La Jornada martes 5 de enero de 1999

Carlos Marichal
El futuro de las finanzas de la ciudad

La propuesta de reducir la capacidad de endeudamiento del gobierno de la capital de la República tiene el objetivo claro de convertirse en una bomba de tiempo. Los autores de esta medida, ratificada por el Congreso tras negociaciones oscuras entre las cúpulas de PRI y PAN, evidentemente desean que la administración capitalina sea empujada al borde de la insolvencia. Para contrarrestar dicha posibilidad, que solamente arrastraría al país hacia un mayor grado de caos político, es necesario adoptar medidas financieras que demuestren una voluntad constructiva que se contraponga a la actitud destructiva de aquellos funcionarios y políticos que desean hundir a la ciudad.

La vitalidad de una gran urbe es sintomática del dinamismo de una sociedad entera. En la medida que se deteriora, no cabe duda que se provoca decadencia de la nación en su conjunto y más aún, en el caso de una capital tan enorme y con tanto peso económico como la de México. Ha habido numerosas ocasiones en la historia moderna, en que alguna de las grandes ciudades mundiales han entrado en crisis. Al respecto, existen lecciones que aprender de las mismas. Instructivo es el caso de Londres en el decenio de los años cincuenta, cuando se resolvió enfrentar la contaminación, que cada vez era mas acuciante, con un programa de largo plazo para reducir la famosa neblina de humo de carbón que causaba millares de muertes.

Otro ejemplo -aún mas pertinente- es el de la crisis financiera de la ciudad de Nueva York, a fines de los años setenta, cuando estaba a punto del colapso el gobierno de la mayor urbe comercial y bancaria del hemisferio americano por creciente insolvencia, debido a la insuficiencia de recursos fiscales y financieros. La forma en como se resolvió una parte de su déficit y se obtuvieron nuevas formas de financiamiento es aleccionador para la situación actual. La administración de la ciudad de Nueva York tenía serios problemas para recaudar mayor niveles de impuestos y un fuerte déficit, pero no quería aumentar su ya abultada deuda. Un grupo de banqueros privados y funcionarios públicos neoyorkinos propuso crear una Corporación Municipal de Financiamiento, de carácter mixto, que utilizaría las propiedades urbanas como garantía para el financiamiento de proyectos de renovación de la ciudad. La Corporación Municipal, organismo autónomo, comenzó a funcionar al poco tiempo y emitió bonos que permitieron, por una parte, la creación de un gran centro de negocios en el sur de Manhattan y, por otro, la reforma de grandes barrios populares en el norte de la isla.

En tanto que la ciudad de México es propietaria o administradora de una gran cantidad de propiedades publicas, habría que pensar en algún tipo de mecanismo financiero comparable para garantizar proyectos de renovación similares a los mencionados. No debe permitirse a las autoridades ejecutivas del gobierno federal seguir una ruta que condena la capital al estancamiento y la decadencia.

El resultado sería la ruina, no sólo de la economía capitalina, sino también graves perjuicios para todas las empresas que allí tienen su centro de operaciones. El gobierno de la ciudad tendrá que realizar un gran esfuerzo para conjuntar una alianza municipal para salvarse a sí misma y a los residentes de la metrópoli de la barbarie que le desean sus enemigos.