La Jornada jueves 14 de enero de 1999

Astillero Ť Julio Hernández López

Del 12 al 16 de febrero se realizarán en Quintana Roo las tradicionales fiestas de carnaval.

Para ello se han lanzado ya las convocatorias, en las que se invita a los habitantes de los principales municipios a participar en la elección de reyes feos y reinas de belleza y en el concurso de comparsas.

Quienes deseen ser elegidos soberanos deberán demostrar que cuentan con un mínimo de mil votos, comprados a razón de un peso cada uno. Luego, se presentarán en bailes populares para que las masas decidan sobre su suerte.

El otro carnaval

Cinco días después de que terminen tales fiestas, los quintanarroenses elegirán gobernador del estado, diputados locales y presidentes municipales.

Ese domingo será el punto culminante de un accidentado proceso en el que los ciudadanos de aquella entidad han presenciado sucesos extraordinarios, desde las rabietas del actual gobernador, Mario Villanueva Madrid, al no poder imponer sucesor -y el posterior castigo superior, que le tiene al borde de la piedra de los sacrificios en la que el gobierno federal pretende ofrendarlo a los dioses estadunidenses para producir el milagro de la certificación antidrogas-, hasta el muy preocupante hecho de que hoy, a cinco semanas de los comicios, el Consejo Estatal Electoral vive una crisis interna, cuya consecuencia inmediata es que los funcionarios de casilla no han sido adecuadamente notificados de sus designaciones ni capacitados para cumplir bien con su encargo.

Un gobernador en desgracia

Y es que, como en los juegos de máscaras, como en los excesos usualmente cometidos en las carnestolendas, la política quintanarroense vive hoy llena de confusión y de sorpresas.

Para empezar, el señor de horca y cuchillo que durante casi seis años manejó la entidad como mafioso negocio particular, vive hoy un acoso cuyo origen, por más desmentidos oficiales que se hagan, está en la cúpula del gobierno federal.

Villanueva Madrid se ganó a pulso la animadversión activa de los mandos políticos nacionales cuando se enfrentó groseramente con el otro punto de poder de la entidad sureña que es la familia Joaquín.

Desbocado en la búsqueda de imponer al senador Jorge Polanco como nuevo candidato priísta, Villanueva Madrid maltrató al grupo cuyo personaje más conocido es Pedro Joaquín Coldwell, el actual embajador mexicano en Cuba, y llegó inclusive al enfrentamiento directo con Mariano Palacios Alcocer y en especial con Carlos Rojas.

Las decisiones que impugnaba Mario provenían de la única fuente real de poder y no de sus ejecutores. Por ello, Villanueva Madrid consiguió que un personaje que normalmente se muestra distante, desde Los Pinos, de las pasiones políticas regionales, se convirtiera en su adversario y persecutor.

Allí está, por ello, el gobernador de Quintana Roo plena e insistentemente mezclado en asuntos de narcotráfico. Una y otra vez. Aflojándolo. Preparándolo para sacrificios mayores.

El carnaval sigue adelante

Pero la feria de las descomposturas políticas no se detiene en la suerte de Villanueva Madrid.

Allí está, por ejemplo, el caso del candidato perredista al gobierno, Gastón Alegre, que de las querencias y los negocios con Arturo Durazo y Miguel de la Madrid ha pasado ahora a caricaturizar el concepto de la oposición partidista.

O el candidato del PAN al mismo cargo, Francisco López Mena, que se queja de que el del PRI, Joaquín Hendricks Díaz, sólo busca ``llamar la atención'' al publicitar su disposición a participar en un debate con los demás aspirantes.

Desorden electoral, presagio de fraude

Lo que más está llamando la atención en aquella entidad no es, por desgracia, asunto de juego ni de buen humor.

Sucede que la preparación de los comicios está atrasada, sospechosamente atrasada, sobre todo en cuanto a la integración de las mesas directivas de casilla. Las tardanzas y los errores no pueden ser atribuidos sólo a impericia. Hay indicios que muestran que el poder de Villanueva Madrid, desgastado pero vigente, trata de impedir el avance de panistas y perredistas en diputaciones locales y sobre todo en presidencias municipales.

Por ello, la presidenta del Consejo Estatal Electoral, Rosa Covarrubias Melo, enfrenta una creciente crítica de parte de algunos de los miembros de esa institución, como Margarito Molina Rendón y Jorge Miguel Cocom Pech, quienes aseguran que la citada presidenta no ha dejado de ser dependiente del PRI y del gobernador.

A su vez, y en el más puro estilo villanuevista de usar episodios reales o fabricados para enredar a sus opositores en las pitas policiacas y judiciales, la presidenta Covarrubias Melo ha acusado en plena sesión del CEE a sus opositores de hostigarla y agredirla. Dijo la dama que el sábado recién pasado, en un tramo de carretera, Cocom Pech atentó contra su vida, pues el chofer de éste embistió el vehículo en que doña Rosa viajaba.

Preocupación creciente

Tan mal están las cosas que hay voces que ya demandan la posposición de los comicios. Otros personajes de la vida quintanarroense, entre ellos los dirigentes empresariales, hablan del daño que hará al desarrollo de la entidad el que los comicios no tengan transparencia y legitimidad.

Por ejemplo, Artemio Santos Santos, presidente del Centro Empresarial de Quintana Roo, dijo que les preocupa que no se den facilidades para la presencia de observadores electorales.

Y los rumores: que Antonio Hoy Manzanilla, quien fue vocal ejecutivo local del IFE y luego director del Instituto Quintanarroense de Cultura, pieza importante de Villanueva Madrid, está ``asesorando'' a la presidenta del CEE. O que fue mínimo el cumplimiento de la empresa Musa Express, encargada de entregar notificaciones a funcionarios electorales para que sepan de su nombramiento e invitarles a reuniones de capacitación, de tal manera que a la hora de los comicios habrá ausentismo y desorden que será oportunamente ``remediado'' por las autoridades acusadas de ser proclives al gobernador.

Mientras tanto, todo sigue viento en popa en cuanto a las fiestas de carnaval. Votos a peso. Reyes feos y comparsas. Bailes populares.

Que siga la fiesta.

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