La Jornada Semanal, 3 de enero de 1999



(h)ojeadas

Serafina de Cristo

Georges Baudot

K. Josu Bijuesca y Pablo A.J. Brescia (Eds.)
Sor Juana & Vieira,
Trescientos años después,*

Dept. of Spanish and Portuguese,
Santa Barbara, Cal., 1998.

Este número de Tinta (Sor Juana & Vieira, trescientos años después), es como una guía de muchos de los mejores sorjuanistas de hoy que debaten de un tema central dentro de la problemática sorjuaniana, sobre todo en estos últimos años, estoy por decir en estos últimos meses, en que nuevos textos de Sor Juana y nuevas interpretaciones de los últimos años de su vida nos están aportando luz deslumbrante y conocimientos novísimos sobre el significado último de su obra y de su peso. Claro que, como muy acertadamente dice Luis Leal al abrir el volumen, conviene seguir y recordar a Octavio Paz cuando nos advierte que los libros sobre Sor Juana no tiene fin hasta ahora, porque ``nos falta el previsible estudio de algún erudito japonés'', cosa que yo no vería por qué habríamos de descartar, así, de buenas a primeras.

En este excelente volumen que nos ofrece la revista Tinta de la Universidad de California, Santa Bárbara, y que para colmo de bienes es una realización y un anhelo de los estudiantes de posgrado del Department of Spanish and Portuguese, no sé por dónde podría empezar para intentar siquiera una presentación -ya no crítica, sino simpática-, en el sentido etimológico de este último adjetivo.

Para empezar, Luis Leal nos ofrece unas acertadas páginas sobre el actual panorama de la crítica sorjuaniana, en que, con mucho tino y prudencia, procura presentarnos un paisaje sereno que es muy de apreciar en estos días del mes de septiembre de 1998 en que parece como si se cernieran y avecinaran tormentas sobre la lectura de unos últimos textos de Sor Juana que son, a mi ver, una luz necesaria y novedosa que nos ha regalado la erudición de un gran mexicano, de nuestro amigo Elías Trabulse.

Quisiera empezar esta presentación más bien -y sólo para principiar- con recuerdos, apreciaciones e imágenes impresionistas que nos den de Sor Juana -o que den a mi relación personal con Sor Juana- sonrisas y nostalgias emocionadas. Me permitirán ustedes notar así que entre los autores usados y citados por mis colegas sorjuanistas de este número de Tinta hay nombres muy queridos. Permítanme tan sólo recordar a mi maestro Robert Ricard y a su ``Antonio de Vieira y Sor Juana Inés de la Cruz'', publicado en la Revista de Indias en 1951, o a mi también maestro Raymond Cantel, el especialista francés de Vieria, quien como bien lo subraya Frederick G. Williams, fue probablemente el primer gran especialista de los sermones del predicador portugués.

Desde luego, no es este un camino que lleve a una presentación erudita, si me pongo a recordar maestros y añoranzas, pero no se puede evitar -a estas alturas- tanto más que para meterse en temas eruditos ahí está el libro mismo de la revista Tinta que ustedes pueden y, hasta puedo decir, tienen el deber de leer esta misma noche. Así, podrán tomar perfecta conciencia y medida de aportaciones novedosas y, me atrevo a decir, renovadoras de los textos de Sor Juana.

Pero siguiendo el índice, pongo por primer ejemplo, la magnífica aportación de Pablo A.J. Brescia, ``Towards a New Interpretation of the Carta Atenagórica'' que con clarísima inteligencia del texto nos revela las tres dimensiones de la Carta a la par que utiliza una bibliografía sin fallas.

Me cuesta trabajo no poder decir lo mismo del análisis de ese otro sermón: La fineza mayor de Francisco Xavier Palavicino, que nos ofrece Rircardo Camarena. A la vez sería muy largo analizar en detalle el proceso en la Cámara del Secreto de Inquisición al sermón de Palavicino y compararlo útilmente en todos los otros sermones que fueron desterrados -según palabras de Camarena-, en 1701 de la ciudad de México. No sé hasta dónde se interpretó aquí con oportunidad la afirmación de José Pascual Buxó que consideraba la prédica el sermón La fineza mayor como una ``sutil ironía de palavicino a las dotes teológicas de Sor Juana''. Creo que convendría aquí volver a leer la Carta Atenagórica y el propio sermón de Palavicino a la luz de la última documentación, y en particular de la Carta de Serafina de Cristo que ha podido llegar hasta nosotros.

Evidentemente, la contribución de María Águeda Méndez sobre Antonio Núñez de Miranda y la Inquisición novohispana, así como la de Enrique Martínez López ``Sor Juana, Vieira y Justo Lipsio y la Carta de sor Filotea de la Cruz'' me parecen aportaciones decisivas, respaldadas en un conocimiento preciso, cuidadoso y tremendamente acucioso de ese mismo tema: lo que María çgueda Méndez llama ``la prohibición y la conveniencia'', expresión que en filigrana queda apuntada en el magnífico análisis de Enrique Martínez López.

