Para Laura B.
Debe haber sido una noche muy fría la del 15 de enero de 1919 cuando la policía alemana detuvo a Rosa Luxemburgo y a Karl Liebknecht. El capitán Pabst iba a cumplir cabalmente la orden de asesinarlos después de ser llevado al hotel Edén. A Liebknecht le golpearon con la cacha de las pistolas y luego le aplicaron la ley fuga; a Luxemburgo la sacaban del hotel cuando le partieron el cráneo a culatazos de rifle y después, dentro de un auto, le dieron el tiro de gracia para echarla a un canal donde su cuerpo permaneció por más de 15 días. Ahora son ochenta años de la muerte de Rosa y mucha agua corrió durante el siglo bajo el puente de Liechstenstein del cual arrojaron su cuerpo.
Estos asesinatos son un pasaje muy conocido en la historia del socialismo y del movimiento obrero europeo. Ocurrió en una época revolucionaria, de grandes luchas y de fuertes disputas políticas y teóricas, que alteraron el orden mundial. Esta historia fue cambiando de perspectiva conforme se fue instaurando el estalinismo, y ha adquirido un significado distinto, sobre todo en los últimos diez años, después del desmoronamiento de la Unión Soviética, pero su contenido no ha perdido toda su relevancia.
Rosa fue una mujer de una dedicación y un compromiso inquebrantables; tenía una voluntad indomable para alcanzar sus objetivos y vencer los obstáculos que se le presentaban. Provocó mucha polémica en torno a ella y fue de los primeros militantes comunistas que se enfrentó a Lenin; pero él mismo dijo que ``Rosa Luxemburgo fue y seguirá siendo un águila''. En 1898, cuando se instaló en Alemania, Rosa participó en el debate sobre el revisionismo con el que Bernstein proponía cambiar el programa marxista por la reforma gradual, a través del Partido Socialdemócrata Alemán. De ahí surgió Reforma social o revolución, uno de sus textos más conocidos y al que se sumaban aquellos en los que elaboró una introducción a la Economía política o trató sobre las huelgas, la organización partidaria o los sindicatos. Su mayor contribución teórica la hizo con La acumulación de capital donde trató los problemas asociados a las necesidades de expansión de los mercados capitalistas para mantener las condiciones de rentabilidad y, así, de su propia reproducción.
Desde su aparición, las tesis de Rosa sobre la acumulación han sido motivo de amplia controversia. Al considerar los efectos dinámicos del cambio tecnológico en las condiciones de la producción, apreció que se generaban restricciones para realizar el valor de las mercancías en el mercado interno, lo que obligaba a extenderse a mercados con niveles más atrasados de desarrollo, incluyendo los del exterior. Esta tesis se ubica en el conjunto de aquellas que proponen que una de las principales causas de las crisis es la falta de demanda efectiva, que se asocia con las tendencias inherentes a la sobreproducción. Esta situación se agrava con las fuerzas que llevan a una reducción efectiva de la competencia mediante la concentración del capital, como ocurre con las constantes fusiones entre grandes empresas. Rosa planteó, también, que el gasto en armas es una forma de contener el problema de los límites de la acumulación y destaca, así, lo que se ha convertido en una industria indispensable en los países industrializados.
El señalamiento de la necesidad de extensión del espacio de la acumulación de capital, especialmente de manera transfronteriza, ubicó la contribución de Rosa Luxemburgo en el centro de las teorías sobre el imperialismo. Y debe advertirse que ella misma sostenía que las diversas formas de expansión del capital representaban modos cambiantes del mismo proceso de acumulación. Hoy, cuando el debate se plantea en términos de la globalización, se hace otra vez patente tanto la capacidad como las limitaciones de sostenimiento del proceso de acumulación del capital, en un sistema que tiende a la generación de constantes expresiones de inestabilidad y de crisis. Ahora este proceso se manifiesta no sólo en la expansión de las actividades productivas de las grandes empresas por diversas regiones, sino que se acompaña de los movimientos internacionales de enormes sumas de capital financiero. Las formas en que opera el fenómeno de la circulación del capital presentan de modo claro los límites que tiene hoy la acumulación a escala nacional, y también mundial. Esto se enfrenta a las posibilidades de administrar con eficiencia económica, pero también social, el sistema capitalista con sus cada vez más evidentes contradicciones que surgen entre naciones, grupos sociales y sectores de actividad económica. Las tendencias estructurales se contraponen con las posibilidades reales de regular las formas en que operan los mercados y los agentes económicos, y ello constituye un punto de referencia entre las posturas que surgen de las tesis de Rosa y las que hoy expresa una comunidad internacional que aparece achicada en su visión o, incluso, las propone abiertamente George Soros.