n Ofrecerá dos recitales en La Bodega
Apostar por las letras fuertes, un
mérito de la cantante Lila Downs
n Invitará a descubrir y recordar sentimientos escondidos
Paula Ribeyro, especial para La Jornada n Los teatros, los escenarios grandes se vuelven noche tras noche más conservadores y sólo en contados recintos pequeños se ofrecen espectáculos que surgen de manera cada vez más solitaria cargados de una fuerza y una intensidad vibrante y creativa. El Bataclán, dentro del restaurante-bar La Bodega, es uno de ellos. Su minúsculo escenario le permite a varias intérpretes experimentar y dar rienda suelta a un delicioso gusto católico, privilegio de fin de siglo.
Lila Downs canta esta noche. Quienes la conocemos sabemos de su preferencia por los juegos del jazz, su entrega y pasión a la música del Istmo, de la costa, del profuso estado de Oaxaca; su deseo por entonar en mixteco, en zapoteco, últimamente en náhuatl. Pero Lila es mucho más que eso. Le causan escozor las restricciones estilísticas y los conservadurismos presuntuosos, que los términos tradicionales, ''cantante de jazz y música oaxaqueña", implican. En ese sentido, ella es una world musician. Posee una auténtica desinhibición para adoptar ritmos y estilos de otras culturas. (''Se debe a su padre gringo y su madre mixteca", dirían). Lo cierto es que es muy conmovedor cómo incorpora, sin dañarlos, esos ritmos y estilos a su discurso musical y, lo que es más importante, sin traicionar sus propias raíces. En estos tiempos de pegotes fáciles y pueriles, su capacidad de síntesis es inusitado.
Gozar una bohemia irresponsable
Lila Downs interpreta esta noche. Desde sus primeras actuaciones aquí, en la ciudad de México, la hemos visto concebir y respetar un repertorio desde el estreno hasta el último día de la temporada. Pero algunos también sabemos que cuando ella vuelve a casa, en las horas de descanso, escucha y canta música que no se atreve a incluir en su show. Se trata de canciones muy románticas, muy apasionadas. Ligadas a su corazón y a su mirada de agua, canciones que vienen de lejos, en tiempo y en espacio, y que Lila escucha en viejas grabaciones.
Esta noche, Downs nos invita a gozar de una bohemia irresponsable. El escenario será como una íntima tela en blanco y sólo su sonrisa abierta contendrá el valor, el gesto enorme de cantar en público, lo que hasta ahora sólo había tenido el valor, el ánimo de cantar dentro de su casa... Boleros, sambas, la canción brasileña (Chico Buarque, Ivan Lins) y Lila, la intérprete, conserva la belleza de sus melodías y las convierte en cuidadas traducciones al español, en instrumentos poderosos de un lirismo sin fronteras. ''Yo no pretendo culparte, ahora. Ya no gozabas de mí, te ausentaste... Pero no quiero saber, Ƒquién?, hoy en sus brazos tiene, todo ese amor que fue sólo para mí".
Lila Downs comparte esta noche su íntimidad. Digamos que hoy canta aquellas canciones que vale la pena recordar. No pretende disfrazar ni las saudades ni las tristezas, al contrario, revisita esos sentimientos en su música. Cada palabra que canta se eleva como si estuviera atada por la soledad y sólo su voz pudiera liberarla, en un ritmo lento y continuo.
Pocas y elegidas son las intérpretes que poseen su densidad emocional. Lila conoce el valor de la palabra y hoy le apuesta a letras fuertes; nos invita a descubrir y recordar aquellos sentimientos escondidos y ahogados bajo sonrisas y frases vacías. Una canción hermosa, finalmente, siempre cuenta una historia de amor: de intriga, de desamor, de pasión, de lo que atropella, de lo que no debe ser evitado... amor a pesar de todo.
Esta noche la compositora Lila Downs nos promete el veneno y el antídoto de la vida. Ya lo dije antes. Ella interpreta sólo lo que vale la pena recordar.
(Viernes y sábado, Lila actuará desde las 22 horas en La Bodega, en Popocatépetl 25 esquina Amsterdam, Hipódromo-Condesa. Reservaciones al 525-2473 y 511-7390.)