La Jornada 18 de enero de 1999

El arte abstracto busca más pureza y pretende recuperar lo evidente

José Angel Leyva, especial para La Jornada Ť Pintor zacatecano, nacido en Valparaíso, en la región que colinda con Nayarit y Jalisco, sonriente, con brillo en sus ojos verdes, vestido de gris y de negro, Manuel Felguérez se interroga casi afirmando: ¿qué tiene mi estado para que le nazca tanto buen pintor? Tal vez los colores de la tierra y del cielo, tal vez. Recuerda que él ocupaba una sala del museo Francisco Goitia mientras nacieron los museos de Pedro y de Rafael Coronel, respectivamente. ``¿Y el tuyo cuándo?'', le preguntaban sus amigos. ``Si me dedico a hacer museos a qué horas trabajo en lo mío'', respondía Felguérez. Pero el deseo colectivo, y seguramente individual, se hizo realidad. La ciudad, la resplandeciente y colonial Zacatecas, tiene ya otro centro de artes plásticas, el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, en el edificio que nació como seminario y terminó siendo cárcel. En esa tenaz marcha de reconstrucción y rescate arquitectónico que han sostenido los zacatecanos, la obra iniciada en el ex seminario por el arquitecto Juan Carlos Lozano, es un juego afortunado con los conceptos plásticos de Felguérez. Esta es la versión del artista.

Los motivos del proyecto

--¿Qué lo motivó a hacer un museo?

--A mí, nada. Fue Zacatecas la que me buscó para hacer un museo. No poseía una colección de arte como los Coronel, ni tenía deseos de invertir mis energías en organizar algo semejante. Pero un día me llamó el anterior gobernador, Arturo Romo, y me dijo: ``Queremos hacer un museo con tu nombre''. Anunció el proyecto en un informe y pasaron dos años sin que insistiera en el tema. Se vino entonces el fin del sexenio. Les urgía dejar inaugurado el museo. Acto seguido, me invitaron a recorrer casas y, obviamente, me gustaron muchas. Un día me propusieron el edificio que años antes ocupara el Centro de Readaptación Social y me encantó por sus posibilidades museográficas y para actividades culturales. Los espacios que ocupaban las crujías y el resto de la construcción eran muy sugerentes para las artes plásticas. Iniciaron la demolición y la reconstrucción, pero a Juan Carlos Lozano, autor del anteproyecto, lo retiraron. No obstante, Obras Públicas continuó sin arquitecto al frente. Seguramente por dicha circunstancia me consultaron cada paso de la obra y trataron de darme gusto en todo. Sobre el proyecto base realizamos diversas variaciones que yo consideré adecuadas para los objetivos del inmueble. Teníamos dos fuerzas en contra: el tiempo y un presupuesto limitado.

--Entonces, ¿inauguró una primera fase para cumplir con los fines autorales del gobierno saliente? ¿Cómo resolvió el problema de los contenidos del museo si usted mismo reconoce que no tenía obra para llenarlo?

--Bueno, como el centro fue planteado como museo de autor, doné una colección personal que revela las diversas etapas de mi trayectoria, y cedí en comodato otra colección que aún tiene varios compromisos para ser expuesta en otros lugares. Esta circunstancia me hizo pensar en lo sano que puede ser que la obra reciente sustituya a la anterior, y el público local y los visitantes puedan ver un trabajo diferente de un mismo artista. Se trató pues de la inauguración de una exposición individual.

--¿En ese momento ya tenía usted definido el carácter y el sentido del museo?

--Sí, ya había definido lo fundamental, la vocación del museo. Fue un proceso difícil, pues me preguntaba: ¿un museo de qué? Llegué a la conclusión de que debía responder a lo que yo hago, arte abstracto. Reconozco que me daba miedo dicho planteamiento, sobre todo tratándose de una ciudad cuyo valor reside justamente en su arte colonial. La gente podía replicar y rechazar la idea por considerarla incompatible con su patrimonio arquitectónico. Pero en ello justamente hallo su originalidad y su atractivo. Hoy puedes ver que no estaba errado y que incluso la sala dedicada a los pintores zacatecanos más destacados contiene obra abstracta de mucha calidad, incluso de los artistas que no son en esencia abstractos, como es el caso de Rafael y de Pedro Coronel, pero que en alguna etapa hicieron pintura abstracta. Los demás confirman que hay en la región una corriente que ha cultivado el arte abstracto desde hace muchos años.

--La gente en México no está familiarizada con el arte abstracto y muchas personas desconfían de éste, pues sospechan que podría tratarse de un artificio del pintor para escapar de las exigencias y de las evidencias de lo figurativo, y que lo malo puede pasar por bueno. ¿Qué les diría usted a esas personas?

