La Jornada 27 de diciembre de 1998

Piden aplicar la ley en el caso Nellie Campobello

César Delgado Martínez, especial para La Jornada, Rosamorada, Nayarit Estaba seguro de que un día lograríamos saber el paradero de Nellie Campobello. En varias ocasiones le dije a un amigo: ``¿Qué vamos a hacer cuando nos entreguen los huesos de la bailarina?'' Sin esperar respuesta agregaba: ``¡Los vamos a sepultar en la Fábrica de Bellavista!'' (La que entregó el gobernador de Nayarit a un particular a pesar de ser un monumento histórico del siglo XIX).

Estaba plenamente seguro de que llegaría el momento en que se confirmaría la muerte de Nellie Campobello. ¡Lo que jamás intuí fue que sería tan pronto! En nueve meses la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) puso en orden la madeja enredada en que se encontraba convertida la desaparición de la novelista de la Revolución Mexicana, cuyo cadáver apareció recientemente en un cementerio de Hidalgo.

El pasado 3 de marzo algunos miembros de la comisión ¿Dónde está Nellie? -creada por sugerencia de Guadalupe Pereyra- presentamos una denuncia -con 350 firmas de artistas, periodistas, amas de casa, estudiantes, intelectuales, profesores y secretarias- en la CDHDF.

Hablé por teléfono con doña Rosario Ibarra. Me manifestó su incredulidad respecto de la actuación de las comisiones de derechos humanos oficiales. Sin embargo, me dijo: ``si ya tienen planeado ir, vayan''. Entendí sus razones. Me desanimé, pero ya estábamos por dar ese paso y continuamos adelante.

En la CDHDF nos recibieron varios empleados. ¿Quiénes eran? ¡Quién sabe! De pronto llegó Luis de la Barreda. Expliqué el caso. A cada rato me hacía bolas. Francisco Illescas en la primera oportunidad me dijo: ``La próxima vez estudias lo que vas a decir''.

Después de una conferencia de prensa en la Plaza de la Solidaridad, fuimos a la Procuraduría General de Justicia del DF (PGJ). Ahí -pudo haber sido-, Rubén Mejía, director ejecutivo de Seguimiento de la Supervisión General de Derechos Humanos, se encargó de desanimarnos. Nos dijo que, si no éramos familiares de Nellie Campobello... Nuestro argumento siempre fue: No puede desaparecer un ser humano ante la indiferencia de las autoridades competentes.

Posteriormente dirigimos una carta -con 350 firmas- a Samuel del Villar, procurador general de Justicia del DF, solicitando su intervención en el caso. Para dar entrada a este documento, fue necesario presentar una denuncia de hechos ante el Ministerio Público contra quien resultara responsable del presunto secuestro de Nellie Campobello.

En esta lucha fue determinante el apoyo de los periodistas culturales, entre los que sobresalen Raquel Peguero, de La Jornada, y Cynthia Palacios Goya, de El Universal.

La CDHDF integró un expediente voluminoso sobre el caso Campobello, en el que se dejaba ver todo el trabajo que se desarrolló, la seriedad y la profundidad del mismo. Teresa Nava y quien escribe lo consultamos, con la condición -firmada- de que no po- díamos fotocopiar nada ni hacerle público.

Guadalupe Pereyra y yo fuimos citados por el Ministerio Público, a cargo de María del Rocío Hernández, para ratificar la denuncia y aportar algunos elementos que pudieran dar luz en lo que parecía una novela negra o una historia de terror.

Estaba seguro, segurísimo, de que el paradero de la escritora sería descubierto. Ahora, le toca a la justicia -a la PGJDF- cerrar el capítulo de uno de los casos más escandalosos de los últimos años. Claudio Niño Cienfuentes o Claudio Fuentes Figueroa y su ex esposa Cristina Belmont -presumiblemente ilocalizable-, así como su actual cónyuge, Silvia Lira Pagola, y otros implicados como Humberto Jerez Talavera, presidente de Plataforma de Opinión o Expresión Normalista (POEN) -quien aseguró haber platicado hace unos meses con Campobello- deberán responder por su participación directa o indirecta en el secuestro de la legendaria y aguerrida Nellie.

La comisión ¿Dónde está Nellie? le solicita a Samuel del Villar que se actúe de acuerdo con las leyes y que no vuelva a suceder el hecho vergonzoso de no haberse podido actuar contra los secuestradores -Niño Cienfuentes -Belmont- hace quince años, entre otras razones por la turbiedad con que los defendió el innombrable Enrique Fuentes León, presuntamente ligado al lavado de dinero, entre otras cuestiones no menos escandalosas.