarlo a guarnecer las fronteras y no a reprimir a la población. Incluso en el marco de un diálogo futuro proponemos crear una comisión conjunta para buscar las bases de la creación de este nuevo ejército".

Sobre el canje de prisioneros, el dirigente guerrillero, señala que la solución "sólo estaría en la adopción de parte del Parlamento de una ley mientras dure el conflicto armado. Se le dice a las FARC y a las madres de los soldados y los policías prisioneros de las FARC que no existe la legislación y que es imposible aprobarla".

Agrega que "no tenemos la culpa de que el gobierno haya transformado los delitos políticos en comunes y se niega a reconocer el estado de guerra en que vive el país. Si somos ilegales, como dice el gobierno, entonces no tenemos por qué aceptar sus leyes, pero lo principal es que dentro de las premisas del presidente está la humanización del conflicto, aunque en realidad haga poco en ese sentido o en muchos casos lo contrario".

Insiste: "No aceptamos otros mecanismos como trata (de hacerlo) el Congreso, sólo una ley de canje es la salida. Podemos mantener a los prisioneros por el tiempo que sea necesario, están bien atendidos y su liberación sólo depende de quien los envió a la guerra. El tema del canje deberá ser tratado en una reunión que hemos convocado para el 25 de abril".

Aclara que "en cuanto a los paramilitares, ese asunto está más que claro, en realidad es un punto clave por el cual hemos decidido detener los diálogos. Lo decíamos antes de empezar los contactos: desmonten a los (grupos) paramilitares como engendro del ejército. El Estado tiene que resolver esta situación pues crea serios problemas al proceso de paz. El regalo de comienzo de los diálogos fueron más masacres. Debe quedar claro el origen de estos grupos y por qué no son combatidos por el Estado".

Conviene en que el problema del paramilitarismo es añejo, "pero tampoco dudamos de que es un mecanismo creado por las autoridades para castigar a quienes exigen derechos, el pan, la tierra, la salud y el techo, a través de una forma en que el Estado no aparezca comprometido con los crímenes.

"Acabamos de entregar una lista al presidente de casi 200 integrantes o colaboradores de los paramilitares, entre ellos generales y altos oficiales de las fuerzas armadas. Le daremos un tiempo prudencial al gobierno, hasta el 20 de abril, para ver qué hizo contra ellos, los resultados de las investigaciones, y en esa fecha le entregaríamos una segunda lista de paramilitares de otras regiones del país".

 

El retorno al diálogo

 

"Queremos dejar bien claro que no cerramos ni pretendemos cerrar ninguna puerta a la paz --subraya Tirofijo--. Sólo solucionando estos obstáculos podríamos regresar a la mesa. No sabríamos decir ahora cuándo reanudaremos los contactos con el gobierno. Creemos que hemos concedido un tiempo más que prudente para que el presidente adopte posturas concretas".

Al mandatario, afirma, "no le vamos a pedir un nuevo despeje ni mucho menos, lo único es que sin la salida de las tropas de estos cinco municipios no negociaremos; la jugada le corresponde a Pastrana y tiene tiempo para hacerla".

Señala versiones según las cuales ahora Pastrana pretendería mantener el despeje sólo de tres municipios "dizque por la presión de los militares... Reiteramos que no aceptamos otra salida a la de los cinco municipios para poder conversar.

"Cuando se cumpla en opinión del gobierno el plazo de 90 días el ejército regresaría a la zona despejada. Claro que permitiremos el regreso de las tropas porque fue lo acordado y nuestro movimiento revolucionario cumple con los compromisos asumidos. Por supuesto, el regreso de las tropas es a donde estaban antes del despeje, que en realidad son los cascos urbanos de las capitales municipales, porque el resto del territorio es controlado por las FARC".

Aunque agradece el interés internacional por alcanzar la paz, Marulanda indica que "el mundo debe convencerse de que el conflicto colombiano es particular... Aquí el conflicto es interno y el problema de la paz es un asunto de Colombia. Las negociaciones sólo se pueden realizar en territorio colombiano, de frente al pueblo, para que sepa las cosas buenas que se logren, pero también si las noticias son malas, y las causas de los resultados... En realidad nuestra lucha desde hace mas de tres décadas es por el pueblo y por tanto no debemos darle la espalda y menos traicionarlo".

