En la era de la burocracia de Bruselas y del agotamiento de los Estado-nación ha surgido en Italia un significativo movimiento de alcaldes, el cual busca redefinir tanto los términos de construcción de la Unión Europea como generar un nuevo federalismo.
Provenientes de distintas tradiciones partidarias y acompañados de la participación de la sociedad civil, los alcaldes reivindican la ciudanización de la política y revaloran el papel de los gobiernos locales en la globalización.
Leoluca Orlando es una de las figuras más destacadas de ese movimiento municipalista. Ocupa, por segunda ocasión, la alcaldía de Palermo, y es también eurodiputado. Su gestión se ha hecho famosa en Italia, tanto por haber enfrentado con éxito la violencia de la mafia como por haber facilitado la recuperación ciudadana de la vida urbana.
En entrevista con Masioare nos habla de su lucha en contra del crimen organizado, de los retos para construir la Unión Europea sobre otras bases, de la relación con México en el contexto de Chiapas y de la firma de un Tratado de Libre Comercio.
-Sicilia es conocida en todo el mundo, sobre todo por ser la tierra de origen de la mafia, la cual ha condicionado fuertemente, por años, el funcionamiento del gobierno local. ¿Qué ha hecho la Comuna de Palermo para contrarrestar su poder? ¿Cómo fue posible sanear la política y oponerse a una fuerza tan llena de recursos y de influencias?
-En Palermo la mafia perdió la hegemonía cultural. Tras decenas de años saltó la tapa de la olla, una tapa que impedía conocer, apreciar, utilizar las tantas riquezas de Palermo. Este poder aún existe, controla actividades ilícitas, pero ya no controla las mentes ni el estilo de vida de la gente. Este es un gran cambio. Debemos agradecer a todos aquellos que vivieron y a los muchos que murieron por liberar Palermo; pero debemos también ``agradecer a la mafia''. Es terrible, ¡pero es así! A ésta se le fue la mano al asesinar a muchos hombres honestos y valientes: era inevitable que finalmente hubiera una reacción.
``Cuando la mafia era una enfermedad terrible y crónica no había ninguna reacción (y era frecuente escuchar: ``¿De qué te preocupas? ¡Mientras se maten entre ellos!''); cuando esos grupos se volvieron una enfermedad terrible y violenta llegó la reacción: los ciegos se vieron forzados a ver, los sordos a oír y los mudos a hablar.
``Un gran cambio cultural que ha hecho a Palermo exciting and safe, como dijo el título de un programa dedicado a nuestra ciudad, realizado por una de las más prestigiosas redes televisivas del mundo; excitante y segura. Sí, excitante por la extraordinaria actividad y belleza cultural que hacen hoy de Palermo la más viva realidad cultural italiana, y segura por la disminución de los robos, hurtos, asaltos y la ausencia absoluta, en casi dos años, de asesinatos mafiosos en una ciudad donde en otro momento era imposible pasear por la calle en la noche y donde se registraban más de 200 homicidios anuales vinculados con la mafia. Palermo no es más una ciudad silenciosa, tampoco escenario de matanzas entre ella, sino una ciudad abierta. Y también una ciudad turística. Esta es la salida del túnel, del aislamiento, el fin de la marginalidad''.
-En Palermo se combatió con la delincuencia, recuperando para la ciudadanía el derecho de vivir en las calles. ¿Cómo fue posible? ¿Se trató de una iniciativa del ayuntamiento o de la sociedad civil?
-En los ochenta la ruptura (con esta situación) nació en las sedes del poder oficial, con valientes denuncias y difíciles indagaciones. Esta ruptura hizo aumentar la credibilidad de los políticos y de las instituciones -justicia, fuerzas del orden-, y dio el coraje a una sociedad civil que, salvo pocas excepciones, vivía en una condición de silencio, de complicidad, de empantamiento. La sociedad civil, alentada por esta situación, reaccionó ante la aguda, terrible enfermedad de la mafia, y se transformó en un caudal irresistible después de la primavera de 1992, cuando fueron asesinados el juez Giovanni Falcone y su mujer Francesa, Paolo Borselino, y ocho hombres de sus escoltas. En esta relación entre las instituciones y la sociedad civil, la escuela fue el terreno más fértil de encuentro y de promoción de valores: poderoso fue el empeño de la educación y por la educación en estos años. Una verdadera y oportuna educación para la legalidad.
-En momentos en que la Unión Europea está por lanzar la moneda única, ¿qué papel juega el ayuntamiento?
-Los ayuntamientos no tienen ejército y no acuñan moneda (y recordemos que ejército y moneda son los instrumentos y las razones de tantas guerras); los ayuntamientos son protagonistas ideales para el desarrollo de una cultura de paz. Palermo se ha transformado en estos años en una ciudad de paz y vida. Como testimonio de este cambio de rumbo existen ya numerosas iniciativas. Basta recordar, como muestra, que cada año el alcalde de Palermo otorga la ciudadanía honoraria a una lista de condenados a muerte provista por Amnistía Internacional, para recordar que nadie puede matar a un criminal. Estamos contra la mafia y contra la pena de muerte; no hacemos uso de la violencia homicida, ni siquiera del Estado, para combatir la violencia homicida de la mafia. Palermo es una ciudad de paz, lugar de encuentro de etnias y de religiones diversas. ¡Nunca habrán leído y no leerán jamás de un solo acto de racismo registrado en Palermo!
-La Unión Europea está por ratificar la firma de un tratado de libre comercio con México. ¿Qué puede hacer, como alcalde de Palermo, para garantizar la aplicación de dicha cláusula democrática?
-Como parlamentario europeo he luchado y lucharé porque en cada acuerdo con países no miembros de la Unión Europea se inserte esa cláusula democrática. Europa no es sólo una realidad monetaria y comercial, es también una gran experiencia, una extraordinaria ocasión de paz y de democracia que no puede ser utilizada para alimentar en otros países el sufrimiento de personas y pueblos.
-El ayuntamiento de Palermo aprobó por unanimidad una orden del día sobre Chiapas. ¿Por qué la preocupación por Chiapas? ¿Qué une a Palermo con Chiapas?
-Chiapas es una realidad simbólica de derechos violados y vidas destruidas, una realidad sobre la que México debe (y Palermo también, así como de forma más amplia la Unión Europea) trabajar, a fin de encontrar una salida a la indiferencia, la vergüenza, el miedo. Palermo sabe cuán difícil es, pero también lo necesario y posible que es, salir de ese túnel de la indiferencia, la vergüenza y el miedo.