Cerca en tiempo y en distancia, a tan sólo 19 meses y sólo a unos cuantos metros de Palacio Nacional. Sin embargo el tiempo y la distancia política obligan a pensar en términos logarítmicos: para caminar estos 19 meses y esos pocos metros, se necesitan tres veces más (3.3008 para ser exactos) del esfuerzo organizativo, político y cohesión estratégica y táctica que fue necesaria para llegar hasta donde ahora estamos. Se requiere pensar así, ya que en este tiempo y en esta distancia se enfrentarán unidos a los adversarios de hoy y a las tradiciones políticas conservadoras y autoritarias, a la vieja cultura que ha impedido cambios benéficos para la nación. Se enfrentará la alianza de la corrupción pública y privada, representada por el Fobaproa.
En este logaritmo, es necesario partir de que el pueblo de México saldrá adelante y que esta matemática del esfuerzo se convertirá en la ley histórica, dialéctica, de que el humanismo y la justicia se impondrán finalmente. Pero esto no se hace solo, ni esperando ver pasar sentados el cadáver del neoliberalismo, esperando que el nuevo milenio y el siglo XXI, por sí mismos, traigan la redención. No por ser el tiempo nuevo, el camino nuevo estará asegurado, pues dependerá de lo que suceda estos meses, el tamaño de la herencia para el próximo siglo.
Con 1999, hemos entrado a una fase crítica de la historia contemporánea de México y ante eso, el país demandaría si por un triunfalismo irresponsable, no se advirtieran los peligros para el cambio democrático. En adelante, el PRD, el neozapatismo, los movimientos sociales e indígenas, la clase obrera, los campesinos, los sectores populares, los estudiantes, los maestros, los intelectuales y las mujeres, tienen el reto generacional de sacar adelante el país. Juntos integran un bloque, y separados son meras posibilidades teóricas. La unión de ese conjunto de fuerzas genera, necesariamente, un pensamiento radical, porque el país necesita cambios radicales y de fondo para integrarse y caminar unido. La debilidad interna de esta fuerza es el sectarismo, el regionalismo a ultranza, el pragmatismo y el oportunismo que pretende pactar con fuerzas inmoral e históricamente invalidadas para hacerlo. ¿Se puede pactar la elección del año 2000? ¿Quiénes y a nombre de quiénes lo harán? La ``transición pactada'' es una concepción contraria al esfuerzo, el triunfalismo es hijo de ella y proviene necesariamente de las cúpulas burocráticas de la vieja clase política, que en las reglas del viejo régimen decadente, se mueven como peces en el agua.
Los enemigos son muy grandes y poderosos contra el bloque del cambio. A partir de ahora, no sólo el PRD sino todo el país lucharán unidos contra la oligarquía financiera, el PAN y el PRI juntos y separados, coadyuvando a la confusión mediante las campañas contra el gobierno en el Distrito Federal. Enfrentarán a las 15 familias propietarias de los medios de comunicación electrónica, a los intereses estadunidenses que se han sumado al saqueo del país y sus recursos, a la alta jerarquía de la Iglesia católica, a sectores del Ejército Mexicano ligados a la corrupción y al narcotráfico, son enemigos declarados, el asistencialismo privado y la filantropía conservadora, el empresariado parásito ligado al presupuesto público y las posiciones políticas, las ONG vinculadas a todos estos intereses. La reducción de recursos al DF, sin embargo, fue el peor camino que pudieron seguir, pues hoy la sola posibilidad de que muchos problemas del DF se resuelvan conjuntamente con gobierno y ciudadanos en la ciudad de México, será crecerse en el castigo y demostrar que el cambio es un camino posible.
Esta posibilidad del cambio es una afrenta a todos los sedimentos políticos existentes en la sociedad mexicana, secuelas y escuelas del presidencialismo y la derecha, empezando por los neoporfiristas, reyistas, huertistas, carrancistas y obregonistas, cristeros, callistas, almazanistas, alemanistas, diazordacistas, echeverristas, lopezportillistas, delamadridistas y salinistas, todas las corrientes del panismo, pragmáticos y doctrinarios, se unirán en cruzada para detener la fuerza de la transformación profunda. Muchos de los nuevos grupos políticos son la resurrección de los fantasmas del país y todos vienen este año a reclamar su herencia.
El hombre es Cuauhtémoc Cárdenas, y por eso también su nombre polariza a la derecha y une a la corrupción en contra. Por eso, desde el PRD y la izquierda en su perspectiva histórica, todos tienen el reto de resolver el logaritmo del esfuerzo para avanzar en el tiempo y la distancia política que falta y resolver positivamente el problema histórico de México: su identidad y su camino.