Por supuesto que estoy de acuerdo con mi amiga Marie-Cécile Bennassy, cuando nos dice que ``Sor Juana era un predicador reprimido'', como bien apunta Koldobica Josu Bijuesca en su contribución intitulada ``Una mujer introducida a teóloga y escriturista''. Sin embargo, me perdonarán ustedes si mi Sor Juana no es predicadora, ni siquiera reprimida, sino una jocosa mujer, desbordando vida y cantándome en mi preciosa lengua náhuatl villancicos que me dicen la alegría del nacimiento de Jesús (San Pedro Nolasco, 1677), o las alabanzas de la Virgen María en lo que se supone ser su papel en el Paraíso (Asunción, 1676), etcétera.

Pero bueno, si a la escritura de Sor Juana nos vamos a dedicar, conviene, primero, ver problemas de escritura. En ese difícil y delicado terreno la contribución de Sara Poot-Herrera ``Una carta finamente calculada, la de Serafina de Cristo'' es un auténtico modelo de lo que hoy es posible hacer, de lo que hoy hay que hacer, de lo que hoy conviene estructurar y organizar en materia de erudición sorjuanista. A ella hacer, de lo que hoy conviene estructurar y organizar en materia de erudición sorjuanista. A ella remito con particular atención, aprendiz de sorjuanista que soy, porque creo que pocos estudios han filtrado con tanta fineza los finos cálculos de Sor Juana en el último escrito que le conocemos. Para mí, como para algunas otras contribuciones, esta fue una de las revelaciones del presente volumen.

Voy a ultimar mi modesta apreciación sobre este libro diciéndoles mi emoción al leer el artículo de mi amigo Elías Trabulse sobre el silencio final de Sor Juana. Pocas aportaciones sobre nuestra excelsa jerónima y sobre aquella tremendísima poeta que fuera el igual de Góngora han logrado esclarecer ese misterio acuciante y angustioso que representaron los últimos años de Sor Juana.

El artículo de Elías Trabulse -gracias a Dios- no se mete en consideraciones que son -y lo reivindico- las mías propias. Para mí, Sor Juana es una poeta mayúscula de la historia de la escritura y del decir, del crear humano en la aventura humana, y no quiero saber otra cosa. Ahora, ¿cómo fueron sus últimos años? ¿Qué pasó en aquella supuesta ``conversión definitiva'', en aquella supuesta ``claudicación'' ante deberes religiosos que ella no hubiera entendido antes? Es algo que los que de verdad han leído la poesía de Sor Juana, o incluso su maravillosa autobiografía: la Carta a Sor Filotea de la Cruz no han acabado de entender. Elías Trabulse, al revelarnos hace tres años la existencia de esa fabulosa Carta de Serafina de Cristo y al escribir tan atinadamente conclusiones y análisis que creo casi definitivos sobre el texto, nos reveló, nos descubrió y nos señaló unos últimos años de Sor Juana que coinciden plena y enteramente con lo que fue su vida y con lo que es su obra, cuando sólo nos atenemos a eso: a leer su obra. ¿Qué nos dice la Carta de Serafina de Cristo? Que la mayor poeta de lengua española no se dejaba dominar por ninguna autoridad que ella no hubiera primero reconocido plenamente como tal: como autoridad, y eso con los argumentos espirtuales, religiosos e intelectuales indispensables para convencer. Todos sabemos que vencer no es convencer. En la Carta de Serafina de Cristo, Sor Juana nos lo recuerda, como hace un siglo nos lo recordaba Unamuno, como en todos los tiempos los creadores nos lo han enseñado, a veces con letras de fuego y de sangre. El primer mérito de la Carta de Serafina de Cristo está allí: una mujer, una poeta, una creadora presenta su defensa frente a un mundo de hombres ciegos y hasta cierto punto ignorantes y ágrafos.

Evidentemente, han podido últimamente emitirse algunas dudas sobre la autenticidad de dicha Carta de Serafina de Cristo, sobre su oportunidad y pertinencia dentro de la obra de la poeta, e incluso, sobre las conclusiones que dicho texto permite para los más preocupados por dar de Sor Juana una imagen acorde con su obra. Creo que habrá que volver a leer la Carta de Serafina de Cristo con mucho más cuidado y que habrá que escuchar a Elías Trabulse en todo aquello que todavía nos tiene que enseñar sobre lo que fue esa carta, lo que significa, lo que aporta, porque esa Carta es parte, y parte fundamental, de la obra de Sor Juana.

