La Jornada jueves 31 de diciembre de 1998

José del Val
Acteal: primer juicio del siglo XXI

Piensan ellos que tal vez el tiempo servirá de cómodo escondite a la suma total de sus errores y cobardías. Los más tontos hasta creen haber actuado correctamente. Los otros, los más cínicos, están convencidos de que librarán impunes el juicio de los mexicanos.

Tuvieron la oportunidad de cumplir los juramentos que le hicieron a la patria el día que fueron ungidos. No lo hicieron.

Un puñado de soberbios, medrosos y taimados se han burlado de la voluntad popular, la han ofendido con sus espurias explicaciones y, confiscando la soberanía nacional, han desgarrado irresponsablemente el tejido social mexicano.

Estos neobárbaros especializados cabalgan bajo los estandartes de la bolsa y del fin de la historia. Han hecho campamento sobre el territorio nacional, ya por muchos años.

Convencidos de que una nación solo tiene futuro como mercado, subastan a los mercaderes de cualquier linaje, las conquistas históricas del pueblo mexicano, mientras las instituciones nacionales, como ciudadelas abandonadas, ven crecer la maleza por sus muros, rajarse sus pisos y derrumbarse sus techos.

En pocos años han convertido en ruinas el Estado nacional surgido de la Revolución mexicana, que deberá pasar a custodia del Instituto Nacional de Antropología e Historia para que le encuentre su adecuada vocación turística.

La Constitución del 17 será abierta al público en general y se organizarán visitas guiadas, en varios idiomas, por sus principales capítulos.

Agazapados detrás de las armas nacionales, a las que visible y tristemente han mancillado, depredan todo lo que aparece a su paso: ¡a esto le llaman gobernar!

Han convertido al Poder legislativo en un tianguis (ellos le llaman circo), donde intercambian bienes y servicios. Al Poder judicial lo han emasculado y lo usan como el aval talmúdico para sus fechorías, ¡a esto le llaman: gobernabilidad!

Se han cebado con los indios de México.

Han sustituido la vieja teoría de la ``integración social'', por la más vieja estrategia de la ``desaparición social''.

Pusieron en marcha el plan piloto en la comunidad de Acteal, e inmediatamente despacharon emisarios por todo el orbe para justificar su proyecto y buscar respaldo y financiamiento internacional.

Hasta al Vaticano se han acercado para buscar el beneplácito para su magno proyecto.

Ante la terquedad de los indios por persistir en el planeta, utilizan estrategias colaterales para convencerlos de que la ``solución final'' esta a la vista. Gangosos e incansables reiteran por todos los medios la voluntad de dialogar, eso si, concesiones unilaterales.

En ocasiones combinan la ``técnica del diálogo'' con la ``técnica de ratonera'', que implica que hacen como que van a dialogar y atacan por sorpresa.

Sin embargo, la más usada es la conocida ``técnica de provocación'', que como todos sabemos es muy efectiva pero de ``bajo impacto'', es decir, el número de objetivos abatidos por acción, es por lo general magro.

No obstante, en tanto no puedan sancionar el proyecto general como ``política de Estado'', el goteo de la ``técnica de provocación'' no les resulta despreciable. El inconveniente es que tal vez no les alcance el tiempo para concluir su proyecto.

¡Que paradoja para ellos! Descreyendo de la historia, se ven obligados a reconocer que, tal vez en este caso, les hizo falta un pequeño tramo de historia.

De ahí que deban ir pensando en qué abogados contratar y qué argumentos van utilizar para el momento en que la soberanía nacional, les recoja las varas de mando y haga el balance de sus acciones.

De esto no deben tener la menor duda, existe consenso nacional en que deben de ser sometidos a los tribunales por éstas y otras acciones.

También existe consenso en señalar que las consecuencias de sus acciones obliga a México a una refundación nacional, y esta pasa ineludiblemente, por el juicio y castigo ejemplar por las innumerables vejaciones a las que sometieron a los mexicanos y por la penosa situación en que dejan a la patria.

El castigo deberá ser ejemplar, por las atrocidades cometidas y como lección a las futuras generaciones sobre lo que no debe hacerse si uno escoge la función pública como tarea.

Lamentablemente, los primeros años del siglo nos mantendrán ocupados en este ajuste de cuentas con aquellos que, violando promesas, mintiendo a diestra y siniestra, y matando o dejando matar a compatriotas, ocuparon funciones para las que no estaban capacitados e involucraron a toda la Nación en una aventura ruinosa, sangrienta y fallida.

No habrá rincón en el mundo en el que puedan esconderse, verán y escucharán a sus corifeos de hoy acusándolos mañana. Sus cómplices silenciosos gritarán lo que hoy, cobardemente han callado...

Muchas son las cuentas que deberán pagar pero, la sola masacre de Acteal, no podrán pagarla ni ellos, ni su descendencia.