La Jornada domingo 3 de enero de 1999

Arnaldo Córdova
La convergencia PRI-PAN

¿Por qué el PAN va siempre al encuentro del PRI cuando se trata de los grandes temas de política económica del gobierno? Eso lo hizo cuando se aumentó el IVA de 10 a 15 por ciento. Ahora lo ha hecho en los casos del Fobaproa y del presupuesto. Muchos se han tragado la hipótesis de que el PAN representa, en su programa, la ideología del neoliberalismo o, en todo caso, una posición totalmente antiestatista (lo que, en efecto, se muestra en su principio de doctrina de la supletoriedad de la función del Estado en la economía). Los mismos panistas han dado crédito a esa hipótesis cuando dicen que el PRI les ``roba'' las banderas de sus proyectos.

Salvo muy en lo general, esa hipótesis me parece errónea. Cuando la idea de la supletoriedad del Estado en la economía fue formulada en 1939, lo que los panistas buscaban expresar era su inconformidad con el enorme peso que el Estado tenía en el desarrollo económico y -sobre todo- el control que la misma Constitución daba al Estado sobre la propiedad privada; pero no había en ella nada que pudiera asimilarse a la ideología neoliberal de nuestros días. Que el PRI se haya empanizado o haya ``robado'' a los panistas sus teorías en torno al desarrollo económico, siempre me han parecido nada más que necedades totalmente fuera de contexto.

Por lo pronto, no me parece que el PAN haya apoyado al gobierno cuando votó a favor del aumento del IVA o cuando, de forma reciente, propuso una iniciativa que le allanó el camino al Presidente en el asunto del Fobaproa o votó con los priístas en el caso del presupuesto de la Federación, por sus principios neoliberales. Hubo mucho de pragmático en la actitud del PAN. No conocemos todavía sus verdaderos motivos. Pero ya es posible adelantar una hipótesis al respecto: los panistas llegaron a convencerse de que ``había que salvar al país de la intransigencia de los perredistas''. El camino no era otro que ponerse de acuerdo con el PRI.

Los perredistas no supieron proponer tesis de avenimiento. Eso resulta más que claro. Pero no todo lo que propusieron era deleznable. El mismo PAN supo cosechar en las propuestas perredistas, como muestra su oposición total al cobro de 15 por ciento de impuesto al uso del teléfono, que -finalmente- impuso a los priístas y al gobierno. Pero estuvo también muy claro que, de nuevo, los panistas no quieren ninguna clase de arreglos con el PRD en cuestiones que tienen que ver con la estrategia económica de la nación. Su aliado de preferencia es el PRI. Y en ello están dispuestos a afrontar todos los riesgos. Si a Felipe Calderón le repugna votar junto con el PRI, se ve a todas luces que más le repugna votar junto con el PRD.

La fuerza con la que el gobierno propuso sus soluciones al PAN se fundaba en el antecedente de que ese partido no estaba dispuesto a caminar junto con el PRD. Hasta el último momento, Zedillo trató de que pasara el impuesto al uso del teléfono. En el caso del Fobaproa, el PAN ofreció al gobierno una solución que ni mandada a hacer. Una parte menor de la deuda había que devolverla a los bancos, pero el grueso de la misma había que pasarla a un instituto que, a final de cuentas, tendrá que pagarla con recursos fiscales. Zedillo supo que esa era su salida y la aceptó sin mucho trabajo. Los panistas tardarán muchos años en tratar de demostrarnos que su salida era la más adecuada. Ciertamente, no lo lograrán. Todos sabemos de qué se trata.

Nadie se debería extrañar de que los acuerdos PRI-PAN se hayan realizado ``fuera'' del parlamento. Eso se hace en todo el mundo. Lo que a muchos nos gustaría saber, incluidos muchos priístas, es qué fue lo que se negoció y para qué. En eso los panistas nunca son claros y los priístas menos. Como lo ha escrito hace unos días un priísta confeso de siempre y, por supuesto, furibundo antiperredista, como Rafael Segovia, habría que saber qué se dio a cambio de qué y tener la honradez de decirlo en público. Aun suponiendo que los panistas hayan querido salvar al país de la intransigencia perredista, está claro que ellos no dan paso sin huarache.

Si los priístas tienen mucho que explicarnos, los panistas mucho más. Se ha llegado a hablar, por parte -sobre todo- de los perredistas, que está en camino una alianza histórica entre priístas y panistas para conducir, por medio de acuerdos parlamentarios, la política económica del país, que no es otra que la que ha impuesto el actual régimen. ¿De qué extrañarnos? Todo lo que hemos presenciado en las últimas semanas nos lo demuestra. Lo hemos visto desde hace por lo menos nueve años. ``¡Que se pudran!'', dijo Muñoz Ledo. Pues sí. Eso les enseñará a los perredistas a no andar confiando en estas materias en los panistas, pero sería una locura que en el futuro no buscaran nuevas alianzas con los panistas para otros propósitos. La política es un péndulo que va y viene, según las circunstancias. Eso habrá que aprenderlo.