La campaña rumbo a las elecciones presidenciales del 2000 está en marcha en forma adelantada. Vicente Fox, del PAN, y Manuel Bartlett y Roberto Madrazo, del PRI, utilizan sus puestos y acciones como gobernadores para promoverse por todos los medios y en todos los medios de comunicación, como precandidatos de sus partidos. Otros precandidatos del PRI lo hacen en los pasillos. Porfirio Muñoz Ledo trabaja su precandidatura por el PRD. Quien no ha anunciado su precandidatura y continúa su trabajo de gobernar al Distrito Federal es Cuauhtémoc Cárdenas; pero como entre los posibles aspirantes es el más conocido por el pueblo mexicano y en las encuestas de opinión se mantiene en el primer lugar de popularidad, él y su gobierno se han convertido en el blanco de los ataques de priístas y panistas.
La alianza conservadora PRI-PAN, unida por la fe ciega en el neoliberalismo y el interés común de cerrar el camino a Cárdenas, ha usado su escasa credibilidad política, sus mañas de viejos parlamentarios que se repiten al infinito en los puestos legislativos y su gritería provocadora para ir en contra de las iniciativas del PRD y de Cárdenas en la Asamblea Legislativa del DF. Abandonaron los trabajos para la reforma política del DF. El PRI se opone a la transformación de la capital en estado y a la municipalización de las delegaciones, usando argumentos infantiles y mal intencionados, mientras el PAN deja de lado su compromiso de luchar por estas dos demandas democráticas.
Ambos partidos armaron un alboroto sin proporciones por la Ley de Instituciones de Asistencia Privada para el DF, azuzándolas a oponerse a su puesta en vigencia. En la ALDF, PAN-PRI votaron contra el presupuesto presentado por el gobierno del DF; en la Cámara de Diputados se opusieron a la autorización de endeudamiento por 7 mil 500 millones de pesos, necesario para responder a las crecientes demandas de la población capitalina. A PRI-PAN les interesa más desprestigiar a Cárdenas que dar su aporte al desarrollo de la ciudad.
En la campaña de desprestigio, PRI-gobierno y PAN cuentan con el apoyo de diversos medios de comunicación, sobre todo los noticiarios de TV Azteca, Multivisión y Televisa, que diariamente dejan de lado su obligación de informar verazmente, para volverse panfletos descalificatorios que desvirtúan y manipulan la información sobre el gobierno del DF, llegando hasta el ridículo para burlarse o sembrar la duda sobre sus acciones y las del jefe de gobierno, al que al mismo tiempo acusan por no tomarlas. En cambio, brilla por su ausencia la crítica a los gobiernos estatales priístas y panistas, en particular los de Fox en Guanajuato, Madrazo en Tabasco y Bartlett en Puebla, desde muchos puntos de vista más criticables que el del DF. Mostrando el compromiso con el PRI-gobierno federal, esos mismos medios aplauden las medidas del gobierno de Zedillo y la alianza PRI-PAN, que desde Salinas de Gortari sustenta la política económica y social neoliberal que ha mantenido al país hundido en la crisis permanente durante 15 años. Se evidencia así la subordinación de algunos medios de comunicación al poder federal o su coincidencia plena de intereses, ajena a la labor informativa.
El PRI usa a fondo a las organizaciones populares que controla corporativamente desde el poder, para fabricar ingobernabilidad en el DF (Antorcha Campesina, asociaciones de vendedores ambulantes, etcétera), o a la cúpula empresarial, con el discurso contrario al de los primeros, para sembrar la duda sobre la viabilidad de los actos de Cárdenas y su gobierno. Es tan obvio el incesante y desmesurado golpeteo, que la opinión pública empieza a preguntarse el porqué de tanta agresividad cuando apenas ha transcurrido un año de gobierno, absolutamente insuficiente para meter orden en la administración legada por el PRI y resolver los gigantescos problemas urbanos creados por siete décadas de gobiernos priístas.
Recordamos a PRI-PAN que esta táctica ya la usaron durante las elecciones de 1997 y lo que lograron fue consolidar el triunfo de Cárdenas. El pueblo mexicano, lenta pero firmemente, se deshace del control autoritario del partido de Estado y aprende a reconocer quiénes están de su lado y quiénes sostienen la política que los empobrece, excluye y domina. El problema es que la campaña PRI-PAN daña profundamente a la ciudad y sus habitantes, al entorpecer la labor de administrarla, lo que es radicalmente distinto al necesario debate democrático de las ideas políticas.