* Actas del Coloquio celebrado el 6 de junio de 1997, en la Universidad de California, Santa Barbara y fundamentado en la exploración necesaria de la relación textual entre uno de los Sermaos do Mandato del jesuita Vieria y la famosísima Carta Atenagórica o Crisis de un Sermón de nuestra décima musa Sor Juana Inés de la Cruz, y publicadas como anexo de la revista Tinta del Center for Portuguese Studies, Department of Spanish and Portuguese.



Antología

Para leer la literatura

Alejandro Sandoval Avila

Alfonso Reyes y Jorge Luis Borges,
La máquina de pensar
y otros diálogos literarios,
Ed. Asociación Nacional del Libro,
México, 1998.

Si conocida es la amistad que sostuvieron Reyes y Borges, es importante reconocer la afinidad de ambos por un cúmulo de temas literarios, de los cuales dan constancia un sinnúmero de textos publicados por ambos en diversas épocas y en distintos ámbitos.

Este libro no fue preparado por sus autores, tal vez ni siquiera llegaron a pensar en algo similar, pero reunir las consideraciones de estos dos hombres de letras, además de ser un trabajo acucioso, contribuye a revelar una de las aristas que han contribuido a fincar los derroteros de las más actuales letras latinoamericanas.

Dividido en dieciséis apartados, (ciertamente ``Diálogos'' sería una palabra más precisa, los cuales, como diría Borges, sospecho que podrían ser más) uno puede reencontrar o leer por primera vez una serie de opiniones sobre tópicos conocidos por cualquier iniciado en la literatura. Opiniones que son como iluminaciones, como luces sobre algunos rincones de obras y de autores ya no muy en boga. Pero más aún: este tema daría para profundizar más, mucho más sobre él. Ignoro si habrá algún trabajo más amplio en este sentido.

Algo para agradecer en este libro, es la brevedad de los textos seleccionados. Se establece, efectivamente, un diálogo que incita a lo que finalmente es el fin primario del libro: la lectura. Una lectura no sólo de este libro, sino de los autores y obras que allí aparecen y de los autores que las mencionan: Reyes y Borges.

Cada sección tiene un súbtitulo tomado de los textos mismos y que clarifica el sentido de cada diálogo. Así, si el libro abre haciendo referencia a ``La Máquina de Pensar'', se motiva aún más la curiosidad con el subtítulo: ``La aplicación metódica del azar''. Se tocan otros temas como: ``Otras máquinas'', ``Utopías'' y ``La Novela Policial'', asunto en el que los dos coinciden de manera casi total en que es un ``clásico de nuestro tiempo'' y en el que, como hombres desinhibidos ante la lectura, sostienen sin pudor su gusto por la literatura policial e igual critican que ensalzan obras de autores muy conocidos. Ellery Quinn, S.S. Van Dine, Dorothy Sayers, Conan Doyle. Hay diálogos muy específicos sobre ciertos autores: James Joyce, Miguel de Unamuno, Chesterton, los Huxley, Wells, Eliot, Paul Valéry, Hauptman y Benedetto Croce. Hay un ``diálogo'' que llama la atención, ya que es el único dedicado a una obra en especial y no a un autor: el que se refiere a la novela María de Jorge Isaacs, obra que se vuelve a leer después de las opiniones de Borges y de Reyes.

Finalmente, este libro se lo debemos a un hombre de quien, parafraseando a Borges, puede decirse que es un hombre de letras a carta cabal; un gran escritor y un gran lector: Felipe Garrido. La edición forma parte de esa colección que, con paciencia, los editores mexicanos han ido formando año con año con motivo del ``Día Nacional del Libro''. En esta ocasión hay que agradecer que sea en vísperas del Centenario del Nacimiento de Jorge Luis Borges



Ensayo

Las humanidades en la red

Gustavo Jiménez Aguirre

Carmen Carrión Carranza (coord.),
Nuevas tecnologías para las humanidades,
Facultad de Filosofía y Letras/Coordinación de Programas Académicos/UNAM,
México, 1998.

Cuarenta años después de que se instalara en México la primera computadora, una IBM-650 rentada por 25 mil pesos anuales para el Centro de Cálculo Electrónico de la UNAM,* todavía persiste -en algunos sectores de la cultura humanística del país- tanta resistencia al cambio tecnológico como prejuicios y desconocimiento de las posibilidades y limitaciones del medio cibernético. En 1958 aún no aparecían los apocalípticos de la era de Gutemberg, cuando dos investigaciones sobre lenguas indígenas hicieron cola para procesarse en la venerable ``matrona'' henchida de bulbos. Desde principios de los años noventa, aquella actitud interdisciplinaria forma parte de nuestra cultura y realidad virtual; hoy infiltra el ensayo literario, mañana trastocará la naturaleza maleable del género.