--Que es al revés. El arte abstracto nace con este siglo, es la gran corriente estética que busca más pureza y pretende recuperar lo evidente. Mucha gente se va con la finta al ver una bonita figura, un hermoso paisaje, un apetitoso desnudo. El espectador se deja llevar por el icono, por lo atractivo del tema, de la idea, de la imagen, y no por la forma en cómo está pintado el cuadro. Al quitar todo eso, el arte abstracto se queda únicamente con la pintura, con la forma. No hay cosa peor ni más obvia que una mala pintura abstracta. Esta corriente estética busca, además de la pureza en la factura, la originalidad. Cada artista debe ser diferente, debe encontrar su propio mundo, su lenguaje personal. En ese sentido, si alguien se parece a otro lo único que encontrará es la inexistencia. Se trata, pues, de la estética de la originalidad, de la creatividad por excelencia. Así, cualquier persona que guste y sepa un poco de pintura detectará con mayor facilidad la buena o mala calidad en los dominios del arte abstracto.

--Usted vincula con frecuencia el desarrollo científico tecnológico con el arte, con su oficio. ¿Cómo enlaza la sensibilidad y los conceptos de ambas visiones de la realidad?

--Hablaríamos de teorías estéticas muy generales. Pero diría que el arte de todas las épocas ha tenido que ver, inevitablemente, con la cultura tecnológica de su tiempo. Por supuesto, no me refiero a todo tipo de arte, sino en particular del arte objetual. Pero también cabe señalar que esa cultura está presente en la materia y en las herramientas que emplea el artista. Pensemos, por ejemplo, en la importancia que tuvo el conocimiento científico, las matemáticas y la geometría, en las artes del Renacimiento. Fue determinante.

--Qué significa para usted, a estas alturas de la historia del arte mexicano, ser identificado como un pintor de la Generación de la Ruptura?

--Soy parte de una ruptura, de las muchas que se han dado en México y en el mundo. Siempre se habla de la generación de la ruptura para referirse a los pintores; sin embargo, fue toda una generación de artistas e intelectuales mexicanos que rompieron con la tradición y con el nacionalismo en los años cincuenta. Me tocó nacer y crecer en los momentos en que México experimentaba una fuerte transformación. Si hubiera nacido antes, seguramente pintaría como Anguiano, sin ningún problema, pero viví mi juventud en una época en que los artistas éramos amigos, compartíamos los barrios y nos juntábamos en sitios donde podíamos platicar e intercambiar opiniones, ideas y experiencias. No obstante nos apartamos de la idea de que no hay más ruta que la nuestra, para buscar cada uno la suya. La individualidad ligada a la universalidad.

--¿Cómo llevar dicha universalidad a lo local, Zacatecas, mediante un museo abstracto dedicado en esencia a un artista reconocido? ¿Qué le deja a la comunidad?

--Siempre he pensado que un artista, trátese de un poeta, pintor, cineasta, actor, dramaturgo, etcétera, tenga más o menos éxito, sea o no famoso, es un ser privilegiado que todo lo recibe como un don de la sociedad. Estamos obligados moralmente a regresarle algo a la gente de la cual nos viene ese don y ese reconocimiento. No hay casi pintor que no haga donaciones de diversa índole para apoyar cuanta obra social se organice, o para solidarizarse con las actividades de otros artistas e intelectuales. El arte no existe por sí solo, existe en relación con la sociedad, local o internacional. Un museo de arte cumple con muchas funciones, entre ellas estimular el turismo y el conocimiento de las propuestas plásticas entre los locales y los de fuera.

--¿Cuál es el propósito de largo plazo del museo?

--Llegar a conformar una colección muy importante de arte abstracto en México. La tercera etapa consiste precisamente en echar mano de mis relaciones con artistas de diversos países para reunir una colección internacional de alto nivel. Es un museo que si cuenta con un poco de apoyo, sólo con un poquito, podrá llegar a ser muy completo. Tengo muchas ofertas de donaciones, y al mismo tiempo deseos de adquirir obra, pero carezco de recursos para comprarla y sé que el estado tampoco tiene dinero para ese fin. Me parece que lo mejor es que funcione como un condominio donde el artista tenga su espacio y enseñe su mejor obra, que pueda sustituirla por algo distinto si así le parece cada dos años, pero dejándola como préstamo por un máximo de cinco. Eso independientemente de las exposiciones temporales que allí se presenten y de otros usos culturales que se le den al inmueble.

--¿La función de Felguérez?

--Aspiro a quedar sólo como comisario. No pretendo interferir con las funciones de la dirección ni de la administración. Sólo pido que si muero, Meche Oteyza, mi mujer, continúe mi función como garantía, por un tiempo más largo, de la intención de este Museo de Arte Abstracto.

--¿En qué le beneficia o le perjudica un gobierno con bandera partidista diferente?

--Este tipo de institución no tiene vínculos partidistas posibles, son propiedad de la sociedad. A los gobiernos sólo les queda la responsabilidad de apoyarlos