Rechaza enfático el vínculo que se ha hecho de las FARC con los narcos y señala que el del narcotráfico "es un problema mucho más profundo y a sus orígenes no de-sean llegar los gobernantes. Es la pobreza de toda esta zona, y de otras, donde el campesino se dio cuenta que los cultivos tradicionales apenas le alcanzaban para pagar su empaque, de ahí la búsqueda de una vía para sobrevivir y la encontraron en la droga. Sí, es cierto que hemos combatido al ejército y sobre todo a la aviación porque estamos en guerra, y si estamos en una zona determinada y aparecen, los enfrentamos.

"Hay que pensar en el apoyo al campo, en la reforma agraria, en expropiar las extensas haciendas nacionales para entregarlas al campesino, pero con una política a largo plazo que asegure el futuro del campo y acabe con las injusticias sociales. Las fumigaciones jamás serán solución. Son motivo de la muerte de animales y la conversión de tierras fértiles en estériles. Hemos invitado a especialistas gringos para que vengan, visiten e inspeccionen bajo nuestra dirección las zonas cocaleras, de amapola y otros cultivos ilícitos, no sólo las comprendidas dentro del despeje, sino en el resto del país, para que se den cuenta de la realidad y que acaben con ese mito del vínculo del movimiento con el narcotráfico".

Pese a todo, admite Tirofijo, "no podemos olvidar algo que está estrechamente vinculado con este tema y es el de la asesoría gringa para la supuesta lucha contra el tráfico de coca".

Sobre el desarrollo de las FARC, Marulanda Vélez indica: "Hemos avanzado mucho en nuestro concepto de ejército del pueblo; tenemos una amplia presencia en todo el país, las masas comprenden las causas de nuestra lucha y nos ven como la única salida de la crítica situación. Nadie es obligado a sumarse a nuestras filas... El fenómeno de la masiva incorporación de juventud es el de la pobreza. Es totalmente falso que se le pague un salario a los guerrilleros o que éstos sean reclutados por la fuerza".

Las FARC, indica, cuentan con "una tropa preparada para cualquier misión. Somos un ejército muy joven y ya demostramos quiénes somos", y destaca que este avance militar "es lo que nos ha llevado a la fase actual, lo que ha obligado al gobierno a sentarse a buscar un diálogo".

 

Los errores del pasado

 

Subraya que en lo político, "por supuesto, jamás cometeremos los errores del pasado, no podrían contentarnos con promesas como la repetición de los Acuerdos de la Uribe (1984), cuando en medio del cese del fuego asesinaron a 25 guerrilleros. Ni tampoco aceptaríamos la fórmula empleada después para desmovilizar al Movimiento 19 de Abril (M-19) y al Ejército Popular de Liberación (EPL). Esa experiencia fue nefasta; (esos grupos) entregaron las armas ante promesas incumplidas y luego miles de sus miembros sabemos cómo y por quién fueron asesinados".

Para Tirofijo, Colombia "vivió y vive un momento de crisis política. De los partidos tradicionales (conservadores y liberales), e incluso entre los comunistas, existen diferencias. En este último punto debemos destacar que muchos compañeros de lucha o pensamiento abandonaron el combate atemorizados por causas externas, como el derrumbe de la Unión Soviética y el campo socialista.

"Sí, este fenómeno nos afectó --afirma Manuel Marulanda Vélez--, pero nuestro movimiento estuvo preparado para sobrevivir la catástrofe, y nos mantuvimos firmes porque no podíamos condicionar nuestra lucha a causas externas, ya que siempre fuimos independientes".

--Y sus sueños --se le pregunta por último al comandante guerrillero.

--A mi edad, y después de décadas de lucha --responde el líder de las FARC--, mantengo mis sueños de ver a una Colombia nueva, donde los colombianos se sientan seguros, con empleo, educación, salud, bienestar, donde se acaben las injusticias que nos obligaron a tomar el camino de las armas, cuando el Estado nos declaró la guerra en Marquetalia, sur del Tolima, en 1964. Estamos convencidos que la hora llegará algún día.