BALANCE INTERNACIONAL Ť Gerardo Fujii
Los desafíos centrales que enfrenta la economía mexicana
(Segunda de tres partes)

Con el propósito de resolver de raíz el problema de la restricción externa al crecimiento, el país comenzó un proceso rápido de apertura hacia el exterior, que buscaba transformar el modelo de industrialización: de uno orientado al mercado interno, hacia otro lidereado por las exportaciones, lo que condujo a modificar la composición de las exportaciones en favor de las de origen manufacturero. Esto se tradujo en que durante 1997, 86 por ciento de las exportaciones estuviese compuesto por productos manufacturados, mientras que las de petróleo se habían reducido a 10 por ciento.

El extraordinario dinamismo experimentado por las exportaciones manufactureras fue acompañado por un crecimiento aún más acelerado de las impor- taciones, ya que la apertura externa también se manifestó en el plano de las compras al exterior, lo que condujo a que durante la pequeña expansión de los primeros años de la presente década se registrara un crecimiento exponencial en el déficit comercial, el que durante algunos años pudo ser financiado mediante ingresos de capital. Sin embargo, la situación se hizo insostenible a fines de 1994, lo que reprodujo el escenario ya conocido: contracción de la actividad económica con el propósito de reducir las importaciones, lo que provocó la drástica caída del producto de 1995.

La elevada elasticidad de las importaciones, que había sido un rasgo tradicional de la economía, se incrementó a raíz de la apertura externa, porque la industrialización por sustitución de importaciones de las décadas anteriores, aunque había dado como resultado la creación de una base industrial considerable, en gran parte no estaba en condiciones de competir con los productos importados, por lo que sobrevivía al amparo de la protección.

El acelerado desmantelamiento del sistema de protección arancelaria y no arancelaria hizo imposible que la mayoría de las empresas industriales estuviese en condiciones de hacer frente a las nuevas condiciones de mercado, lo que llevó a que fuesen sustituidas en el mercado interno por productos importados. Eso se manifestó en el campo de los bienes de consumo y, particularmente, en la industria de bienes intermedios, pero no en la de bienes de capital, dado que esos productos son, fundamentalmente, de origen importado.

Las importaciones que sustituyeron a la producción nacional condujeron a debilitar los encadenamientos internos entre las diversas ramas de la manufactura, por lo que el crecimiento de la industria pasó a repercutir cada vez más directamente, y en forma más que proporcional, sobre las importaciones manufactureras. Esto ha ocurrido tanto en las ramas exportadoras como en las orientadas principalmente hacia el mercado interno, por lo que el dinamismo experimentado particularmente por el sector exportador manufacturero no arrastra al resto de la economía, sino que se filtra hacia el exterior, en primer lugar, hacia Estados Unidos.

Como ejemplos ilustrativos de esto se pueden mencionar los casos de dos ramas exportadoras muy dinámicas: la de automóviles y la industria electrónica. Ambos sectores se caracterizan por la presencia decisiva de empresas transnacionales, las que están concentrando en el país la fase de ensamble del producto final con componentes en los que dominan las importaciones. En este sentido, parece que el sector industrial tiende a asemejarse a la industria ensambladora existente en la zona fronteriza con Estados Unidos, la que en un grado extremo no tiene encadenamientos productivos con la economía nacional, funcionando, de hecho, como un sector de enclave como los que caracterizaban tradicionalmente a los sectores de exportación agrícolas y mineros de los países de la región.

Aunque en términos cualitativos la naturaleza de la restricción externa al crecimiento no se ha modificado, sí ha cambiado en términos cuantitativos. A medida que han ido transcurriendo los años, tasas menores de crecimiento han ido acompañadas de un déficit creciente en el balance en cuenta corriente, lo que ha obligado a ir profundizando el ajuste.

Con el propósito de superar la restricción externa al crecimiento de la economía, es necesario ir generando una estructura industrial internamente más inte- grada, con lo que la expansión de determinadas ramas estimulará el crecimiento de otras a través de la demanda de insumos y de bienes de capital, lo que irá atenuando la elevada elasticidad de la demanda por importaciones. Esto significa que la industria debe entrar en un proceso de sustitución de importaciones. Sin embargo, en el actual contexto internacional es imposible y tampoco es deseable la redición de la política de sustitución de importaciones que fue aplicada entre las décadas de los cincuenta y setenta, que tuvo como eje central el proteccionismo.

Por una parte, México es miembro de la Organización Mundial de Comercio, a la vez que sus transacciones comerciales con su mayor socio comercial -Estados Unidos- están reguladas por el Tratado de Libre Comercio. Por la otra, si las ramas productoras de insumos que sustituyesen a las importaciones fuesen ineficientes, no sólo serían ellas las que no tendrían acceso al mercado externo, sino que también se reducirá la capacidad exportadora de las industrias nacionales que procesan esos insumos.