La Jornada 25 de diciembre de 1998

Lamentan Ruiz y Vera el ``doloroso costo de víctimas'' por la falta de paz

Juan Balboa, corresponsal, San Cristóbal de las Casas, Chis., 25 de diciembre Ť Los obispos Samuel Ruiz García y Raúl Vera López aseguraron esta Navidad que la falta de avance para la solución del conflicto en Chiapas ha significado un retroceso para la paz --``con un doloroso costo de víctimas''--, además de indicar que están en contra de la amnistía para los grupos paramilitares, propuesta por el gobierno de Roberto Albores Guillén.

``El diálogo suspendido y las posturas políticas congeladas han alejado la posibilidad de buscar solución a las causas del conflicto armado, iniciado en 1994, particularmente la situación de sus pueblos originarios'', puntualizan en una carta pastoral denominada Del dolor a la esperanza.

Al referirse al sufrimiento de los pueblos indígenas, los prelados señalan que la falta de avance para hallar una solución al conflicto ha significado el retroceso de las conversaciones para la paz en Chiapas, ``con un doloroso costo de víctimas'', pues afirman que muchas vidas humanas, con rostros concretos, ha cobrado la violencia en la guerra no reconocida que tuvo su culminación en la masacre de Acteal.

Matanza fratricida

``La matanza fratricida que, para vergüenza de México, no fue suficiente para detener la violencia que sigue sustituyendo a la política a la razón'', y sigue la multiplicación de los grupos paramilitares, se quiere ofrecer amnistía a sus miembros e impunidad a sus promotores y protectores, puntualizan en su carta dada a conocer dentro de las celebraciones navideñas.

Ruiz García y Vera López rechazan la opresión de los indígenas, aseguran que los pueblos indios de México han visto frustrada su esperanza de encontrar caminos abiertos para su participación en la vida de la sociedad mexicana y han encontrado violencia represiva ante sus iniciativas políticas de autonomía y dignidad.

La misiva fue emitida por el obispo y su coadjutor justo un año antes de que el primero renuncie a su cargo por llegar a la edad límite que señalan las leyes canónicas.

En su texto, de 23 páginas, reafirman que la diócesis de San Cristóbal de las Casas ha denunciado la violencia perpetrada por los grupos paramilitares contra comunidades y personas indefensas, actos que no están exentos de impunidad. La violencia, agregan, afecta a desplazados de guerra, además del incremento de la prostitución, el alcoholismo, el narcotráfico, la corrupción, el despojo a deudores y la persecución y hostigamiento a la Iglesia, tales como ``deportaciones de agentes de pastoral, cierre de templos, intimidación, agresiones físicas, encarcelamientos injustos, torturas, acoso y calumnias, amenazas de muerte e intento de asesinato, todo ello realizado por civiles, policías, autoridades y militares'', puntualizan los obispos.

Analizan la situación de violencia y política del estado y afirman en su misiva que en Acteal se intentó matar la esperanza de los pueblos indígenas, ``lugar en donde la sangre inocente debía, según los verdugos, ahogar en miedo el anhelo de justicia y paz''. Además, indican que ``Acteal ha resultado tierra sagrada en la que los de cerca y los de lejos peregrinamos creciendo en esperanza, en enérgica acción contra la violencia y la ceguera de quienes se niegan a creer en un futuro en el que ellos desearán ser hermanos''.

Quien cree en Dios no promueve el

uso de las armas: obispo Arizmendi

Mientras tanto, también en su mensaje de Navidad La alegre noticia del Salvador, el obispo de Tapachula, Felipe Arizmendi Esquivel, aseguró que quien se declara católico y creyente en Cristo no promueve el recurso a las armas, sino que las transforma en instrumentos de labranza y no absolutiza sus puntos de vista, sino que respeta y valora la opinión de otros, defiende a los pobres y respeta su dignidad, paga lo justo a sus trabajadores y a nadie causa daño.

``Si todos aceptaran de corazón a Jesús y se viviera conforme a su palabra, Chiapas sería otro, México sería diferente; el mundo cambiaría. El dinero no sería el valor absoluto y sobresaliente. Los pobres vivirían dignamente, con un trabajo honrado, sin angustias y sin vicios. Los ricos evitarían hasta la más pequeña injusticia y compartirían generosamente sus bienes. Los gobernantes gastarían su vida en el servicio, de una forma sencilla y desinteresada, no prepotente y arbitraria'', dijo.

Arizmendi subrayó que la luz que anunció el nacimiento de Jesucristo es necesaria ahora, cuando ``hay mucha oscuridad a nuestro alrededor'', y en momentos en que el pueblo ya no sabe qué hacer para salir adelante y remediar en algo su situación tan deteriorada. ``La economía provoca angustia, pues el dinero no alcanza para las necesidades básicas de una familia. La política decepciona, pues los partidos no saben cómo aportar sus diferencias a la búsqueda del bien común. La corrupción parece ser el modo más eficaz de sobrevivir. La inseguridad azota todos los rincones del país. Las familias se desintegran y se pierde la estabilidad''.