En la miseria, 2.3 millones de pensionados
Fabiola Martínez /I Ť La situación de los jubilados y pensionados del país es ``dramática, de miseria''. A excepción de algunas categorías de trabajadores en retiro en empresas paraestatales, magisterio e instituciones bancarias, las percepciones mensuales para este sector se ubican, en promedio, en poco más de mil pesos, monto insuficiente para cubrir las necesidades básicas de alimentación, medicamentos o vivienda.
Una vez más, los jubilados y pensionados del IMSS, ISSSTE y otros solicitan al gobierno aumento de emergencia a sus ingresos, mientras la iniciativa de reforma a la Ley del Instituto Mexicano del Seguro Social -elaborada por la fracción del PRD con el fin de que se eleven los ingresos de ese sector al equivalente a 1.5 salarios mínimos- ``continúa en análisis'' en la Comisión de Seguridad Social de la Cámara de Diputados.
En el periodo ordinario de sesiones que recientemente terminó no hubo espacio para tratar el tema en tribuna y, según los funcionarios de las instituciones de seguridad social -en voz de los propios afectados-, el gobierno tampoco cuenta con los recursos suficientes para una restructuración a fondo que beneficie a más de 2.3 millones de pensionados y jubilados que sobreviven con magros ingresos.
Con angustia, preocupación y enojo, dirigentes de diversos grupos de ese sector y sus representados coinciden en que cada año la situación para ellos es peor. Sin embargo, aún mantienen la esperanza de ser escuchados: ``Dimos muchos años de esfuerzo en el ámbito productivo y exigimos una vida digna, un empleo, propuestas para sobrevivir, no limosnas ni atole con el dedo'', expresan en referencia a los apoyos oficiales.
De acuerdo con información reciente, existen poco más de 1.7 millones de pensionados del IMSS (76 por ciento del total de trabajadores en retiro) amparados por la ley anterior, en una especie de subsidio vitalicio del gobierno. El monto que recibe 80 por ciento de esos jubilados es el equivalente a un salario mínimo en el Distrito Federal, esto es, mil 46 pesos.
La situación de las viudas es peor, en virtud de que la pensión que reciben es equivalente a 80 por ciento de la que percibía el asegurado fallecido, y existen otros que fueron pensionados por diversas causas como incapacidad por riesgo de trabajo, cuyos ingresos son incluso 15 por ciento de una pensión mínima, según los años de cotización al instituto.
Del Issste, se calcula que son 315 mil jubilados, quienes reciben entre mil 200 y mil 500 pesos mensuales en promedio. En ese caso, pueden tener un ingreso mayor aquellos profesores en retiro que contaban con dos plazas o con nombramientos de dirección, con lo que alcanzan a percibir desde 2 mil hasta 4 mil pesos por mes, luego de haber dejado en las aulas 30 años o más de vida productiva.
Algunos casos
Julio García Terán, de 65 años, padece diabetes, hipertensión y silicosis pulmonar, enfermedad crónica e incurable. Para controlar sus males debe comprar dos cajas de tabletas al mes, cuyo costo es de 137 pesos cada una. El problema para don Julio, pensionado por el IMSS desde 1985, es que su ingreso mensual por esa vía es de 120 pesos, equivalente a 15 por ciento de una jubilación; con lo que le recibe del Seguro Social no le alcanza ni siquiera para comprar su medicamento.
Al igual que otros trabajadores en retiro -cientos o quizá miles- que fueron liquidados por su empresa conforme a ley y pensionados por incapacidad permanente por riesgo de trabajo (Julio García adquirió silicosis al laborar en la minera Real del Monte), el ingreso mensual es sólo un porcentaje de la pensión mínima, por lo que a pesar de su avanzada edad tienen que buscar otra ocupación o el amparo de sus familiares.
Eladio Fabela Aguilar cotizó 28 años en una empresa de la industria Coca-Cola y fue pensionado también por riesgo de trabajo. El presenta desnivel en la caja pélvica y lumbagia, por lo que camina con dificultad y permanentemente debe tomar medicamentos. Para él la situación es ``muy grave'', porque con su pensión de mil 46 pesos debe pagar los servicios de vivienda y mantenerse él y su esposa. ``Con lo que me dan, medio comemos dos semanas; el resto del mes tenemos que pedirle alguna ayuda a nuestras hijas. Yo trabajé 28 años en la Coca-Cola y no creo que sea justo que el IMSS me dé esta pensión raquítica, de hambre'', comenta molesto.
Florina Salinas acepta hablar no de ella sino de su esposo -de 78 años- que cotizó 27 años en el IMSS. Angustiada, rompe en llanto. Desde hace varios meses su marido está en cama, enfermo de la próstata, y lo que le dan de pensión (también poco más de mil pesos) no alcanza para comer, mucho menos para todos los medicamentos que requiere esa enfermedad.
Con los mil pesos mensuales, relata, deben atenderse los dos, porque ella también tiene problemas del corazón, una hernia y gastritis. ``El doctor me recomienda comer mucha fruta, pero ¿con qué?, si no hay dinero.
El esposo de Estela Sánchez cotizó 15 años al IMSS. Al morir le correspondió un equivalente a 80 por ciento de una pensión mínima. La preocupación de Estela es que ya no puede lavar ajeno por su avanzada artritis. ``Al final del mes se queda una sin comer, apenas unas tortillas, pero ahora dicen que las van a subir otra vez; francamente no sé qué voy a hacer''.
Ella batalla en la clínica 187 para atenderse de sus padecimientos. ``El doctor me ordenó una mastografía, pero dicen en la clínica que no me la pueden hacer porque el aparato no funciona; como sale muy caro, de plano no puedo atenderme por fuera''.
María Patricia Montoya recibe una pensión de 203 pesos mensuales como beneficiaria de su hijo, fallecido en un accidente de trabajo. ``Ya no puedo trabajar ni siquiera de (empleada) doméstica; fui operada de un ojo y estoy enferma de los pulmones y de la espalda. Lo que me dan por mi hijo apenas me alcanza para pagar la luz, el agua, y luego, pues a ver qué me dan los hijos, lo que puedan, porque tampoco les alcanza; ellos también tienen sus familias, sus obligaciones. Esto es una injusticia, de verdad''.
Rosa Hernández Hernández, de 60 años, recibe un ingreso mensual por viudez equivalente a 80 por ciento de la pensión mínima, esto es, unos 830 pesos. Antes de que se agravaran sus malestares cardiacos, doña Rosa lavaba y planchaba ajeno, pero ahora ya no puede.
``¿Para qué me alcanza, dice usted? Pues para frijoles, tortillas y ya. Así como estoy he intentado buscar trabajo, pero cuando la ven a una grande, pues le cierran la puerta en las narices. Yo me pregunto, ¿dónde están las cotizaciones que dimos al IMSS?
``Para acabarla de amolar -dice angustiada, mostrando las hojas rosas de sus recetas médicas-, acudo a mi consulta para controlarme la hipertensión y el corazón, pero en mi clínica (la 187, de Atizapán de Zaragoza, en el estado de México) me dicen a cada rato que no hay Captopril ni Isosorbide; desde noviembre andan con eso, `que no hay'. ¡Que los legisladores muevan todos esos artículos y que nos ayuden, por favor!''