Alberto Aziz Nassif
Aniversarios y preparativos

Mientras en México se fortalece la costumbre de celebrar aniversarios de conflictos que nunca se resuelven y que sólo se acumulan, también en el país hay dinámicas que no se detienen y que avanzan puntuales de acuerdo con su calendario.

En el primer caso se encuentra, por ejemplo, el movimiento del 68, la falta de esclarecimiento del asesinato de Colosio o el quinto aniversario del levantamiento en Chiapas, la guerra por los derechos de los pueblos indios. En el segundo, aparece este 1999, como predestinado a ser el espacio de preparación para la sucesión del año 2000. No se trata de dos cosas separadas; por el contrario, son dos procesos que se vinculan necesariamente, porque una parte muy importante del juego político se hará sobre las expectativas de solución a los viejos problemas, que de alguna manera se tendrán que atender en la próxima sucesión presidencial.

Una clara expresión del agotamiento del actual sistema político mexicano es la incapacidad para resolver los grandes problemas económicos, políticos y sociales del país. No obstante, a pesar de los avances políticos que pueden reconocerse en el país, los resultados están muy lejos de generar un clima de estabilidad y de certidumbre democrática. Sin embargo, a pesar de las señales negativas sobre la economía nacional para 1999, de la incapacidad gubernamental para resolver los temas pendientes de la agenda como Chiapas, la reforma del Estado, la seguridad pública, el bienestar económico de la mayoría -entre los más relevantes-, la proximidad de la sucesión presidencial abre nuevas expectativas de cambio, aun cuando hemos visto que en otros países los cambios de partidos en el poder no modifican sustancialmente los marcos de referencia económica. En México hay algunas condiciones que hacen del año 2000 una experiencia que resulta atractiva y despierta fantasías de cambio. Quizá porque por primera vez en décadas se acerca una competencia cerrada y el escenario es incierto, por la posibilidad de la alternancia en el poder.

Durante todo 1999 se darán los preparativos para la contienda, y todas las estrategias de los partidos políticos, del gobierno federal, de los gobiernos estatales, del Congreso, de los precandidatos tendrá una racionalidad con miras a la sucesión. De hecho, las recientes alianzas legislativas de PAN y PRI para aprobar el Fobaproa y el Presupuesto de Egresos, la automarginación del PRD, el recorte revanchista al Distrito Federal, son acciones que se tomaron de cara al 2000. En este año se definirán los mecanismos de los partidos para elegir a sus candidatos; luego vendrán las luchas internas por esas posiciones y al mismo tiempo habrá fuertes enfrentamientos entre las diversas fuerzas para imponer sus intereses y sus discursos. De las elecciones estatales de 1999 será especialmente significativa la del Estado de México.

Por otra parte, una de las interrogantes de la sucesión presidencial que todavía no está definida será la ubicación mayoritaria del electorado: habrá que ver si la sociedad quiere cambios hacia la oposición, o continuidad; si la pugna será entre estabilidad y transformación, o entre ajustes ligeros al actual modelo o modificaciones más radicales; si el escenario será en contra del partido gobernante o a su favor. También puede ser que la sociedad se incline por el candidato que crea que mejor puede satisfacer sus demandas más sentidas, es decir, los grandes asuntos pendientes como seguridad, empleo, salario, acceso a la educación. Todo ello estará en juego durante 1999.

El tiempo de este año estará determinado por los preparativos; todos los pronósticos económicos señalan que será un año muy complicado, con austeridad, poco crecimiento e inflación. Después de ver como en 1998 las sorpresas dominaron el escenario político, resulta absurdo hacer pronósticos, por lo tanto nos limitamos a expresar un buen deseo frente a tanta incertidumbre: que la lucha entre las fuerzas y los intereses se lleve a cabo dentro de las reglas y los espacios de la política, de tal forma que se puedan evitar otras rupturas violentas o más acontecimientos inesperados. De la forma en la que se resuelvan los preparativos durante 1999, dependerá en gran medida que el año 2000 pueda ser una pieza importante para el avance de la democracia o una dolorosa e incierta postergación.