Entre el ocaso de un año y el alba del entrante, habitualmente intermedia una conciencia individual y colectiva que se manifiesta en buenos deseos, intención de enmienda, voluntad de rectificación y hasta de esperanza en el advenimiento de cambios benignos.
Pero en los últimos años de crisis económicas recurrentes, no exentas de un desgaste de valores humanos y sociales enraizados en la solidaridad, la justicia y la equidad, ha venido reduciéndose gradualmente esa franja de encuentro, diálogo y consenso.
Más aún, crece la violencia, aumenta la pobreza, se incrementa el desempleo; en otras palabras, se omnibula el futuro de millones de mexicanos.
Así, la ciudad de México despide con pesadez el 98 y recibe con reservas, escepticismo y en muchos casos con franco pesimismo, el 99.
La frontera del tiempo no se nota como antes. La línea imaginaria entre pasado y futuro se esfuma, e incluso los símbolos gráficos que graciosamente caricaturizaban al ``viejo'' que se retira y el recién nacido'' que emerge, empiezan a anidar en los archivos de la nostalgia, ante una disolvencia de crudas imágenes, propias de estos tiempos, representando a un hombre envejecido, que envejece todavía más, de un año a otro.
En ese brinco de espacio y tiempo se entreveran los hechos, las decisiones, los problemas y los retos.
Queda, por ejemplo, en los registros de este año, por lo que se refiere al paquete económico, la iniquidad del Fobaproa, el alza de impuestos, la reducción del gasto social, la elevación del costo de la vida, etcétera, que a la vez permanecerán y gravitarán en el 99.
Queda así también, por lo que toca al ámbito social, asuntos lacerantes como la reducción de subsidios en apoyo de los más pobres o la inseguridad pública. Pero igual éstas y otras realidades serán constantes que incluso pueden agravarse o derivar en estallidos sociales.
Queda igualmente en el ámbito político un alud de sucesos que ocurrieron este año, pero que se proyectarán en el que sigue, algunos de manera impredecible. Está Chiapas con Acteal, la milicia cuestionada en derechos humanos, la ofensiva contra el gobierno democrático y las instancias legislativas. Situaciones críticas todas estas, que han surgido ya y cuyas consecuencias persistirán.
Esto sin contar que a lo largo de los meses del 99, los nuevos tiempos políticos traerán obligadamente otros acontecimientos, como pueden ser los cambios de dirigentes en diversos partidos políticos y las candidaturas presidenciales, tan sólo por citar casos de alta trascendencia.
Acaba pues este año, pero renace otro con su enorme cauda de problemas y asuntos públicos. Entra un nuevo año con la fuerza incógnita e inédita de realidades que aún no conocemos y experimentamos, retomando de nueva cuenta lo que antes ya empezó.
A pesar de este nebuloso panorama, tendremos que buscar juntos y afanosamente, las luces que descubramos al final del túnel.