Sobre los cincos autores reunidos por Carmen Carrión Carranza en Nuevas tecnologías para las humanidades, es indispensable apuntar la participación de todos ellos en proyectos desarrollados con los medios que la revolución tecnológica en la informática y la comunicación ha generado en la literatura, la investigación y docencia humanísticas. Miguel Marañón y Consuelo Triviño poseen amplia experiencia en la creación y manejo de foros virtuales gracias a su labor en el Centro Virtual Cervantes del Instituto Cervantes de España (http://cve.cervantes.es/foros), Héctor Perea puso a circular en 1997 la actualizada página electrónica Cinco décadas de cuento mexicano (http://www.arts-history.mx/literat/lit.html), Rodolfo Mara es coeditor de Horizonte de poesía mexicana (http://biblioweb.dgsca. unam.mx/horizonte/home.html), uno de los diez sitios más completos sobre ese tema (según buscadores como Yahoo e Infoseek), y Manuel F. Medina, fundador de la página del Departamento de Lenguas Clásicas y Modernas de la Universidad de Lousville: http://www.lousville.edu/a-s/cml/spanish/

Con la publicación de este libro, la Coordinación de Programas Académicos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM reitera el acierto de haber invitado, en junio de 1998, a dichos especialistas para exponer su experiencia, certezas y cuestionamientos sobre la ``realidad ineludible'' que han conformado la cibernética y la telemática. En torno a ellas, ``mucho tienen que ver quienes están en el campo de las humanidades. Se necesita su mirada crítica y, para que tal crítica pueda darse, tienen que entrar en este mundo y conocer sus mecanismos''. La propuesta de Marañón y Triviño, desprendida de su quehacer en el dominio peninsular, encuentra resonancias múltiples en los artículos de Perea y Mata. El primero describe y analiza la especificidad de la cultura hispanoamericana hipertextual y la creciente apertura de los derechos de autor en la red: ``Ni en el ámbito de los clásicos ni en el de los autores más vanguardistas, sino en el de las obras de escritura y distribución convencionales, pero que resultan ser los más leídos en su versión en papel, encontraremos ya algo en el hiperespacio de habla hispana.'' Desde hace un par de años, Rodolfo Mata indaga las relaciones entre ciencia y literatura. En ``Lectura y narrativa en la red'', perfila al lector hipermoderno, quien se ve forzado por la creciente oferta cultural a ``derivar hacia una cultura de `atajos' y resúmenes en la que la `lectura salteada' se convierte en una práctica central''. Sus conclusiones parten de la narrativa de Macedonio Fernández, Borges y Cortázar para insertarse en la interdisciplinariedad y la crítica comparatista. Ese arribo a la creación literaria en medios electrónicos de lengua inglesa ensambla perfectamente con el seguimiento de Medina al debate estadunidense en torno a las nuevas tecnologías que, para muchos, aún amenazan con arruinar la cultura. Abriendo un campo inusitado para los estudios de recepción, Medina aporta un documento puntual para entender la historia inmediata de estas incestuosas y productivas relaciones entre ciencia, tecnología y humanidades.

* Este y otros hitos del cómputo y sus aplicaciones en México se difunden, perfectamente editados, en la Revista de Vinculación Empresa-Educación Superior, número doble de 1998.


Fichero

Ensayo (biográfico)

Tina Modotti, Fotógrafa y revolucionaria, Margaret Hooks, trad. Susana de los çngeles Moreno y Margarita González, Plaza y Janés, México, 1998, 277 pp.

Ensayo (literario)

La novela como exploración de la conciencia, Salvador Echavarría, col. Tezontle, FCE, México, 1998, 204 pp.

Ensayo (político)

Los estudios gramscianos hoy, Dora Kanoussi (comp.), Antonio Gramsci, A.C., International Gramsci Society/Plaza y Valdés, México, 1998, 228 pp.

Entrevistas

La Señal del Guerrero (Entrevistas con escritores), Mauricio Carrera, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, Puebla, México, 1998, 132 pp.

Narrativa

Costumbres mexicanas, Manuel Payno, Obras completas IV, Compilación, presentación y notas, Boris Rosen Jélomer, prólogo Jorge Ruedas de la Serna, Conaculta, México, 1998, 204 pp.

La piel lejana, Federico Patán, col. El Guardagujas, Conaculta, México, 1998, 122 pp.

Tú, la oscuridad, Mayra Montero, col. Andanzas, Tusquets Editores, Barcelona, España, 241 pp.

Poesía

El jardín de Derek Jarman, Gabriel Santander, Lamentaciones del Atrio Ediciones, México, 1998, 24 pp.

En nuestros ojos, Andrés Ramírez, col. Ficción, Universidad Veracruzana, Veracruz, México, 1998, 44 pp.