La celebración de los ``75 años divirtiendo al mundo'' a cargo de la Warner Bros. mediante un festival de clásicos, entre los que destacan, Casablanca, Con M. de muerte, El exorcista, y faltan de manera irremediable los filmes de horror dirigidos por Michael Curtiz en los inicios de la tercera década (Mystery of the Wax Museum, Black Fury) me impulsó a escribir este perfil histórico de una de las cinco grandes productoras-distribuidoras-exhibidoras de Hollywood.
Rememoremos a sus fundadores, los hermanos Warner (Harry, Sam, Albert y Jack, nacidos en Polonia a finales del siglo XIX) y a su inicial labor en Estados Unidos, en Pensilvania, donde abren en 1905 un Nickel-Odeon cuya pantalla se engalanará con las obras más populares del cine mudo de aquel tiempo. Siete años más tarde -1913- los brothers Warner fundarán una compañía distribuidora de películas, misma que un lustro después -1918- producirá un primer largomentraje, My four years in Germany, que articula silenciosamente los recuerdos de un embajador y que es un anticipo de la preocupación por recrear la problemática contemporánea que distingue desde entonces a productores-directores de la Warner.
El éxito comercial de aquella cinta permitió a los hermanos extenderse en la creación-realización de cortos y largometrajes. Para mejor lograr aquella ambiciosa extensión, no sólo contratan al prestigiado cineasta alemán Ernst Lubisch, quien de inmediato rodará cinco hilarantes comedias, sino también adquirirán los estudios de la First National y la técnica de sonorización de imágenes mediante discos inventada-patrocinada por la Vitagraph. Para entonces (1925) los brothers habían fundado una estación de radio.
A pesar de obtener éxitos mayores y menores de pronto sus negocios se vieron amenazados por una inesperada quiebra económica. Para librarlos de aquella inminente hecatombe, Sam (1888-1927) decidió, más allá de la estima que en la segunda década de nuestro siglo poseía el cine mudo, realizar, en viejos locales ubicados en Brooklyn, Nueva York, películas sonoras, entre ellas, dos memorables: Don Juan (1926) y The jazz Singer (1927). Aquella decisión provocó una revuelta en los medios cinematográficos y colocó a la Warner al lado de la MGM, Paramount, Fox, Universal, es decir, como el quinto gran estudio hollywoodense de aquellos días cercanos a la Depresión.
En esa época de desvelos sociales y económicos, Harry Warner (1881-1958) presidió los asuntos comerciales de la productora, mientras que su hermano Jack (1892-1978) era vicepresidente responsable de la producción, con la ayuda de Darryl F. Zanick. Ambos, apoyados por directores de la talla de Curtiz, Raoul Walsh, Wellman, y de un grupo de actores encabezados por James Cagney, Edward G. Robinson y Bette Davis, crearon en el celuloide filmes sobre gangsters cuya oscura trama acontece con vertiginosa rapidez en lugares modestos (cuartos de hotel, salas de redacción) o tenebrosos rincones de las urbes estadunidenses.
Casa Blanca ganó el Oscar en 1943, luego hubo triunfos resonantes con obras como El halcón maltés, filme inicial del género negro creado por John Huston, protagonizado por Humphrey Bogart y Mary Astor, o como Confesiones de un espía nazi (1939) de Anatole Litvak, primer cinta antinazi en la historia del cine. Películas -esas y otras- que una vez concluida la Segunda Guerra, en 1947, dejaron en taquilla a la Warner beneficios netos por 22 millones de dólares.
Durante la quinta década comenzará para la Warner, y otras compañías hollywoodenses, un proceso de declinación a causa de cinco motivos. Primero, por la aplicación de la ley antitrust que destruirá la línea estructural (producción-distribución-exhibición) de los estudios. Segundo, debido a la irreversible expansión de la televisión. Tercero, a causa de los cambios del espectador que desde entonces prefiere asomarse a contemplar las imágenes en pantallas minúsculas y caseras. Cuarto, por la intransigente, despiadada y macartista intervención de la ``Comisión de actividades antiamericanas'' en la meca del cine (no olvidemos que en octubre de 1947, Jack Warner suscribió una declaración anticomunista). Quinto, que hace referencia a la aplicación irrestricta de una ley fiscal vigente desde 1941. Hasta aquí, el devenir de la Warner Bros.